CAPÍTULO 9

91 45 4
                                    

"LA RESIGNACIÓN DANDO PIE A UNA COSTUMBRE"

La resignación llega cuando nos conformamos con un estado perjudicial, no aquel que estaba dentro de nuestros planes. Ya no hay luchas ni soluciones por probar, el problema se queda en su estado natural.

Los cambios no son bienvenidos, se trata de aguantar lo intolerable y eso lo diferencia de la aceptación, pues es quedarse atrapado en ello. Hay un bloqueo a la adaptación y un notable sufrimiento al renunciar a la propia voluntad.

Estoy consciente de todo el tiempo que ha transcurrido desde mi estancia en este lugar. Llegué en verano y en la actualidad el otoño se manifiesta con una decadencia de hojas en los árboles. He estado meses resguardada en esta mansión, primero rehusándome y después cediendo. No volví a casa, la Madison con esperanzas se quedó en el pasado.

Durante un periodo fui instruida y formada para ser una más de ellos, para ser parte de un negocio donde lo criminal no es considerado como tal si se trata de ayudar. Lo legal aquí no se conoce y el homicidio sí es una opción cuando no compartes los mismos valores e intereses que Los Halcones.

Es de noche y estoy sentada en uno de los sillones de la sala de piel negra mientras trazo un dibujo de un hombre caminando sobre una carretera desolada. Por lo regular, mis dibujos nacen de la nada, no los planeo, simplemente los creo sin pensarlo mucho.

―El jefe te manda a llamar. ―Escucho la voz de Oliver distrayéndome de mi ejecución.

Alzo la vista y lo descubro recargándose en la pared que está frente a mí.

―¿Alexis? Pensé que ya no vivía aquí ―respondo con sarcasmo.

―Ve. ―Ríe―. Tiene muchas ganas de verte.

Frunzo mi nariz como muestra de asco y lo miro irse soltando una carcajada por mi reacción, entonces me resigno poniéndome de pie y tomo mis cosas para dirigirme a ese encuentro no deseado.

La puerta ya está abierta antes de que ingrese y el panorama ante mí presenta a Alexis con su característico traje de diseño acomodando un par de papeles desperdigados en su escritorio negro mientras la lámpara colgante que hay encima lo ilumina.

―¿Whisky? ―Me ofrece sin despegar su vista de los papeles.

―No. ―Me acerco sin apresuro a uno de los sillones individuales.

―Siéntate.

Acato su orden.

―No nos habíamos vuelto a ver. ―Toma asiento dando un gran suspiro.

―Afortunadamente.

Ríe como si no le afectara.

―¿Estás bien?

―¿Por qué siempre que lo preguntas suenas tan indiferente?

―No es que suene así, es que así es. No me importa si estás bien, la única razón por lo que lo pregunto es para crear una conversación. ―Me da una sonrisa de boca cerrada nada sincera―. Así que ya estás preparada... ―Se reincorpora en su silla de piel.

―¿Este es el momento donde me pones a prueba? ―No hay miedo en mis palabras, solo interés.

―Verás, Madison. ―Entrelaza sus manos con anillos de plata―. Dije eso para meterle presión a Oliver en su cometido. No habrá prueba por mi parte. Si él dice que ya estás lista, lo estás. Confío plenamente en su criterio y eso es decir mucho. ―Abre un cajón debajo del escritorio, saca una pistola y un Walkie-talkie que me extiende―. Me encomiendo a mi instinto que me dice que lo primero que harás con tu arma no será dispararme.

PLAN DE ESCAPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora