CAMINO A CASA 23

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Luego que termina la cena solo quedamos mis suegros y nosotros mi suegro comenta hija, traes a Alessandro como loco, jamás creí vivir para verlo muerto de celos y menos marcar su territorio de esa manera. Mis suegros ríen Alessandro me abraza y dice que te puedo decir papa con semejante mujer, que no puedo dejarla sola ni un minuto porque todos están buscando su atención—,

Ali dice—, que bueno hijo que tengas presente lo que ella vale porque sobra quien se la quiera robar de tus brazos, así que déjate de tonterías, no te quiero ver de nuevo jugando al adolescente con ninguna mujer porque yo misma le presentaré a alguien a Tara—,

Pero mamá, como puedes decir eso, ella es mi mujer, mi futura esposa y la madre de tus nietos—, Eso espero Alessandro que le cuides y la valores ahora vamos a dormir estoy agotada adiós hijos—,

 Nos subimos al coche Alessandro, no suelta mi mano en todo el camino, llegamos a la casa y me carga hasta la habitación, allí me baja, va al joyero y saca el anillo de compromiso. Se arrodilla frente de mí—, Tara, quiero que todos los días de tu vida lleves este anillo como muestra de que tienes mi corazón y mi vida entera en tus manos, te amo como nunca pensé hacerlo, perdona lo del beso, sé que estuvo mal jamás volverá a ocurrir lo juro—. 

Me salen lágrimas de emoción, se levanta y empieza a besar el camino de mis lágrimas hasta llegar a mi boca, nos besamos con deseo, pasión, pero sobre todo con amor, los besos se vuelven más intensos, me arrincona en la pared y me besa con fuerza yo estoy desabrochando los botones de su camisa con desespero. Se la quito y la arrojo al piso, él me suelta el cabello y baja mi vestido, quedando así expuesta por la ropa interior de encaje rojo y en tacones me observa y dice eres—. Malditamente hermosa, ese color te hace lucir demasiado sexi, ataca mi boca de nuevo, yo busco como quitarle el cinturón, luego le bajo su pantalón quedando solo en con un bóxer negro. Me carga y recuesta en la cama, sus besos baja por mis senos y todo mi cuerpo y me entrego completamente a él, a mi futuro esposo, mi Alessandro.

Mi vida te puedo hacer una pregunta —, y yo claro cariño, ¿por qué no me dijiste que eras virgen, querías llegar así al matrimonio?—, yo me pongo colorada—, 

Amor no tengas pena de conversar conmigo, no después de todo lo que paso en esta habitación—,

 Nunca hubo alguien especial, Alessandro—. Soy el hombre más afortunado, no te dejaré escapar, nunca bebe, eres solo mía, pero mejor vamos a dormir, te desvelé mucho por hoy, ya son las cinco de la mañana.


EL SEÑOR EGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora