El sol se cuela entre las cortinas que Lisandro y Julián ingeniaron hacer con camisas y despierta a Enzo que, a estas alturas, tiene el sueño ligero.
No durmió mucho porque el día anterior se quedó hasta tarde con Julián en la galería de la casa, pero no tiene ganas de descansar otro rato. Solo se queda unos cuantos minutos admirando el rostro del cordobés, sus facciones relajadas y la paz que le da es inigualable.
Le gusta ver sus pestañas largas en quietud, su piel ahora besada por el sol y su cabello castaño que combina demasiado bien con su tez. Acomoda una pequeña mecha de cabello que cae sobre el rostro de Julián y la deja a un costado de su rostro.- Buen día. - escucha que le susurran y mira hacia la cama paralela.
- Buen día, Licha. - le dedica una sonrisa pequeña y se levanta haciendo de contorsionista al dormir del lado de la pared.
A su vez, Martinez replica su acción, pero sin tanto lío, ya que Cristian dormía del lado de la pared.
Ambos caminan a la par hasta la cocina y en un pacto no hablado empiezan a preparar el desayuno para la casa completa.- Linda mañana, ¿No? - dice Enzo preparando las tazas en la mesa.
- La última. - dice con una sonrisa un poco nostálgica y el azabache abre los ojos con sorpresa, recordando que es su último día allí.
- Cierto. - se limita a responder y siguen con su labor en plena tranquilidad.
Sienten pasos en la escalera y ven a Cristian bajar un tanto adormilado. Primero se cruza con Enzo por lo que chocan manos, y luego ve a Lisandro de espaldas y lo abraza por detrás.
Martinez sonríe y se gira para compartir el beso de los buenos días, que probablemente sería el último dentro de mucho tiempo.- Buen día, rubio. - dice Romero con una linda sonrisa para volver a apretarlo entre sus brazos una vez más.
- Buen día. - responde sonriente, recostando su cabeza sobre su pecho.
Enzo, después de ver aquella escena enternecido, decide subir a buscar a Julián a su habitación.
Al entrar al cuarto, se encuentra con el cordobés de espaldas y sin remera Agradecido con el de arriba piensa Enzo y ríe para sus adentros.- Hola, lindo. - le susurra abrazándolo a lo Cristian Romero.
Julián pega un saltito por el susto, pero luego ríe notando que es Enzo quien lo abraza.
- Buenos días. - responde sintiendo como su piel se eriza cuando las manos del moreno recorren su torso.
Sus mejillas se tonan carmín y agradece que Enzo no pueda ver aquello.
Las manos del azabache recorren su torso sin pudor hasta que siente que es suficiente y se separa después de darle un pequeño beso en su cuello.- Linda forma de saludarme, che atrevido. - finge quejarse Julián y el otro ríe.
- Ajá, te re molestó. - dice riendo. - Cambiate y vamos a desayunar. - le pide y el otro acata con rapidez.