🐆・𝐂APÍTULO DOCE

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"Rata Descubierta"

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"Rata Descubierta"

15 de septiembre de 2019.

🐆 ; D I E G O

Todos en El Mictlán están atareados, preparando la fiesta de independencia que da La Parca cada año. Más que otra cosa, es un pretexto para darle una cena a sus trabajadores y darles un momento de descanso.

A ella le gusta consentirlos de vez en cuando y a ellos les sirve para sentirse más unidos, así que están felices hablando por los pasillos, contando anécdotas de años pasados y haciendo planes para hoy en la noche.

Entro a mi habitación y encuentro un paquete negro sobre la cama, me acerco para abrirlo y encuentro un traje del mismo color, de una marca bastante prestigiosa. No hay nota ni nada, así que simplemente asumo que es un regalo de mi jefa, La Parca. Es la única persona que tiene acceso a esta propiedad y podría permitirse un regalo como este, aparte de Damien, pero no parezco caerle muy bien a este último... así que mi mejor opción es Atzin.

Todos esperan con ansias la noche, entusiasmado por celebrar.

A las diez de la noche comienza la cena. Gran parte del patio fue cubierta con mesas para que se sienten todos los invitados. Tomo mi lugar en la mesa principal, donde estamos Alondra, Damien y yo. Busco a Atzin cuando no hay una silla para ella, pero no la encuentro. Asumo que hubiera sido demasiado arriesgado sentarse con nosotros.

Sirven la comida, con música de mariachi de fondo. Todo el mundo parece divertirse... a excepción de esta mesa. Alondra está incomoda, ni siquiera levanta la mirada de su plato, pero no está intentando comer. Y Damien está irritado.

Qué novedad.

Soltando una exhalación, me pongo de pie y regreso a la mansión. Hago amago de ir a mi habitación, pero la figura de La Parca a mitad del pasillo hace que detenga mi camino.

—¿No la estabas pasando bien?

—¿Quieres que te sea honesto?

—Valoro mucho la honestidad.

Volteo la mirada hacia otro lado, queriendo buscar las palabras adecuadas.

—No era un ambiente agradable.

—¿Por qué? —casi suelta una risa.

—Damien me odia y Alondra estaba incómoda. No conozco a nadie más.

—Ya veo —da la vuelta—. ¿Quieres venir a mi oficina a tomar algo?

Asiento, sin tener nada mejor que hacer. La sigo por el pasillo a pocos pasos de distancia, en un silencio cómodo.

—¿Hay algo de lo que quieras hablar? —pregunta mientras sirve dos vasos de whisky, dejando uno delante de mí. Toma asiento detrás de su escritorio y yo en una de las sillas delante de éste.

MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora