🐆・𝐂APÍTULO DIECISÉIS

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"Ultimátum"

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"Ultimátum"

19 de septiembre de 2019.

🐆 ; A T Z I N

Abro los ojos, soltando un gruñido porque enserio tenía ganas de seguir durmiendo, pero el sol golpeándome la cara hace que sea imposible.

Paso una mano por mi cara, queriendo quitarme el sueño. No funciona, pero algo es algo.

Salgo con cuidado de la cama, evitando despertar a Cara. Aunque tampoco es como que sea algo difícil, tiene el sueño demasiado pesado.

Me doy un baño rápido y me visto. Salgo de la habitación y camino hasta el despacho de mi padrino, entro sin siquiera tocar la puerta y me siento delate de su escritorio sin molestarme en saludar. Estoy enojada.

—Giulio, tenemos que hablar.

—Asumo que ya te fue Cara con el cuento. —exhala, separando la vista de los papeles que estaba revisando para centrar su atención en mí.

—Por supuesto que lo hizo, está desesperada.

—No puedes defenderla de esto, Atzin.

—¿Por qué no? Vas a vender a tu hija por migajas, sabes que te puedo ayudar más yo que la Bratva.

—Sergei quiere su mano desde hace años.

—¿Hace cuántos? —intento controlarme, pero es casi imposible. Estoy más enojada a cada segundo que pasa— Porque apenas cumplió veintiuno.

—Desde hace cinco. —contesta renuente después de pensar si sería buena idea confesarlo o no. Claro que no lo era, pero sabe que le sacaría la verdad no importa cómo.

—¡¿Planeas dársela a un pedófilo?! —Me levanto de mi asiento sin poder evitarlo.

—¡Sabes como son las cosas en este mundo! —manotea, sin tener más argumentos para respaldar su decisión— Agradece que se dignó a esperar, si hubiera sido hija de otro ya se la habría robado.

—Te llenas la boca diciendo que eres el hombre más temido en todo el mundo... —Me recargo sobre el escritorio, pegando mi cara a la suya. La ira fluye por mis venas y sale por mis palabras.

—No sigas. —me corta, pero continuo.

—Y aquí estás, tirándote a los pies de Sergei Zakharov. Me das lástima.

—Atzin, cariño, no nos peleemos por algo tan sin importancia. —Se echa hacia atrás en su silla, alejándose de mí.

—¡Se trata de tu hija! —lo señalo, queriendo que entienda la verdadera gravedad de la situación, mientras también retrocedo dos pasos— Tu única hija, lo único que te queda de Gaia, la mujer que te llenaste la boca diciéndole todos los días que la amabas. ¿Qué crees que opinaría ella de esta situación?

MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora