CAPÍTULO 1

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"LA ESPERANZA PUESTA EN LA LIBERTAD"

Presente

Cuando eres consciente de lo efímera que es la vida, comienzas a sentir segundo a segundo cómo se va acabando el tiempo y cómo vas dejando atrás ese único momento.

Crees que eres dueño de tu propia existencia hasta que alguien viene y la toma, haciendo de ella lo que le plazca; entonces te cuestionas si realmente la libertad es algo que posees o algo que te otorgan. Ya no es tu tiempo, sino el tiempo de la otra persona. Ya no es tu vida, sino la suya.

Te vuelves una marioneta controlada por las cuerdas de lo que te ordenan hacer bajo la amenaza de un miedo que has creado dentro de ti, a partir de lo que has visto que pueden hacer con lo que tú solías llamar: libertad.

Abro mis ojos con dificultad. La iluminación de la habitación gris en la que vuelvo a despertar me ciega e impide que mantenga mis ojos abiertos. Me esfuerzo por enfocar mi vista en medio de parpadeos desenfrenados. Mis párpados se sienten pesados, no es una sorpresa que una vez más estén irritados por los constantes llantos que he tenido a lo largo del tiempo que he permanecido cautiva en este lugar.

Percibo que mi cuello está adolorido por la posición en que dormí otra vez: sentada en una silla de metal con las muñecas y tobillos sujetados por una soga ligada a esta y mi cabeza cayendo de lado apenas soportando el peso de mi cuerpo.

No he sabido con exactitud la cantidad de días que he estado aquí, pues la habitación no cuenta con ventanas y sus paredes cortas han sido lo único que he observado. No sé cuántos amaneceres, atardeceres y anocheceres me he perdido. Mi cuerpo está cansado, mi mente no soporta más. Ni siquiera entiendo la razón por la que me encuentro prisionera.

―Así que ya despertó la Bella Durmiente. ―Escucho la voz de Tyler detrás de mí.

Me remuevo de miedo cuando toca mi hombro izquierdo, pero de mi boca solo sale un quejido al estar amordazada. No había advertido que también se encontraba aquí.

Tyler se posiciona frente a mí, colocando sus manos sobre el respaldo de la silla y se acerca ojeándome de arriba abajo con una sonrisa ladina. Sus ojos chicos y verdes siguen apareciendo en mis pesadillas.

―¿Qué haré contigo hoy? ―dice mientras limpia con su mano las lágrimas que caen sobre mis mejillas y luego se aproxima a mi oído susurrando―: Anoche soñé que eras mía. ―Ríe al notar cómo me estremezco de asco.

Puedo sentir la sacudida de mi cuerpo a causa de los temblores. Puedo sentir el miedo invadirme de pies a cabeza. Puedo sentir el sudor frío bajar por mi frente, mi espalda y pecho.

En mi vida siempre tuve malas experiencias con las figuras masculinas, con su afán por querer hacerme creer que eran superiores al ser yo del sexo femenino. En aquellos momentos, supe defender mi valía, supe alejarme de quienes robaban mi energía. Aun así nunca pensé que podría estar expuesta a este nivel de machismo, acoso y humillación. La crueldad en su expresión facial y física es real.

―¿Cómo me llamarías? Quiero decir... cuando esté dentro de ti. ―Vuelve a mirarme de frente―. No hay problema, con que grites mi nombre está bien. ―Se aleja dándome la espalda.

¿En qué momento podré volver a disfrutar de mi cama?, ¿en qué momento mi cuerpo estará relajado? ¿Es posible que existan esos momentos futuros? Me remuevo sobre la silla llena de ira. Ese hombre me ha quitado la oportunidad.

―¿Necesitas decirme algo? ―pregunta volteando hacia mí y me quita la tela de la boca―. Adelante, aquí estoy para escucharte.

―¡Eres un maldito idiota!

PLAN DE ESCAPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora