PREFACIO

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Una semana antes

Una simple mañana para despertar temprano con la intención de pasar un rato agradable al lado de un par de caras amistosas. Nada podría salir mal si solo eran personas normales intentando reencontrarse para poner en marcha una conversación amena, pensó Madison al mirarse en el espejo del baño por segunda vez. Ese era el mismo pensamiento que había tenido luego de salir de la cama para alistarse y dirigirse al punto de encuentro que acordaron ella y sus dos amigas (Bonnie y Keira).

Sin embargo, una vez reunidas, el entusiasmo terminó por dejarlas sin hambre y decidieron acudir a un lugar un poco más tranquilo que un restaurante. Así que, tomaron rumbo hacia el parque más cercano a su ubicación y arribaron con el presentimiento de que ese sería un gran día para ponerse al tanto de lo que había sucedido con sus vidas, desde que empezaron a alejarse un poco debido a las responsabilidades que debían atender como mujeres adultas y universitarias.

La chica caminaba con cautela hacia la entrada del parque detrás de Keira y Bonnie. Ese día, incluso su caminar era pasivo, pues no podía ocultar la serenidad que le transmitía la presencia de sus mejores amigas, ya que habían pasado un par de semanas en las que su estado de ánimo no había sido el más agradable y tener una familiaridad placentera le hacía sentir que era ella de nuevo.

No obstante, aquel estado de tranquilidad no duró lo suficiente cuando pudo notar que una Range Rover negra y polarizada se estacionaba justo por donde las tres iban andando.

Después de todo, algo era seguro y eso era que no iban a estar tan solas como Madison habría querido, ya que del vehículo bajaron dos hombres de una edad entre los veinte y veinticinco años. Entretanto, a medida que fueron bajando estos dos sujetos, ella pudo distinguir que el chico de piel negra usaba unos lentes redondos con graduación y el chico de piel blanca fumaba un cigarrillo mientras expresaba soberbia tanto en su rostro como en su físico.

Madison no había encontrado cambio alguno en su estado emocional excepto cuando notó que ambos traían armas de fuego sobre sus caderas. Quiso mencionárselo a sus amigas, pero no pudo articular ninguna palabra cuando su cuerpo poco a poco fue informándole con un mutismo que le atemorizaba resultar ser tan obvia sabiendo que ellos seguían cerca.

Entonces fue cuando escuchó un: «¡Vienen detrás de nosotros!» entre fatigado y alarmado de parte de un tercer hombre con rasgos asiáticos y lleno de tatuajes que se aproximaba corriendo detrás de ellos dos. De inmediato, apresuró su paso para estar al lado de Keira y Bonnie, pero al verlas casi de frente, con sonrisas en sus rostros, se dio cuenta de que aún no se percataban de lo que ella ya había deducido.

El inesperado y ensordecedor sonido de un primer disparo hizo que las tres voltearan hacia atrás, advirtiendo la caída del último hombre que Madison había visto unirse a los dos primeros, siendo este herido por la bala en el brazo izquierdo. Las jóvenes gritaron aterradas, casi quedándose sin voz, a la vez que corrieron hacia adentro del parque con el propósito de librarse de aquella perturbadora situación, sin saber cuál era ese sitio que les daría protección.

En medio de la desesperación, no repararon en que se perderían de vista una a la otra intentado encontrar la salvación, a causa de que sus mentes no les dieron lugar para preocuparse por alguien más que no fueran sí mismas y sus propias vidas. Unas mentes asustadas sin espacio para otros pensamientos estables.

Madison, por su parte, consiguió refugiarse en los sanitarios públicos femeninos, asegurando la puerta de entrada con sus manos temblorosas y enseguida haciendo lo mismo en el último baño individual. Sentada sobre el inodoro con la tapa abajo, pudo escuchar sus latidos acelerados. Jamás en su vida había experimentado un miedo tan desmedido.

PLAN DE ESCAPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora