Capítulo 6 - Tarde de quejas, tarde de sorpresas

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El primer curso acabó bien para el Trío Monstruoso gracias a la dedicación y sabiduría de Sabo. Los tres aprobaron finalmente todas sus asignaturas, salvo Luffy, que había suspendido solo una y le tocaría estudiar en vacaciones, pero para lo que venía siendo de estúpido, había sido todo un milagro que aprobase todas las demás.

Sanji se lo agradeció preparando los platos favoritos de Sabo y Ace junto a una botella de vino por parte de Zoro para una cena romántica de la que se encargó el joven cocinero en casa de los Monkey, eso sí, sacó a patadas a Luffy de allí obligándole a dormir en casa del peliverde, aunque eso no era precisamente un problema para ninguno de ellos.

Las vacaciones pasaron rápidamente sin apenas verse. Zoro fue a un periodo intensivo con los de su club de Kendo para practicar en otro dojo en Goa, Sanji se dedicó a ayudar a Zeff con el restaurante, por mucho que su padre le dijese que disfrutase de sus días libres e hiciera el idiota fuera del Baratie, y en parte, eso hizo.

Durante el curso había tenido un par de novias con las que una estuvo solo unas semanas y la otra no llegó al mes, antes de que acabase el instituto se declaró a otra compañera de un curso superior con la que pasaba sus tardes, hasta que también esta cortó con él.

Las clases se reanudaron demasiado pronto para gusto de todo estudiante. En segundo, coincidió con Luffy, Nami y Robin, no podía estar más contento por tener a las chicas más guapas de todo el instituto en la misma clase que él, siempre estaba pegado a sus faldas y a la mínima que ellas necesitasen algo acudir a complacerlas. La que se aprovechaba más de la situación era Nami que, aunque pareciese un auténtico baboso, era bastante respetuoso con ella. Pensó que ese sería el año en el que por fin tendría una novia estable, que la suerte estaría de su lado, pero cada vez que lo intentaba con alguna, tarde o temprano cortaban con él.

De eso precisamente estaba quejándose por enésima vez el rubio en casa de Zoro, Luffy había sido más listo, por una vez en su vida, y viendo la tarde que se avecinaba en casa de su amigo, dijo que tenía cosas que hacer, así que allí estaba, el que no tenía escapatoria, escuchando las quejas del frustrado cocinero.

- Es que no lo entiendo. – Repitió una vez más con una cerveza en la mano y el corazón roto – No sé porque, da igual con quien salga siempre me dan la patada ¿Qué tengo de malo? ¡Joder soy guapo y encantador!

- ¿Quién dice eso de uno mismo? – Murmuró molesto a la lata de la misma bebida que tenía en sus labios el de pelo verde al escuchar los halagos que se hacía Sanji.

- Tu puede que estés ciego o que las algas de tu cabeza te aprieten tanto el cerebro que no entiendas mi encanto, pero ellas si y es lo que importa.

- No debe de ser así si al final te rechazan. – Sonrió con malicia.

- Eres un imbécil integral. – Lloriqueó sobre la mesa cansado de que le rompiesen el corazón.

- ¿Por qué no haces tú lo mismo? – Preguntó harto de tanta tontería – Si lo único que quieres es acostarte con ellas hazlo y punto.

- No me lleves al lado oscuro, némesis de la caballerosidad. – Se incorporó para gritarle y señalarle con el dedo – Que tú hagas eso no significa que yo quiera lo mismo.

- Es más fácil así. – Se encogió de hombros.

Totalmente al contrario que Sanji, Zoro era de pocas palabras con las mujeres, la mitad se mostraban vulnerables y débiles con ese aire de fragilidad que tan poco le gustaba y las otras eran molestas e interesadas, no se dejaba embaucar por ellas y la mayoría cuando él mostraba su frialdad acababan alejándose pronto, las otras les parecía bien con que se divirtieran un rato, aunque tuvo problemas con un par de ellas al querer repetir y él dejó bien claro que no.

Quiero que seas egoísta - Instituto One PieceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora