Ambición.

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Las alas del escarabajo brillaban iridiscentes bajo la luz del sol. El verde, el azul y el púrpura se mezclaban y cambiaban cada vez que movía la cabeza de un lado a otro para ver al insecto moverse sobre la rama del arbusto.

Su dragón de madera había quedado olvidado en el pasto. La atención del niño estaba puesta totalmente en el bicho. No había visto uno así antes... ni siquiera en los libros. Lo miraba fijamente, deseando aprender todos los detalles para así poder repetirlos más tarde cuando fuera a describirlo.

Apenas estaba armándose de valor para tocarlo cuando el sonido de unos pasos perturbaron la calma del escarabajo que estiró las alas y se echó a volar.

Valerion lo miró mientras desaparecía entre las hojas y finalmente volteó hacia donde el sonido había venido.

Se quedó quieto, mirando a la persona, apretando un poco el borde de sus mangas. Se sentía algo nervioso y no sabía por qué. La ropa que llevaba brillaba también bajo el sol. Destellos dorados resplandecían sobre la tela de un rojo profundo. Valerion pensó inmediatamente en el color de la sangre y sintió en los dedos el cosquilleo propio de las ganas de tocar la tela. Era diferente a cualquier cosa que hubiera visto antes.
Estaba tan acostumbrado a las túnicas suaves y azules que mhysa solía llevar... Esta nueva persona parecía haber salido directamente de una de esas historias que el maestre le contaba cuando terminaban sus lecciones antes de lo programado.

Los ojos violetas del niño se fijaron en el collar que decoraba el cuello ajeno. Un león dorado que parecía estar rugiendo eternamente.

- Tú debes ser Valerion - le dijo suavemente. Se acercó un poco y después se inclinó para poder estar a la altura del niño, que simplemente asintió una vez. El león de su cuello se balanceó un poco. La mirada castaña se desvió entonces al dragón de juguete y alzó las cejas - ¿Es tuyo? ¿Estabas jugando aquí solo...?

- Me gusta jugar aquí... - Valerion observaba con atención. Había algo que le resultaba conocido de esta persona. Algo familiar... Aunque estaba seguro de no haberlo visto antes. Su mirada se fijó particularmente en los anillos que llevaba. Brillantes, dorados. Un león con ojos de rubí decoraba su anular. Asumió que debían gustarle mucho los leones y eso le pareció agradable. La persona pidió ver el juguete y Valerion se lo entregó -. Se llama Sunstone...

- ¿Si? Qué bonito nombre... ¿Así se llama tu dragón también? - inquirió. El niño negó con la cabeza, bajando un poco la mirada.

- No tengo uno todavía. Pero mi tío dice que podré tener uno pronto. Y será grande y fuerte.

La persona sonrió un poco. Sus ojos habían brillado ante la mención de ese dato particular. Valerion agradeció que no dijera nada al respecto. Tenía la impresión de que saber que el huevo de dragón de su cuna no había eclosionado podía causar cierta vergüenza. La persona le regresó su juguete y después acarició su cabeza, pasando los dedos por las ondas platinadas del pequeño, que arrugó la nariz. Las pecas de su piel se estiraron un poco por el gesto.

- Sí... tal vez tengas razón... - murmuró y después volvió a erguirse, aunque le ofreció su mano al pequeño - ¿Quieres caminar conmigo? Estoy seguro de que deben estar buscándote si estás aquí solo.

El pequeño dudó pero la sonrisa y la mirada de la persona le generaron suficiente confianza. Tomó la mano cálida ajena y empezó a caminar a saltitos a su lado.

•••

La sirvienta sollozó un poco. Su mejilla había empezado a enrojecerse por la bofetada. Se encogió cuando Aemond volvió a levantar la mano pero Lucerys lo detuvo con un simple gesto.

- No quiero llegar a extremos - le dijo en voz baja, acercándose a ella -. Por última vez... ¿Dónde está mi hijo? ¿Cómo pudiste quitarle los ojos de encima...?

𝐂𝐋𝐀𝐈𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora