Capítulo 1 - Días de instituto

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El despertador de su teléfono móvil sonó como cada mañana, lo detuvo tras estirarse como un gato antes de salir de la cama sin pereza alguna, era su momento favorito del día. Se cambió el pijama para vestirse con un cómodo chándal y unas zapatillas para correr y salió de casa donde su padre todavía dormía.

Inhaló el fresco aire matutino y tras unos breves estiramientos comenzó a trotar por la calle justo cuando el sol comenzaba a iluminar el barrio donde vivía, las casas eran sencillas, apenas había vehículos aparcados y la gente no solía madrugar tanto, por lo que prácticamente el barrio era suyo.

Foosha era una ciudad dormitorio que lindaba con Goa, la capital de la isla Dawn. Era un lugar tranquilo que tenía sus escuelas, institutos y supermercados como cualquier otra ciudad. También era una ciudad costera, tenía hermosas playas y un acantilado donde se reunían muchos jóvenes para demostrar su valor y lanzarse al mar desde tal altura, además, lo bueno que tenía era la proximidad que había con la capital, que en apenas tres paradas de tren podía acceder a la gran metrópolis con sus grandes centros comerciales, recreativos y cualquier otro sitio que cualquier adolescente pudiese soñar.

Recorrió su barrio en unos minutos mientras pensaba en el menú que prepararía para el día siguiente y continuó por la ciudad atravesando el centro y otro barrio más hasta llegar a la larga cuesta que daba a las preciosas vistas al mar y allí se detuvo. Siempre que miraba el océano le invadía esa sensación de libertad que le daba también cuando estaba en la cocina. Recuperó su aliento y se sentó en el borde para disfrutar de su espacio y su momento, se sacó un cigarrillo de la chaqueta y lo encendió dando luego una larga calada.

- El chef de primera clase Sanji está listo para empezar el día – declaró al basto mar.

Terminó su cigarrillo, regresó a casa para darse una ducha y se puso su uniforme: unos pantalones largos azul oscuro, camisa blanca, corbata negra y chaqueta azul clara, que a su parecer, le resaltaban sus ojos del mismo color, se secó el cabello rubio y se hizo su habitual peinado dejando que el flequillo cubriese su ojo izquierdo y por mucho que pelease con ella todas las mañanas, la invicta ceja rizada no hubo forma de peinarla, por lo que la dejó en su forma natural tras un resentido suspiro.

Fue a la cocina a preparar su desayuno y dejó la cafetera lista para cuando su padre despertase, que apareció justo cuando ya estaba recogiendo.

- Buenos días, berenjena enana – saludó un hombre de unos cincuenta años que cojeaba, todavía no se había puesto su prótesis en su pierna izquierda, que fue directo a por una taza de café.

- Buenos días, viejo de mierda – le devolvió el habitual saludo entre ellos. Cogió los bentos que tenía preparados de la noche anterior y antes de que pudiera salir por la puerta, este se interpuso - ¿Qué quieres ahora?

- ¡Inspección sorpresa! – gritó alzando sus manos directo a por el chico que trató de defenderse y huir, pero su padre era más fuerte que él y consiguió su propósito metió sus manos en cada bolsillo que tenía el uniforme y encontró lo que no debía.- ¡Lo sabía, estúpido mocoso! – le dio un buen calvote en la cabeza para luego pegarle con la cajetilla sin compasión alguna - ¿Cuántas veces tengo que decirte que esta mierda te matará?

- ¡Siempre estás con lo mismo, viejo! – intentó librarse, pero no pudo hasta que el mismo Zeff quiso. – Se lo guardo a un amigo.

- ¡No me mientas! – le dio una buena patada en el trasero con el muñón – ¡Como vuelva a verte fumar te echaré a la calle, mocoso rebelde!

- ¡Ouch! – se quejó mientras cerraba la puerta de casa, aun podía escuchar el sermón de su padre. Recorrió toda la calle y al girar la esquina sacó de uno de sus calcetines otra cajetilla que había escondido ahí – Estás perdiendo facultades, viejo~

Quiero que seas egoísta - Instituto One PieceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora