- Me tienen hasta los mismísimos ovarios. – Gruñó de mala leche mientras se encendía un cigarrillo de muy mal humor.
Estaba harta, muy harta de los burócratas pisa papeles que había en los despachos que básicamente se dedicaban a calentar sus vagos traseros en sus sillas de lujoso cuero. Esas sillas que supuestamente estaban colocadas ahí para gente con ganas de ayudar a otras y en cambio sólo se dedicaban a hacer bulto. Ojalá pudiera darles una buena patada a todos ellos, pero no podía, solo era una asistente social del montón, estaba buscando la manera de ascender y aún no había manera de que reconociesen su trabajo.
Ya era de noche y la mayoría de los supermercados que había cerca de su despacho estaban cerrados por la hora que era, asi que le tocaba ir al combini y le caía francamente mal la dependienta de allí. Le miraba fatal porque sabía que se estaba saltando la dieta cada vez que iba a verla y comía todos los dulces que se le antojaba por la ansiedad que tenía encima, pero no le quedaba otra si quería comer, no le apetecía nada llegar a casa y encontrarse la nevera vacía ya que no le había dado tiempo a hacer la compra.
Al girar la esquina y cruzar la calle vio a un niño fuera del combini que miraba hacia el escaparate con evidente interés por unos dulces que habían expuestos ¿Y quién no? Pensó decidiendo que al menos compraría media docena de cada en cuanto entrase. Supuso que estaba esperando a sus padres dentro, pero se sorprendió al ver que solo estaba la estúpida dependienta que ya le miraba con burla antes ni siquiera de pedir sus dulces.
- Oye, – La llamó así aun sabiendo su nombre, ya que estaba escrito en su placa identificativa - ¿Ese mocoso cuánto tiempo lleva ahí fuera?
- Yo qué sé, – respondió con desgana encogiéndose de hombros – un buen rato.
- ¿Cuánto coño es "un buen rato"? – Frunció el ceño la pelirroja - ¿No se te ha ocurrido llamar a la policía?
- Ay tía, yo qué sé. – Era evidente lo poco que le importaba todo aquello, su móvil era mucho más importante porque ni le miraba a la cara y estaba con la vista puesta en la pantalla. – Llama tú si eso. – Depositó en el mostrador la bolsa de dulces – Son 800 beries.
- Ahí tienes, siempre es un placer venir aquí. – Respondió con sarcasmo tronando la lengua.
- Sí, sí... - Se despidió la dependienta.
Dadan quiso dar un portazo, pero era una maldita puerta automática, asi que se quedó con las ganas y dio una larga calada a su cigarrillo que apuró y aplastó el resto con la suela del zapato, echó una mirada al crío que le miraba con interés y fue ella cuando se dio cuenta de la quemadura en el ojo izquierdo de este, supo de inmediato que necesitaba ayuda.
Para no asustarlo se sentó en el banco que había fuera en el combini y sacó uno de los dulces de la bolsa poniendo mala cara.
- Esa inútil me ha puesto el pastelillo de chocolate cuando se lo he pedido de crema. – Se quejó en voz alta haciéndose oír – Oye tú, niño. – Este se sorprendió cuando ella le dirigió la palabra - ¿Lo quieres?
- Y-Yo, yo no... - Dio un paso hacia atrás con intención de huir.
- Soy alérgica al chocolate, – mintió dejando el dulce sobre una servilleta alejándolo lo máximo posible de ella para que el niño lo alcanzase sin temor a que ella le tocase – cómetelos tú, sino me tocará tirarlos a la basura y sería un desperdicio.
- Ah... - Su estómago rugió de hambre, estaba claro que lo tenía, sus mejillas estaban algo hundidas. Ella se encendió otro cigarrillo y dejó que el chico se tomase su tiempo para, al final, coger el dulce que devoraba a toda velocidad.
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Quiero que seas egoísta - Instituto One Piece
FanficAmbientado en un mundo alternativo de One piece los protagonistas pasan su vida diaria como estudiantes en el típico instituto japonés. Zoro x Sanji Portada por MyFairy