"NO HAY DUELO SIN CANSANCIO"
Existen tres tipos de cansancio: físico, mental y emocional. El primero resulta de una sensación adolorida del cuerpo cuando se pone demasiada energía muscular sobre un objetivo tangible. El segundo procede de innumerables pensamientos ―principalmente negativos― que se mantienen como opresores con constancia. Y, por último, el tercero se origina después de haber reprimido y/o sostenido una misma emoción durante mucho tiempo sin ser gestionada de la manera adecuada.
Pero sabes que has llegado a un nivel de sobrecarga cuando estos tres tipos de cansancios están conectados entre sí, pues hay un notable descenso en tu forma de procesar el aquí y ahora, así como también una marcada pérdida de ti mismo y de pronto, la idea de rendirte ya no parece tan ruin.
Sigo recargada sobre el alféizar del ventanal al lado izquierdo de la cama, como si mirar al exterior me diera seguridad, como si al mantener mis ojos fijos en el jardín pudiera escapar.
Las tardes estando encerrada en esta habitación no han sido las apropiadas, puesto que el canto de los pájaros suena a regocijo, el sol parece demasiado brillante para la poca energía que se asienta en mi ser y la naturaleza en sí luce muy vivaz para el estado en que me encuentro. Sin embargo, es el contraste de la vida lo que me sostiene.
Hoy es el tercer día después de que Oliver me dejó en este dormitorio. Estar en un lugar como este, no ha hecho que el llanto cese o impedido que el insomnio se presente.
Anoche, por primera vez, pude atreverme a ver mi reflejo en el espejo del baño: vi a una persona que no soy yo. Esta vez no pude admirar mis ojos grandes y azules, sino unos ojos hinchados con ojeras oscurecidas; no pude admirar mis labios redondos y gruesos, sino unos labios agrietados; no pude admirar mi nariz pequeña, sino una nariz enrojecida; no pude admirar mi cabello castaño y ondulado, sino uno maltratado y sucio.
Había una persona con el rostro aún más pálido y con la mirada vacía contemplándome con lástima. Me estremecí al percibirla tan apagada, pero pude darme cuenta de que en realidad sí era yo... opacándome por la tristeza.
Siento cómo un par de lágrimas viajan desde mis ojos hasta caer sobre el alféizar. El llanto se volvió cansado, ya no puedo sentirlo como antes. Las ganas de llorar han desaparecido, no obstante, las lágrimas se presentan sin necesidad de forzarlas.
Sin dejar de observar hacia afuera, retiro los rastros de mi llanto con los bordes de mi suéter.
Oliver ha estado viniendo a ofrecerme las comidas requeridas, aunque he rechazado la mayoría de ellas, ya que apetito es algo que no poseo. Solamente entra y las deja sobre el tocador para retirarse enseguida, sin una palabra de por medio.
A veces me da la impresión de que quisiera decirme algo al contemplarme de la forma en que lo hace y que al momento se arrepiente. Yo solo quiero que me dé una respuesta a la pregunta que sigue en mi tortuosa mente: "¿Cuándo me dejarán ir?".
Escucho el sonido de unas llaves en la cerradura y sé de quién se trata, pues es puntual al acudir a esta hora todos los días. Abre la puerta y sus botas negras resuenan mientras intuyo que camina con una charola llena de comida entre sus manos, por lo que antes de que la ponga sobre el tocador, yo ya estoy consciente de que ese es su próximo movimiento.
―Debes comer. ―Me sorprende que es la primera vez que lo escucho hablar desde hace tres días―. Me llevaré el desayuno que dejaste, pero espero que no hagas lo mismo con esta comida.
Volteo a verlo desde mi lugar y me atrevo a cuestionarlo con lo siguiente:
―¿Por qué tú sí me tratas bien? ―mi voz suena apagada―. Si se puede encontrar el bien en esto...

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PLAN DE ESCAPE
Ngẫu nhiênMadison estuvo en el lugar y en el momento equivocado, ahora sus opciones son morir para guardar silencio o formar parte de una organización anónima anti-fuerzas de seguridad pública conocida como Los Halcones. Si elige la primera opción: ¿valdrá l...