-¿Todo bien?- preguntó Julián mientras se acostaba en su cama.-Más que bien- contestó Lisandro, parecía estar en un sueño.
-Me alegro entonces- le sonrió Álvarez tapándose y cada uno se dispuso a dormir.
[...]
Después de un buen y merecido descanso, los adolescentes que se encontraban en la casa se levantaron.
Ya eran las doce del mediodía por lo que iban a almorzar directamente.-¡Alguien que vaya a comprar más milanesas!- gritó Paulo quien se había encargado de cocinar ya que el resto no podía hacer ni un huevo duro.
-Yo voy- se ofreció Enzo. -Pero que me acompañe alguien pa' charlar- asintió y como nadie dijo nada tomó a Julián del brazo y lo llevó con él.
-Manejate vos- rió Julián caminando con él.
-Y bueno, si nadie me acompaña- rió mientras caminaban al super que estaba a unas calles.
Caminaron en silencio aunque de vez en cuando charlaban, era un miti-miti.
Al entrar al supermercado caminaron hasta la sección que tenía un gran cartel naranja que decía en mayúsculas "carnicería".-Hola, buen día- saludó Enzo.
-Buen día- saludó el carnicero.
-¿Tiene milanesa?- preguntó y Julián observaba su perfil, como relamía sus labios constantemente por la sequedad de los mismos, sus pestañas largas y sus facciones al hablar.
Julián había quedado tan embobado mirándolo que volvió a la realidad cuando Enzo le dijo que tenían que ir a caja a pagar.
-¿Cuánto compraste?- preguntó Julián, le parecía demasiado.
-No me acuerdo- alzó los hombros pagando mientras Julián reía, Enzo era tan despistado.
Caminaron de vuelta a la casa pero esta vez era en puro silencio, era un silencio cómodo, tranquilo.
Enzo estaba en su mundo, mirando los árboles, las casas, el cielo y todo lo que lo rodeaba mientras que Julián estaba en un mundo pero era el mundo de quien tenía al lado. Volvía a fijarse en sus características, sus rasgos, cada detalle que guardaría como un tesoro en su mente.-Se me hizo más largo el camino de vuelta- rió Enzo entrando a la casa.
-A mí no- negó Julián, había estado demasiado entretenido en mirar a Fernández.
-¡Por fin volvieron!- dijo con alivio y en modo de queja Dybala, se había hartado de cocinar tanto y aún le quedaban milanesas para cocinar. -¡Enzo compraste una guasada!- se refregó el rostro viendo la bolsa llena de milanesas.
-Mejor que sobre y que no falte- rió Enzo alzando sus hombros como si nada pasara.
-Sos un gil- negó guardando muchas milanesas en la heladera, no le faltaban tantas.