🐆・𝐂APÍTULO VEINTITRÉS | PARTE DOS

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🐆 ; A T Z I N

Recuperarse de dos heridas de bala no es algo bonito. Es doloroso como el infierno.

Ahora, añádele el saber que todos los sicarios del mundo están detrás de tu jodido culo.

El panorama no parece mejorar, si me lo preguntas.

Suficiente tenía con saber que era el objetivo de varios líderes de ciertas mafias. Suficiente tenía con el odioso de Dalil metiendo su estúpida nariz en mis negocios.

Pero decidió ser aún más odioso y hacer esa idiotez.

Diego trató de ocultarme lo que estaba pasando, pero ajá, eso no le duró ni cinco minutos. Dice que soy más insoportable cuando estoy herida, supongo que eso ayudó.


Después de la llamada de Damien, también le habló Sergei. Parece que Dalil se enteró que él nos estuvo ayudando para ir en su contra e intentó atacarlo. No resultó nada bien para él, Sergei salió sin un rasguño y parece que Dalil terminó con una herida de cuchillo en la cara.

Parece que el anciano es protegido por el mismo Satanás, porque no me explico la suerte que tiene, enserio.


En fin, Diego lleva quince minutos tratando de convencerme de pararme a caminar. Yo llevo quince minutos negándome rotundamente.

—El doctor dijo-

—El doctor es un idiota —rebato—. Si me paro y empiezo a caminar se me va abrir la herida y se infectará más.

—Él dijo que-

—No me importa.

—Atzin. —susurra entre dientes, exasperado.

—Diego.

—No me obligues a hacer que te pares por las malas.

—Atrévete. —reniego, ofendida. Es mi maldito trabajador, ¿quién se cree?

Suelta un suspiro y, en un parpadeo, está tirando de mis piernas a la orilla de la cama. Siseo por el dolor, me está tratando como un jodido animal.

—¡Está bien! —le aviento una patada para que me suelte, pero sólo empeora el dolor. Ahora sí que se empeoró la herida.

—Pudimos hacerlo por las buenas.

—¡Cámbiame las gasas y déjate de mamadas!

Veinte minutos después, estoy en el puto patio, apoyada en su brazo, dando pasos dignos de un bebé de un año.

—¿Ves que no era ta-

—No te atrevas.

—Parece que me enviaron a cuidar a un animal.

—¿Puedes tenerme respeto por una jodida vez?

Se me queda viendo.

Nah.

Parpadeo. Perpleja.

No entiendo este hombre.

—¿Cómo que "nah"?

—Es la manera en la que algunos jóvenes-

—¡Soy menor que tú!

Por dos malditos años, joder.

—Perdón, es que pareces vieja portándote así.

—Eres increíble.

El tono de mi celular nos interrumpe. Lo saca de su pantalón y me lo entrega. El identificador de llamadas dice que es Raiden.

MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora