Traición.

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Era como si estuviera sumergido en una laguna llena con agua helada. Todo sonaba y se veía lejano, distante. Ajeno. Ningún pensamiento duraba en su cabeza, ninguna palabra le hacía sentido. Comía y bebía sin recordar el sabor de los alimentos.
Desde que Viserys había anunciado el compromiso entre Daeron y Lucerys hace ya tres días, Joffrey tenía la sensación de que caminaba y hablaba sin propósito alguno, solamente guiado por la fuerza del instinto y la costumbre de seguir su rutina.

¿Qué pecado había cometido...? Si los dioses se burlaban así de él, si lo castigaban así... Encima de que quedaba poco menos de una semana para que su boda se llevara cabo... Sabía que pronto iban a empezar a molestarlo con los preparativos y eso era lo último que deseaba.

Su mente estaba ya llena de pensamientos que lo aplastaban como una avalancha, dejándolo sin aliento, sin esperanzas. A oscuras.

Una cosa era la chica Baratheon. Joffrey no la conocía, le había sido fácil sentir desagrado por ella aunque después le causara culpa el triste destino de la muchacha. Si ella se hubiera casado con Daeron, Joff sabría perfectamente que su lugar en el corazón de su amado príncipe estaba más que seguro.

Sin embargo... Lucerys estaba en una categoría totalmente diferente.

No solamente era su hermano al cual quería desde siempre, no. También se trataba del favorito de su madre, incluso de Viserys. Lucerys. Perfecto Lucerys. Con sus ojos verdes, sus mejillas rosas y su belleza inigualable. Lucerys. "La delicia del reino". Dulce, tierno, estúpido, traidor, maldito Lucerys.

La herida en su corazón no hizo más que hacerse más grande y dolorosa al verlos paseando juntos por el jardín. Era como si le hubieran clavado mil cuchillos en el pecho y se estuviera desangrando con dolorosa lentitud.

Desde el anuncio no había podido ver a Daeron. Sus ocupaciones los mantenían alejados. Otra broma cruel del destino. ¿Alguna vez podría volver a ser feliz...? No lo sabía.
Estaba lleno de desesperanza y tristeza y... resentimiento...

- Tengo que estar en otro lado - soltó de repente, interrumpiendo la cháchara de Lucion. Éste lo miró confundido mientras se levantaba - Mil disculpas, mi lord, perdí la noción del tiempo y ahora mismo debería estar acompañando al príncipe Aegon. No debería hacerlo esperar.

- Oh... claro. Claro, entiendo.

Joffrey hizo apenas una reverencia pequeña para alejarse con pasos rápidos, tratando de contener las lágrimas que le quemaban los ojos.
Su mente volvía a jugarle malas pasadas. Creando los miles de escenarios posibles en los que perdía a Daeron en manos de Lucerys.

Es que ni siquiera podría competir en contra de su hermano. No había punto de comparación. Lucerys era como un cisne y él... con suerte, se podría llegar a considerar como un gorrión. No era bello ni grácil. Nunca había tenido pretendientes a manos llenas. No era justo. Nadie había elogiado su supuesta belleza...

Solo Daeron.

Le había dicho que verlo era como el amanecer. Que sus ojos tenían el color del aceite de oliva recién exprimido. Que tenía la piel suave y los labios más bellos en todo el mundo conocido... Por un segundo le regresó la esperanza. Solo hasta que sus propios pensamientos imaginaron a Daeron diciéndole esas mismas palabras a Lucerys antes de besarlo y acariciarlo.

La herida volvió a abrirse en su pecho, lacerante, sangrante. ¿Acaso Lucerys había querido burlarse de él hacía unas noches...? Sabía bien de sus sentimientos por Daeron, se los había echado en cara... pero no sabía que su hermano podía ser así de cruel.
Tal vez todo ese tiempo junto a Dalton le había amargado el corazón y su única diversión era burlarse de su desgracia.
Tal vez incluso sabía de sobra sobre el compromiso y solo quería tantear el terreno antes de humillarlo.

El aire falló en entrar a sus pulmones y, a medio sollozo, casi se tropieza con los escalones que llevaban a los aposentos de Aegon. Estuvo a punto de caerse de rodillas de no ser porque Jacaerys alcanzó a tomarle el brazo.

- Con cuidado... - le dijo en voz baja aunque luego se fijó un poco más en Joffrey - ¿Estás bien...? ¿Estás... llorando...?

- No es nada - se apresuró a decir el menor, limpiando un poco su rostro de forma apresurada. Jacaerys buscó su mirada, preocupado - Por favor. No es nada.

Jace dudó pero finalmente no deseaba insistir. No quería entrometerse.

- ¿Ibas a ver a Aegon? - preguntó y Joffrey asintió levemente - ¿Puedo acompañarte? Solo quiero recordarle un par de compromisos que tenemos pendientes.

Joff no tuvo otra opción más que aceptar y ambos continuaron subiendo las escaleras en silencio. No sabía si había algo que pudiera decir. Siendo honestos... no tenía muchos deseos de hablar. Aegon solo era una excusa para esconderse y no tener que ver a Lucerys y Daeron juntos.

- Y... ¿te agrada estar en su corte? - preguntó Jacaerys entonces - Sé que es bastante reducida. Eres el primero que forma parte de ella al que conozco.

- Oh, eh... Aegon es... Es divertido - respondió. No podía decir más. Esa había sido una fuerte condición de su cuñado. No podía decirle nada de lo que pasara en sus reuniones privadas. Ni siquiera un suspiro.
El mayor se quedó callado, como esperando más información... aunque rápidamente entendió la incomodidad de su hermano. Suspiró.

- Ya. Entiendo - murmuró - Me alegra que puedan distraerse. Aegon suele... expresar su inconformidad respecto al tiempo que pasa a solas. Se aburre fácilmente - Jacaerys curvó un poco las cejas y no pudo evitar hacer una pequeña mueca - ¿No ha mencionado nada sobre visitar las calles de comercio...? Hace poco le dije que podía ir si quería... acompañado, claro.

Joffrey lo miró y negó con la cabeza. Aegon no había dicho nada al respecto... aunque tampoco había estado prestando mucha atención los últimos días. Recordaba vagamente que Aegon había dicho algo al respecto de una obra de teatro ambulante... pero no sabía los detalles.

- Bueno... quizá podrías recordarle, ¿hm? Tal vez eso sería divertido - Jacaerys desvió la mirada hacia el frente. Joffrey se quedó un poco confuso. Siempre había pensado que se detestaban mutuamente. O al menos era lo que le quedaba claro al escuchar a su cuñado quejarse de la frialdad de su esposo, de su rechazo, su ausencia...

- ¿No le acompañarías tú? - preguntó entonces sin pensarlo aunque inmediatamente se disculpó.

Jacaerys suspiró y se encogió de hombros.

- No me parece que Aegon disfrute de mi presencia - respondió con sencillez - Si te soy honesto, Joffrey, creo sinceramente que lo que le aburre soy yo.

Habían llegado ya ante las puertas que conducían a los aposentos de Aegon. Era una zona alejada, si, pero también recibía mucha iluminación del sol. Tenía vistas muy bellas hacia las casas del pueblo e incluso podía alcanzarse a ver la fosa de dragones.

Jacaerys le sonrió a Joffrey Al acercarse a la puerta, pero antes de tocar, el menor notó cómo su hermano parecía quedarse helado. La sonrisa desapareció de su rostro en un segundo y antes de que pudiera preguntar nada, lo vio empujar la madera casi con violencia.

Desde donde estaba, Joffrey alcanzaba a ver el interior de la habitación.

Todo estaba como siempre. Las mismas cortinas rojas, el aroma del vino y las rosas que Aegon siempre tenía impregnado en la piel. Las pinturas, las copas vacías...
Y su cuñado en cuatro sobre la cama mientras un hombre que jamás había visto lo tomaba por detrás.

Fue una fracción de segundo en la que Aegon soltó un grito por la impresión y se cubrió con las sábanas mientras el desconocido se alejaba. Joffrey desvió la mirada al verlo desnudo.

- Jacaerys... - Aegon habló sin aliento y luego su mirada reparó en Joffrey. Tenía el corazón y la respiración demasiado agitados pero, aún en la turbulencia de sus pensamientos, le quedaba claro que había cometido un error al confiar en él.

- Vete, Joffrey - fueron las frías palabras de Jacaerys. El castaño se quedó petrificado en su sitio y no reaccionó sino hasta que su hermano mayor volteó a verlo con severidad - Déjanos. Ahora.

Parpadeó un par de veces y retrocedió antes de irse rápidamente. Escuchó la puerta cerrarse pero se había alejado demasiado como para alcanzar a oír la discusión estallar.

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A/N: una disculpa pero todo va a estar bien, se los prometo 😀👍

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