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Las lágrimas amenazan con salir del los ojos de Julián pero el dueño de ellas las retiñene con fuerza

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Las lágrimas amenazan con salir del los ojos de Julián pero el dueño de ellas las retiñene con fuerza.
Mordisquea su labio y mueve su pie para enfocar su atención en otra cosa que no sea llorar ni en el agarre de Enzo.

‐¿Todo bien?- pregunta la joya acercándose  hasta donde ambos se encontraban.

Paulo era uno de los únicos que se había dado cuenta de la ausencia de ambos a pesar de estar un tanto distraído pollereando con Oriana.
Julián aprovecha el descuido de Enzo y rompe el agarre que tiene sobre él corriendo su brazo y separándose del morocho.

-Vamos a la mesa- dice Álvarez con tal de quebrar el silencio incómodo que se formó y camina con Dybala hasta la sobremesa que están compartiendo.

Enzo se queda parado y no los sigue, se frota el rostro con las manos como si eso quitase su frustración y camina hacia el patio empezando a teclear en su teléfono nuevamente.

-¿Qué pasó?- pregunta Dybala mirando a Julián antes de volver a la mesa.

-Ni yo sé- admite y suelta un suspiro. -No sé qué le pasa a Enzo, te lo juro- comenta.

-Alto esquizo amigo, no le des bola- bromea Paulo para que Julián cambie su humor y lo logra sacando esa linda sonrisa que Álvarez tiene a relucir.

Vuelven a sentarse en la mesa y se unen a las conversaciones que se están dando en ella.
Rápidamente son incluidos en las charlas, las botellas se vacían y los vasos se llenan cada tanto.
Y a pesar de que tiene muchas cosas que podrían distraerlo; Julián no pierde la preocupación por su chico, aunque este lo haya herido.

La noche vuela y Leandro junto a Rodrigo tienen que despedirse del grupo para volver a la casa del ojiclaro.

-A mimir loco- habla Lisandro estirándose y ríen bajo.

-Lo que digas- ríe Cristian cargandolo como si se tratase de una bolsa de papa.

-Ay no, bajame- pide golpeando su espalda suavemente.

Julián mira la escena y sabe que daría todo por estar así con Fernández.

Después de acomodar levemente la cocina y el comedor, cada quien sube a su habitación para poder descansar adecuadamente.
Cristian se queda en la cocina por pedido de su chico, mientras que este espera que Julián salga de bañarse para poder charlar con él sobre el sobre el acercamiento que había tenido con Enzo.

Álvarez, por su parte, siente el agua caliente recorrer su cuerpo y agradece el sentimiento abrasador de calma que lo invade en la ducha.
Julián cierra sus ojos disfrutando de sentir como sus músculos se relajan y las ganas de dormir lo irrumpen.

Después de un rato en la ducha, el cordobés cierra la llave del agua y esta deja de correr,  toma una toalla y la envuelve en su cadera.
Camina hasta el espejo y se mira por unos segundos, sacude su pelo para que las gotas dejen de caer y sale del baño chocándose con él, con ese que no sabe si quiere ver o dejar de ver, con ese que lo vuelve loco.

-Juli, ¿Podemos hablar?- pregunta Enzo.

Los ojos del azabache están visiblemente rojos y llorosos, su mano rasca la coyuntura entre su brazo y su antebrazo.
Julián observa con detenimiento aquella acción que Fernández tiene y se da cuenta de que nunca antes lo había visto hacer eso.
Nota también que el pie del morocho está inquieto.

-¿Hablar de..?- pregunta aunque sabe perfectamente de que quiere hablar.

¿De qué querría hablar si no fuera de eso?

Enzo suspira y ahora es él a quien le toca analizar al otro.
Nota el torso desnudo, la toalla atada a su cadera de una forma que lo descoloca ridículamente y unas pocas gotas que aún recorren sus clavículas y pecho.
Suspira de forma tonta, ahora, dándose cuenta de la belleza que tiene en frente. Se atonta recorriendo con su vista la piel levemente dorada por el sol que ha tomado durante el viaje, recorriendo sus hombros y abdomen tonificados y las exquisitas facciones faciales del oriundo de Calchín.

-Enzo- repite Julián por tercera vez sacudiendo su mano frente a su rostro.

Fernández sale de su trance y enfoca su mirada en la del contrario.
Se relame los labios y pronuncia una sola palabra.

-¿Ah?-

-Te pregunté, ¿De qué querías hablar?- repite y Enzo hincha su pecho de aire tratando de tomar coraje.

-De todo lo que estuvo pasando estos últimos días- aclara. -De lo mal que te traté hoy, de que te ignoré antes- suspira pensando en aquellos actos de los que se arrepiente. -De todo eso- asiente con la cabeza.

-Está bien, te escucho- responde Julián poniendo toda su atención en el morocho.

-¿Podemos hablar en otro lado? Es que estamos en medio del pasillo viste..- comenta Enzo, que preferiría para esa ocasión un lugar más privado en el que puedan hablar.

-¿Querés ir a la galería?- pregunta y Enzo asiente.

Bajan las escaleras y atraviesan el ventanal de cristal.
Hay una brisa leve y el cielo está oscuro. Resaltan las estrellas pareciendo lo único que ilumina el lugar.
Ambos se sientan en un escalón de la propia escalinata de la casa, sienten una correntada de aire chocar contra sus rostros y eso, por algún motivo, alienta a Enzo a hablar.

-Bueno, no sé ni por dónde empezar- admite el morocho y Julián lo mira de reojo.

-Por donde se te haga más fácil- lo alienta girandose para poder estar cara a cara.

-Está bien- pasa sus manos por su pantalón, tratando de que aquello le quite los nervios, y empieza a relatar aquello que lo atormenta un poco.

-Está bien- pasa sus manos por su pantalón, tratando de que aquello le quite los nervios, y empieza a relatar aquello que lo atormenta un poco

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n/a: espero les guste mucho, gracias por
tanto amor💞

𝗦𝗨𝗠𝗠𝗘𝗥 𝗛𝗢𝗨𝗦𝗘; 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝘅 𝗷𝘂𝗹𝗶𝗮́𝗻 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora