Aburrimiento.

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Joffrey se miraba las manos.
Sus oídos parecían haberse hecho inmunes ya al interminable discurso de Lucion. Después de la primera hora simplemente no podía entender cómo era que no se le agotaban las palabras o su garganta se cansaba.

Tenía un poco de compasión, claro. Lución le había dicho que hablaba cuando se ponía nervioso... y probablemente ahora lo estaba más que nunca pero... ¿Qué culpa tenía él...?

Apenas su mirada se desvió un poco y alcanzó a ver a su madre, que lo observaba desde la ventana, supervisando que todo estuviera yendo de acuerdo a lo planeado. Joffrey arrugó un poco la nariz.

- ¿Quiere estornudar, Alteza? - Lucion se interrumpió al hacer la pregunta y pronto buscó en su saco un pañuelo para ofrecerle. Tenía sus iniciales bordadas en una esquina y un pequeño león dorado en la otra.

- ¿Mhm? No, no - Joffrey negó con la cabeza y sonrió un poco - Solo... Bueno... Creo que tengo las piernas algo entumidas por estar aquí sentados tanto tiempo... ¿No prefiere que caminemos un momento, mi lord?

Así al menos podría huir un poco de la vigilancia de Rhaenyra y tener algo con qué distraerse además de la nada fascinante conversación de su futuro esposo.

Hasta ahora Joffrey solo había podido concluir que se trataba de un Lannister clásico. Rubio, con los ojos verdes y atractivo. Lucion podría impresionar a omegas sin muchas ambiciones con sus historias de cacería... pero no sabía tomado la molestia siquiera de preguntar nada personal a Joffrey. Al menos así se habría enterado de que detestaba la caza y, de hecho, evitaba comer carne tanto como le era posible.

- ¿Caminar...? - Lucion ladeó un poco la cabeza - ¿Hacia dónde...?

- Oh, pues... - Joff se encogió de hombros - Podemos pasear por los jardines... Incluso recorrer la Bahía del Aguasnegras, sé que es pequeña pero...

- ¿Hay algo en específico que quiera ver, Alteza? - Lucion parecía confundido. Como si nunca en la vida le hubieran explicado el significado de un paseo.

- Pues... no. No realmente. Solo pensaba...

- Entonces es igual quedarnos por aquí, ¿no es así?

Joffrey soltó un suspiro y nuevamente se miró las manos mientras su prometido contaba otra anécdota más sobre su vida en Roca Casterly.

***

- ¿No hubiera sido mejor comprometerlo con Tyson Lannister...? - preguntó Lucerys. Miraba también por la ventana junto a Rhaenyra y podía identificar perfectamente el hastío que pesaba en los hombros de su hermano menor - Creo que al menos tendría un poco más en común con Joffrey...

- Tyson Lannister pasa la mitad de su tiempo enfermo y la otra mitad delirando por sus enfermedades - respondió Rhaneyra - Joffrey se casaría una luna llena y para el cuarto menguante estaría viudo... - Lucerys levantó las cejas y desvió la mirada hacia el interior del pasillo. - El pobre está tan débil que tal vez ni siquiera sería capaz de engendrar hijos... - entonces ella miró a su hijo y se disculpó.

- No te preocupes, madre - Lucerys suspiró - Es algo a lo que tuve que resignarme tristemente... Pero la vida en el océano es demasiado difícil. Lord Greyjoy parecía tener prioridades al respecto.

Lucerys odiaba navegar. Odiaba el mareo, el olor, la inmensidad del mar a su alrededor. Y la tortura había sido peor al tener que pasar tanto tiempo junto a Dalton.

De nuevo miró al pasillo y vio a Aegon acercarse. Se tambaleaba un poco y tenía una sonrisa en los labios. Se acercó también a la ventana al verlos y el aroma del vino les llenó la nariz.

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