Amenaza.

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Valeryon nunca interrumpía sus entrenamientos.

Estando en Marcaderiva o en Desembarco del Rey, tenía una rutina precisa que seguía sin falta todos los días.

Apenas el sol iluminaba lo suficiente para ver, Aemond lo buscaba para llevarlo a entrenar esgrima y combate hasta que se servía el desayuno. Después tomaba su clase de valyrio e historia y, si quedaba tiempo, se reunía con Daeron para montar su dragón juntos.

Esa mañana, sin embargo, era diferente.

- Creo que es una actividad que puede unir a nuestros hijos - Jacaerys le sonrió a Aemond. Tenía una mano puesta en el hombro de Rhaegal y otra sobre los cabellos castaños de Aeriel, que no dejaba de bostezar y tallarse los ojos. Claramente no quería estar ahí -. Seguramente puedes con los tres, ¿no, Aemond?

El comandante de la guardia trató de contener la mueca que delataría su descontento.

No le importaría incluir a Aeriel. Realmente era casi igual a un saco de arena que se quedaba en un rincón. No parecía importarle mucho el combate.
Su ojo se posó entonces en el niño rubio que lo miraba también con descarada curiosidad. Era claramente un Lannister y eso le generaba desagrado.

Lucerys le había expresado la noche anterior sus inquietudes respecto al mocoso y, si bien era un niño todavía, Aemond no echaría en saco roto la amenaza que representaba su existencia.

- ¿Por qué no viene su padre a pedírmelo directamente? - inquirió Aemond.

- Joffrey despertó algo indispuesto. Lucion se quedó a su lado y los dos me pidieron que trajera a Rhaegal a entrenar... Es algo que le hace ilusión, ¿verdad? - Jacaerys miró a su sobrino, apretando un poco su hombro y el niño sonrió con mucho entusiasmo.

-Mi padre me ha hablado mucho de usted, lord comandante - le dijo dando un paso adelante -. Sería un honor para mí que usted me enseñe.

Aemond chasqueó la lengua pero sintió entonces que Valeryon jalaba un poco su capa.

- ¿Pueden quedarse? Sería divertido, tío...

- Los entrenamientos no deberían ser divertidos - espetó Aemond. Valeryon lo miró casi suplicante. Tenía los mismos ojos de Lucerys y al comandante no le quedó otra opción más que suspirar -. Pero hacerlo en grupo lo vuelve más dinámico - regresó su vista a Rhaegal -. Veremos qué tal lo hace un forastero.

Jacaerys sonrió y también le dió un empujoncito a Aeriel que rezongó pero aún así se acercó a Aemond. Apenas y podía mantener los ojos abiertos. Hasta entonces había estado plácidamente dormido con Aegon... ¿No se suponía que eran las vísperas de sus festejos...? Verdaderamente tenía un padre muy cruel.

- Bien. Ustedes dos van a enfrentarse - Aemond le entregó a Valeryon una espada de madera y a Rhaegal una parecida aunque un poco más desgastada por el uso -. Quiero ver qué tal atacas, Lannister... Y tú... - miró a Aeriel. Solamente le puso en las manos un escudo - Procura que no te lluevan golpes perdidos.

Rhaegal estaba emocionado.
En Lannisport también entrenaba arduamente aunque casi todo el tiempo lo hacía con su padre... Y sospechaba que Lucion lo dejaba ganar la mayoría de las veces. Quería probar qué tan bueno era en realidad con un oponente de su talla.

Su primo, en este caso.

Valeryon tenía ya una técnica para los enfrentamientos. Aemond no solía darle mucho margen de error así que asumió la postura correcta frente a Rhaegal.

El rubio apretó el mango de su espada y entre ambos hubo un breve silencio en el cual se miraron a los ojos, midiéndose mutuamente, con la chispa de la adrenalina esperando a ser encendida.

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