Credulidad.

886 130 127
                                    

- ¿Por qué ya no puedo jugar con él, Mhysa? - Valeryon se encogió un poco mientras Lucerys ponía tan suavemente como podía un poco de ungüento sobre la herida en su ceja. Por más que los maestres insistieran, él sabía que dejaría cicatriz.

- Rhaegal es un niño algo brusco, mi vida - respondió el castaño, apartando unos cabellos platinados del rostro de su hijo -. Y puedes jugar con él... siempre y cuando yo pueda verte o Aemond. O tu padre...

- Padre me dijo que yo podía jugar con quién yo quisiera -Lucerys hizo una mueca. Claro que Daeron le había dicho tal cosa a su hijo. Suspiró -. Mhysa, déjame al menos decirle que acepto sus disculpas...

- Ya hemos hablado suficiente del tema - Lucerys se limpió los dedos con un trapo de lino y se enderezó - ¿Por qué no mejor juegas con Aeriel? Lo conoces más. Tiene muchísimos juguetes...

El niño arrugó la nariz y negó con la cabeza.

- Aeriel siempre se duerme a mitad de los juegos... o se escapa. Además no le gusta jugar a las espadas o a ser jinete de dragón - frunció el ceño un poco -. Dice que yo no puedo jugar eso porque yo no tengo uno...

Lucerys abrazó a su hijo aunque no pudo esconder su gesto de inconformidad. Tal vez tendría que discutir eso con Jacaerys más tarde. Le dió un beso en la frente a Valeryon.

- Lo tendrás muy pronto... No todos tenemos un dragón al nacer... Por ejemplo, tu tío Aemond - alzó las cejas, tratando de animar al pequeño -. Él reclamó a Vhagar siendo un poco más mayor que tú. No te desanimes, mi amor. Pronto tendrás a tu propio dragón. Y será... el más grande y el más fuerte de todos.

•••

Aegon se estiró para tomar otra galleta aunque, en lugar de llevársela a los labios, bajó la mano donde los dedos pequeños de Aeriel salieron por debajo del mantel para tomarla.

- Aemond siempre ha tenido problemas de impulsividad - dijo Aegon al sacudir un poco su mano -. Aunque me sorprende que haya llegado al extremo de ponerse así con un niño.

Joffrey le dió un sorbo a su té y lo dejó con cuidado sobre la mesa aunque después vibró un poco por el golpe sordo que sonó desde abajo. Rhaegal retrocedió a gatas hasta que el mantel dejó de cubrirlo y se hincó, sobándose la cabeza.

- ¿Cuál es la necesidad de estar jugando bajo la mesa? - preguntó Aegon con una ceja alzada.

- Es el castillo - explicó Rhaegal -. Yo soy el dragón y Aeriel está defendiendo la fortaleza.

Al ser mencionado, el niño se asomó también, mirando a Aegon.

- Hay cientos de mesas. Cualquiera podría ser tu castillo, mocosito - murmuró el albino altes de tocarle la punta de la nariz con el dedo. El niño le sacó la lengua.

- Si pero tú me das galletas. No hay galletas en otras mesas. Puedo soportar tus pies apestosos por las galletas.

- Te daré las galletas si te vas a jugar a la mesa en donde está tu padre, ¿hm? Ve a molestarlo a él - el niño frunció el ceño -. Él tiene pasteles en su mesa - la expresión de Aeriel cambió y rápidamente salió de debajo de la mesa aunque no perdió la oportunidad de tomar unas galletas y ponerlas en la improvisada bolsa que hizo con el bajo de su camisa. Con la otra mano tomó el brazo de Rhaegal para llevárselo al otro extremo del jardín donde Jacaerys y Lucion hablaban.

- Se llevan muy bien - comentó Joffrey con una sonrisa -. Rhaegal estaba muy emocionado por venir a Desembarco del Rey. Estuvo toda una semana hablando de ello. Creo que no hay una sola persona en Lannisport que no sepa que está aquí.

𝐂𝐋𝐀𝐈𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora