"LA EXPIACIÓN DEL HÉROE"
Hay un concepto en la religión que comúnmente se conoce justo cuando llega nuestro lecho de muerte: la expiación. Me resulta interesante cómo la gran mayoría de la gente recurre a esto en la situación más desesperada y sin solución, pues a través de ella se busca exponer arrepentimientos y librarse de la sensación de culpa por actos no buenos.
Es en este momento que el ser humano recibe la visita de un tercero, por lo regular, un sacerdote, para absolver sus pecados y solo así ser digno de la denominada gloriosa paz o la aclamada "vida eterna".
Oliver
Mi brazo sigue recto a la altura en que él se encontraba. Mis fosas nasales continúan oliendo la pólvora. Puedo observar las partículas del humo dispersándose hacia fuera del cañón.
En toda mi trayectoria como Halcón, nunca había recurrido al homicidio. Esta es la primera vez que lo hago y no siento culpa. Siempre me costó intervenir de esa manera y ahora me resulta imposible asimilar el pecado en quitar una vida que maldecía a otras. Un bastardo menos. Un problema que le resté a ella.
―¡Eres un gran hijo de puta! ―espeta el otro Cohen.
No alcanzo a girar lo suficiente cuando me embiste por sorpresa con una pieza grande de fierro contra mi pantorrilla derecha. Incapaz de aguantar el dolor que parece quemarme, por inercia mi pierna se debilita y caigo de rodillas con el sufrimiento surgiendo de un grito lamentoso.
Sé que el ardor que siento ha sobrepasado más allá del músculo hasta el hueso. No puedo moverme. Estoy entumecido de pies a cabeza, como si la lesión me hubiese incapacitado por completo. Percibo cada milisegundo que pasa, como si cientos de clavos me atravesaran la piel con lentitud.
Me jala del cabello para que mi mirada se dirija a él que está de pie y a duras penas lo hago apretando mis dientes para soportar el dolor y la cólera. Rastros de saliva se despiden de mi cavidad bucal. Jadeo para contenerme. Su fuerza me sostiene más de lo que yo puedo hacerlo por mí mismo estando hincado. Entiendo lo que esta posición representa para su ego.
―¿Recuerdas que me disparaste en el brazo? Es tu turno de tener una cicatriz.
Con la empuñadora de su pistola, me golpea sobre la mejilla y el ojo. Mi cabeza se ladea, pero no me quejo, solo escupo y es entonces que aprovecha para huir. No, no salí victorioso. El motivo por el cual no decidió matarme no se debe a pura misericordia: sigo vivo porque después planea vengarse con algo mucho peor que asesinarme. Herirme únicamente fue el impulso de su ira.
Escucho el gorgoteo de Ian que está derribado a un lado de mí, ahogándose con su propia sangre, asfixiándose. Saco energía de donde sea con tal de acercarme a su cuerpo. Me quejo mientras me arrastro con bastante esfuerzo. No concibo dejarlo aquí debatiéndose entre la vida y la muerte.
Coloco su cabeza en mis muslos y en mi desespero trato de controlar la hemorragia intensa aplicando una presión manual sobre su cuello, aun sabiendo que este tipo de herida es letal, pues reconozco que causa daño a las arterias carótidas, las cuales logran enviar sangre al cerebro, excepto en estas circunstancias.
―Cuí...da...la ―musita lloriqueando.
Quisiera decir que no me apena esta situación, sin embargo, sí es así, porque a pesar de lo que pasó, si no continúa siéndolo, al menos fue alguien importante para Madison, el simbolismo de recuerdos buenos de su pasado y nada de lo que yo haga parará lo que va a pasar pronto.
Como Halcón, me capacité por decisión propia en cuanto a los diferentes tipos de muertes que podrían suceder dentro de nuestras actividades, por lo que todo indica que se necesita entre dos y cinco minutos. No voy a abandonarlo en su agonía.
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PLAN DE ESCAPE
De TodoMadison estuvo en el lugar y en el momento equivocado, ahora sus opciones son morir para guardar silencio o formar parte de una organización anónima anti-fuerzas de seguridad pública conocida como Los Halcones. Si elige la primera opción: ¿valdrá l...