Paranoia.

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- Es un nombre poco común para un Lannister.

Lucion sonrió un poco y movió la copa de vino en su mano para que el líquido se moviera en su interior. Su mirada se desvió hacia su hijo, que estaba sentado en el regazo de Joffrey, respondiendo preguntas de Jacaerys y otros lords.

- Joff lo eligió - respondió simplemente, volviendo a mirar a Daeron sin perder la sonrisa - Básicamente lo había nombrado ya desde que el maestre nos hizo saber que estaba embarazado... Me explicó que...

- Es un nombre que significa "rey jinete". Lo sé. Nos lo enseñan a todos cuando aprendemos sobre el linaje de la familia - Daeron tenía tensa la mandíbula y estaba intentando guardar la compostura. De alguna manera su cuerpo parecía recordar la aversión que sentía hacia Lucion. Le daría satisfacción poder darle un puñetazo una vez más.

Sabía de sobra que era un nombre que le gustaba a Joffrey. Lo había elegido desde que lo había escuchado para ponérselo a su primer hijo... Simplemente que no le sonaba del todo bien que el apellido que lo acompañara fuera " Lannister".

- A mí me agrada que sea poco común - Lucion volvió a hablar, pasando de la evidente tensión entre él y el príncipe -. Me gusta que sea algo que distinga su ascendencia. Que sea sabido que, además de ser un león, también es un dragón...

- Eso lo volvería una quimera - Lucerys fue el que habló esta vez, tomando el asiento disponible junto a su esposo. Apenas e inclinó un poco la cabeza para saludar a Lucion. Levantó a Valeryon para sentarlo sobre sus piernas.

- ¿Qué es una quimera, Mhysa? - preguntó el niño. Lucerys le acarició el cabello y le sonrió suavemente.

- Son monstruos que tienen partes de diferentes animales - respondió -. Cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón... Bastante peligrosos. Una amenaza para la naturaleza, a decir verdad.

- Dudo mucho que un niño de seis años pueda ser amenazante - Lucion dejó su copa sobre la mesa -. Aunque... bueno. Algunos pueden ser peligrosos... Especialmente si les ponen dagas en las manos. Pero creo que depende mucho de su educación - le sonrió a Lucerys y después al pequeño -. Rhaegal es un niño divertido y amable. ¿No te gustaría jugar con él? Está emocionado de conocer por fin a sus primos.

El rostro de Valeryon se iluminó unos segundos aunque Lucerys lo apretó con un poco más de fuerza contra su pecho. No le había pasado desapercibido el sutil veneno en las palabras de Lucion.

- Déjalo ir a jugar - murmuró Daeron. Lucerys lo miró como si lo hubiera ofendido -. En Marcaderiva solamente convive con nosotros y Aemond. Si no lo vas a dejar jugar con los hijos de la servidumbre déjalo jugar con su propia familia, Lucerys, por los dioses.

El omega apretó los labios pero finalmente bajó a Valeryon. El pequeño no corrió inmediatamente en dirección a donde estaba Rhaegal sino que se acercó primero a Lucion y le pidió que lo llevara. Le daba vergüenza acercarse así como así a pesar de que conocía ya de vista a Joffrey.

El lord le sonrió y tomó su mano para llevarlo. Lucerys lo siguió con la mirada, mordiendo el interior de su mejilla.
Daeron vio cómo Joffrey lo recibía y lo presentaba a Rhaegal para que jugaran juntos. También Jacaerys había llamado a Aeriel y así los tres se conocieran por fin.

- Volveremos a Marcaderiva hasta después de los festejos - murmuró entonces. Volteó para mirar a Lucerys que estaba a punto de reclamarle -. Pasamos demasiado tiempo allá. Al menos aquí Valeryon y yo tenemos una perspectiva diferente - se pasó una mano por el cabello y volvió a beber de su copa hasta casi vaciarla -. Si tú quieres regresar... hazlo solo. Seguramente Aemond te puede acompañar.

- No dejaré aquí a mi hijo - respondió Lucerys -. ¿No entiendes, Daeron? Aquí podrían hacerle daño...

- Es mi hijo también - soltó con un tono un poco más exasperado. Se llevó una mano al puente de la nariz para presionarlo un poco entre sus dedos -. Lucerys, por favor. Ya lo hablamos y ya tomé mi decisión.

- No parece que entiendas la gravedad del asunto, Daeron - el castaño lo miró aunque después sus ojos se posaron en Valeryon que corría detrás de sus primos para alcanzarlos.

- ¿Qué quieres que haga? ¿Que vaya ahí y lo separe de los únicos otros niños que conoce? ¿Que no lo deje divertirse? - el alfa alzó una ceja y luego negó con la cabeza -. Valeryon es un niño. No puedes pretender que no le pase algo en algún momento de la vida. Ni yo ni tú... ni Aemond... estaremos ahí todo el tiempo - al escuchar esas palabras, Lucerys se levantó de la mesa y Daeron lo miró con una ceja levantada -. Si quieres hacer una escena pídele a Aemond que te haga segunda. Yo no me voy a involucrar...

Lucerys chasqueó la lengua pero se retiró para poder despejar un poco su mente.

•••

Al anochecer, Lucion regresó a la habitación que se le había asignado con Joffrey. Había sido él quien se había quedado junto a su hijo hasta que se quedó dormido y solo entonces pudo regresar junto a su esposo.

Joffrey lo esperaba ya en la cama, terminando de retirar las miles de horquillas que sostenían su cabello en su sitio, así como las joyas que habían decorado su piel durante el día. Todas menos el anillo de león en su dedo.

- Se durmió rápido - le dijo al castaño mientras él mismo empezaba a retirarse la ropa para ponerse la camisa que usaba al dormir. Joffrey le sonrió -. Se divirtió mucho. Está feliz de poder jugar con niños de su edad.

- Ah, entonces verdaderamente está harto de nosotros - murmuró Joffrey y suspiró, aunque había una sonrisa en su rostro. Guardó silencio unos segundos y después habló de nuevo: -. Noté que hablaste unos minutos con... ellos.

- Tu hermano es un verdadero encanto - Lucion hizo una mueca y por fin se acercó a la cama para poder estar cerca de Joffrey. Lo abrazó contra su pecho y el castaño inmediatamente se acomodó sobre éste -. Está asustado.

- Bien - susurró el omega, poniendo la mano justamente sobre el corazón de Lucion. Podía sentirlo latiendo y acercó también su oído para escucharlo. El sonido le parecía reconfortante. Cerró los ojos un momento - ¿Te dijo algo más?

- Llamó a nuestro hijo "quimera."

Joffrey se rió un poco y después levantó la mirada para encontrarse con la de Lucion.

- Tiene audacia el hijo de perra - murmuró. Lucion acomodó unos mechones de su cabello detrás de su oreja.

- ¿Estás enojado? - preguntó con un susurro el alfa. Joffrey terminó por subir a su abdomen y le sonrió desde arriba.

- Mucho... Podría ir en este momento a estrangularlo hasta que pida perdón - respondió en voz baja, tomando las manos de Lucion para ponerlas sobre sus muslos, ahí donde el camisón se levantaba por la manera en la que tenía flexionadas las piernas - ¿Tú estás enojado?

- Deseé poder cortarle la lengua en ese momento... - susurró mientras deslizaba la punta de sus dedos hacia arriba sobre la piel suave de Joffrey, mirándolo a los ojos con una sonrisa que el omega le correspondió antes de inclinarse para besarlo, subiendo poco a poco la intensidad del beso a medida que Lucion lo tocaba más y más.

- Hubiera sido un lindo detalle - bromeó sobre sus labios antes de morder suavemente el inferior -. Pero no debemos ensuciarnos las manos nosotros, mi amor. Sabemos qué debemos hacer. Sabemos cómo jugar - Joffrey movió un poco la cadera para poder sentir la erección que ya se estaba formando en el interior de los pantalones de su esposo -. Lucerys podrá decir todas las palabras venenosas que quiera... Pero ni siquiera así podrá evitar su castigo.

Lución sacó una mano de por debajo del camisón del castaño para poder tomar uno de los listones que lo mantenían atado y así jalarlo poco a poco para aflojar la prenda.

- ¿Cuándo quieres decirles? - preguntó Lucion, mirando la piel que poco a poco se revelaba ante él. Se relamió los labios inconscientemente.

- Cuando sea el momento - susurró Joffrey -. Ahora... Déjame disfrutarte, mi león... Quiero que nos escuchen. Quiero que sepan. No pienso quedarme callado nunca más.

𝐂𝐋𝐀𝐈𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora