🐆・𝐂APÍTULO CUATRO

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Las Cosas A Veces No Salen Como Las Planeas

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Las Cosas A Veces No Salen Como Las Planeas

20 de junio de 2019.

🐆 ; D I E G O

Camino por el aeropuerto, con las piernas temblándome. Miro a todos lados, paranoico porque siento que todo el mundo me está viendo, que todo el mundo sabe qué estoy a punto de hacer.

Anoche, cuando llegué a la villa de esos dos tipos, intenté escapar, pero rápidamente me di cuenta de que iba a ser inútil. Todas las entradas estaban vigiladas por hombres armados... cada uno con un AK-47.

No importa qué tanta fe pueda tener una persona en sí misma, ningún imbécil creería que sería capaz de derrotar a más de quince hombres armados sin tener ni un maldito cuchillo. Habría sido un verdadero intento de suicidio... aunque no estoy seguro de si esto no lo sería, pero ajá, tengo la mente positiva en que podré salir de esta antes de que me maten.

Avanzo hasta la fila del avión a Madrid, repasando en mi mente el plan.

Que no es nada difícil, es más, ni siquiera se le podría llamar plan. Simplemente me dijeron "vas a subir al avión, al llegar a Madrid estará una camioneta esperándote que te llevará con nuestro contacto", y ya. Suena sencillo, ¿no?

Claro, decirlo es fácil, estar aquí con el corazón bombeándome tan fuerte que literalmente lo siento en cada rincón de mi cuerpo... no me está poniendo las cosas fáciles.

Doy un vistazo a la fila delante de mí. Hay una señora, acompañada de, quien asumo es, su marido, más adelante un tipo que buena gente no se ve y enfrente de él hay... ¿una mujer sospechosa? Las manos le tiemblan y se limpia constantemente la nariz con el dorso de la mano, ¿es una adicta? El hombre a su lado no se ve mucho mejor, se pasa las manos por la tela de sus pantalones al menos una vez cada minuto.

Genial, me toca compartir vuelo con una pareja de adictos.

Sólo espero que no se pongan pesados durante el viaje alterando a algunos de los pasajeros, ya tengo todo el estrés encima que necesito con mis propios problemas como para preocuparme por un par de extraños.

Afortunadamente, un guardia parece notar lo mismo que yo, y se termina acercando a la pareja para llevárselos a revisión.

Gracias a Dios.

Unos cuantos minutos después, no muy pocos, continuo con el resto del proceso de revisión para acceder al avión. No hay ningún otro inconveniente, a excepción de una señorita que no sabía que tienes que quitarte todos los piercings antes de subir al avión... incluido el de la vagina.

Cuando llegó a mi asiento, me permito relajarme, dejando salir un suspiro mientras me convenzo de que no será tan difícil. He hecho cosas peores, he asesinado hombres con mis propias manos, ¿qué tan difícil puede ser el hacer de mula?

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