Confusión.

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Joffrey se sentó entre los almohadones mullidos en la terraza que Aegon había declarado como suya. Se notaba que pasaba mucho tiempo ahí pero no quiso hacer ningún comentario al respecto. En realidad, no se movía demasiado, temeroso de que pudiera hacer algo que ofendiera a su tío.

Era consciente de que no era mucho de su agrado. Al preguntarle a Daeron éste simplemente concluyó que quizá el odio que Aegon sentía por Jacaerys estaba dirigido también a sus hermanos... aunque le parecía una razón algo tonta para odiar a alguien.

Finalmente abrieron la puerta y Aegon entró apresurado. Tenía el cabello revuelto y la ropa a medio poner aunque ahuyentó a las doncellas que lo estaban ayudando a vestirse con un gesto de su mano.

- Discúlpame - le dijo cuando Joffrey se levantó - Me quedé dormido. Anoche probé un vino de Dorne muy engañoso... No se sentía nada fuerte pero vaya que provoca un sueño profundo... - Joff no dijo nada. Solo esperó a que Aegon se sentara para hacerlo él también y mirarlo con incertidumbre. El futuro consorte del Rey se sirvió más vino en una copa y le dió un trago como si estuviera bebiendo agua... ¿Aegon bebía agua...? Joffrey intentó pensar si alguna vez lo había visto haciéndolo... - ¿Qué sabes de Roca Casterly?

La pregunta lo tomó por sorpresa.

- Ah... Bueno... - curvó un poco las cejas - Sé que es una fortaleza grande en Lannisport. Está sobre una gran roca... - Aegon negó y Joffrey guardó silencio.

- Roca Casterly es una roca. Literalmente - explicó - El castillo está dentro de la roca, ¿entiendes...? Por eso Aegon I no pudo tomarlo o quemarlo - continuó y soltó un suspiro - Nunca he estado ahí pero no me gustaría. Tiene que ser terriblemente aburrido y triste vivir dentro de una piedra gigante...

Joffrey hizo una mueca. Estaba de acuerdo en ello... Pero tristemente ese podría ser su futuro. Se imaginaba su futuro hogar como un lugar lúgubre y frío... el lugar en donde vería morir sus sueños compartiendo lecho con Lucion.

- Hace un par de días ví que Lucion Lannister estaba intentando cortejarte... - murmuró Aegon, llenando otra copa de vino para dársela a Joffrey - Honestamente se notaba que preferías comer tierra antes que seguir escuchando lo que ese presumido tuviera que decir - Joff apartó la mirada y no supo qué decir - No tienes por qué fingir amabilidad. Detesto las hipocresías... Puedes ser honesto conmigo... Al menos uno de los pocos que si lo es...

- ¿Alteza...? - Joffrey dió un trago pequeño a su vino pero era demasiado amargo y dejó la copa en la mesa. Aegon suspiró y apartó algunos cabellos de su rostro.

- Mi corte es diminuta... No me gusta tener a cualquiera a mi alrededor. Solamente personas en las que pueda confiar - dijo entonces el albino, mirando los ojos oscuros de Joffrey - Sé que tú eres honesto, Joffrey. Quizá eres el único entre tus hermanos que lo es... Y... Entiendo lo miserable que debiste sentirte cuando anunciaron tu compromiso - murmuró, frotando un poco su muñeca - Sé lo que puede ser estar casado con alguien que no te ama. Y no es agradable... y... sé que yo no puedo romper el compromiso pero... - Aegon se levantó para sentarse junto a Joffrey, tomando sus manos - Creo que es más fácil sobrellevar la tristeza rodeado de gente y lugares conocidos... Así que... Puedo ofrecerte ser parte de mi corte. Así no tendrías que irte a ningún lado hasta que yo diga.

El castaño se quedó sin palabras. Casi sintió que el cielo se abría para iluminar su camino. Quedarse en la capital... Ahora solamente tendría que preocuparse por lograr que Daeron también se quedara a su lado y entonces...

No contuvo sus impulsos y terminó por abrazar a Aegon, agradeciendo en voz baja.

***

Daeron no podía dejar de pensar en el ofrecimiento que había hecho su sobrino. Simplemente era perfecto. Incluso había maquinado ya la manera de convencer a su futura esposa para aceptar quedarse en la capital a su lado mientras él cumplía el deber noble de cuidar a Aegon.

Los Baratheon eran orgullosos. Seguramente Lord Borros no tendría objeción en permitir que su querida hija se paseara por la corte real, entablando amistad con lords y ladys de grandes casas.

Estaba tan lleno de emoción... Y moría de ganas por decírselo a Joffrey. Estaba seguro de que se alegraría tanto como él.

No habían podido encontrarse en los últimos días y sus manos ya anhelaban tocar su piel. Sentirla, recorrerla con los labios...

Iría a buscarlo después de la pequeña reunión que su padre había convocado. Era raro que el rey mismo organizara una junta como esa pero, por lo mismo, negarse no era una opción.

La sala del concejo ya contaba con la presencia del viejo rey Viserys, Alicent y sus hermanos. Daeron se sentó entre Aemond y Helaena en silencio y le llegó a la nariz un olor particular que provenía de su hermano mayor aunque no podía identificarlo del todo... pero era muy agradable. Claramente no era el suyo y tampoco el de Helaena.

Aegon estaba junto a Jacaerys aunque parecía buscar tomar la mayor distancia posible de su esposo mientras que el castaño solo estaba recto en su asiento, evitando mirar a su esposo.

Rhaenyra se sentaba al otro lado de su padre y, junto a ella, Lucerys tomaba su mano, aún vistiendo el negro riguroso del luto que debía guardar por Dalton. Daeron pensó que quizá la tela había sido teñida en exceso pues le pareció ver una sombra oscura en el cuello de su sobrino aunque no quiso mirarlo demasiado.

Joffrey estaba fuera de su campo de visión. No podría mirarlo a menos que volteara directamente a verlo pero eso sería descarado. Decidió ser paciente.

- Usualmente preferiría ver reunida a la familia para circunstancias más agradables - inició Viserys una vez que Daemon llegó, último como siempre, para tomar su lugar al otro lado de Jacaerys - Y... esta es una situación agridulce, por decir lo menos... - Nadie dijo nada. Daeron miró a su madre pero ella veía a su esposo y apretaba los labios con clara inconformidad. Eso le causó una sensación extraña en el pecho - Daeron... Hijo... - Viserys llamó su nombre y el príncipe lo miró mientras el resto de la mesa lo miraba a él - Esta mañana recibimos un desafortunado mensaje desde Bastión de Tormentas.

Daeron sintió que su pulso se aceleraba. ¿Acaso los dioses seguían mirando en su favor...? ¿Sería posible que el acuerdo ya no siguiera en pie...? Si así era entonces era mucho más fácil actuar, hacer algo para poder quedarse con Joffrey...

- Lady Ellys murió ayer - dijo Viserys con un tono amargo - Cayó enferma... Y desafortunadamente ningún maestre pudo hacer nada.

Nadie esperaba escuchar algo así. Daeron se quedó de una pieza en su asiento. Claro que no deseaba casarse con Ellys pero de ninguna manera quería que fuera porque ella muriera...

- Lord Borros no tiene más hijas para una alianza - continuó Viserys y contuvo una tos que lo aquejaba - Pero aún así... No nos hemos quedado desprotegidos. La princesa Rhaneyra y yo hemos hablado... con el apoyo también de Lord Corlys.

Las manos del príncipe se pusieron frías. ¿Iban a comprometerlo con Rhaena? Pero ella ni siquiera se había presentado como omega. Su tiempo había pasado. Los maestres aseguraban que ella era beta. Y Baela era una alfa hecha y derecha. No tenía sentido que...

- He decidido comprometerte con Lucerys - las palabras de Viserys fueron claras. Pesadas. Daeron sintió que la sangre viajaba a sus pies - En cuanto pase su luto... Ustedes se casarán bajo la tradición valyria y también en el Septo. Y, cuando llegue el momento, los dos quedarán al mando de Marcaderiva.

No era solo un acuerdo que Rhaneyra había hecho. Ahora Daeron no tenía manera de objetarse.

Ir en contra de la palabra del rey significaba traición.

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