26.

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Estaba corriendo como loca, tiros iban y venían por todas partes, solo me concentraba en que ninguno de ellos impactará en mi cuerpo, las personas caían muertos o heridos por todos lados.

Me imaginaba como estaba el loco de mi hermano, o el sabelotodo de Shuntaro.

Sentí como me jalaron del brazo, volteé a ver a la persona dispuesta a darle un puño. Detuve mi brazo cuando vi que era mi novio.

—¿Estas bien?—me miro el rostro desesperado, iba a contestar pero una bala casi me da, así que empezamos a correr de nuevo, solo que esta vez uno al lado del otro.

Pasamos al lado de mi hermano, el cual se encontraba viendo a un chico con un disparo, tirado en el suelo.—¡Ryohei! ¡Carajo muévete de una vez!—le grite desesperada mientras seguía corriendo, sabía que Chishiya pararía si yo lo hacía, además mi hermano tenía una suerte algo extraña, lo podían moler a golpes, pero jamás lo matarían, era como una regla.

Disparos sonaron cerca de donde se encontraba mi hermano, lo cual me hizo detenerme, pero una persona bastante conocida para mi me tomó del brazo haciendo correr de nuevo.

—Chota.—exclame agitada.

—No te detengas, Arisu va a estar bien.

Yo solo asentí para ver como Chishiya me hacia señas para que fuera con el.

Se encontraba detrás de un auto con Kuina, corrí con Chota a mi lado hasta llegar con el. Al segundo sentí como balas sonaron a mi espalda.

—Concéntrate o morirás.—supongo que Kuina le gritaba eso a mi hermano.

—¿Estas bien?—mire a Chota preocupada. El me dio una sonrisa.—¿Donde esta karube?—mire a todos lados como si con eso mi amigo fuera a aparecer

—Esta allá.—señaló detrás de un auto a unos cuantos metros de nosotros, logre ver la cabellera rubia de mi amigo.

Solté un suspiro tranquila.—Que alivió.

Sentí como tomaron mi cara rápidamente.—No te alejes de mí.—Chishiya se veía preocupado.—¿Entiendes?

—Mhn.—solté en modo de afirmación.

—¿De donde están disparando?—hablo Kuina. Como si lo hubiéramos practicado, todos miramos arriba, donde se movía la aeronave.

—Míra es el rey de espadas.—hablo sarcástico mi chico.

Todos miramos como se movía de posición la gran nave en el aire.

—Ten toma.—Chishiya le dio una bomba improvisada a Kuina, ella la tomó confundida.—Un amuleto.

—¿Que es ésto?—la miro.—¿Una bomba?

El saco otra de su bolsillo.—Úsala en caso de que sea necesario.

Yo solo los mire con una sonrisa.

Se escucho un grito de Usagi.—Arisu, es ahora o nunca.

—Esta bien.—grito mi hermano de regreso.—¡Vamos!

Se escucho como corrían.

Los pasos se detuvieron.—¡Arisu!

—Sigue vivo.—rodé los ojos, por la estupidez de mi hermano.

—Solo corre, ¡idiota!—grite molesta, intentado levantarme del lugar, pero Chishiya me agarro de los hombros.

—Solo espera.

Lo mire, para luego calmarme un poco, esperando a mi hermano, pero lo único que escuchaba en ese momento fue silencio.

Se escucharon pasos rápidos, mire en ese dirección y vi a Karube correr hacia donde estábamos.

—¿Y Arisu?—pregunto nada más llegar.

Su respuesta se contestó por si sola, cuando escuchamos más disparos y a mi hermano ponerse detrás de otro auto, con Usagi y un chico siendo cargados por ellos.

—¿Estas bien?—la pregunta de mi hermana, nunca tuvo respuesta, ya que colocaron al chico con cuidado en el suelo. Estaba muerto.

—¿Como están?—hablo Kuina ellos miraron en nuestra dirección.—¿Están heridos?

Chishiya levanto la mano a modo de saludo.

Más tiros sonaron cerca del lugar.

—Tenemos que movernos.

—Si nos vamos moriremos.—Usagi le contestó a Kuina.

Se escucho la bocina de un auto acercándose a nosotros.

El auto paro al estar cerca de nosotros, yo fui la primera en levantarme.

—Suban ahora.—Tatta golpeó el techo del auto, apresurandonos.

—Tatta.—grito Arisu.

—Dense prisa.

—Ann—esta vez fue Kuina la que grito.

Todos corrieron al auto cuando la puerta de este se abrió, entraron todos, pero Chishiya y yo intentábamos esquivar las balas mientras nos acercábamos.

—Rápido.—nos grito Kuina.

Cuando estuvimos apunto de entrar una bomba cayó en nuestros pies.—Mierda.—susurro Chishiya.—Arranquen.—me jalo del brazo para correr hacia un auto, y con su cuerpo cubrir el mío.

—Chishiya, Kima.—el grito de Kuina sonó, desgarrador.

La bomba estalló a nuestro lado, pero solo nos causó una leve molestia en los oídos.

Nada de que preocuparse.

Cuando vimos que las cosas se calmaron Chishiya hablo.—Tengo una idea.—lo miré—Podemos salir de el juego de el rey de espadas, para entrar en otro, así corremos menos peligro de morir.

Tenía razón.—Es cierto.—le di una sonrisa.—Vamos nos.

Con cuidado salimos de detrás del auto para caminar tranquilos hacia un lugar lejano a la gran carta que estaba sobre nuestras cabezas.

[...]

Luego de unas horas caminando, salimos del juego del rey de espadas, entre la caminata y nuestras conversaciones, encontraba un lugar donde pasar la noche, parecía mentira pero habíamos pasado por una tienda, y nos encontramos unas galletas saladas, eran deliciosas.

Esa fue nuestra cena.

—¿Estas bien?

—Claro.—lo mire confundida.—¿Por que la pregunta?—me encontraba sentada en su regazo con me cabeza en su pecho, el estaba recostado en un pequeño sillón que habíamos encontrado en el lugar.

—Como estas lejos de tu hermano, me imagine que estarías mal.

—No me preocupa mucho Arisu, tiene a Usagi y a los chicos, además es muy inteligente, todos van a estar bien, te lo aseguró.—lo mire, el en ningún momento me había dejado de ver, era como si estuviera embobado conmigo de alguna manera.—¿Que pasa?—pregunta divertida.

Su respuesta me saco una gran sonrisa.—Eres hermosa.—rozo sus dedos por mi mejilla.—Te prometo que te voy a cuidar, pase lo que pase.

—Lo mismo le digo, señor Shuntaro, es lo mejor que tengo en mi vida.—acerque mi cara a su rostro, con mis ojos en sus labios, moje mis labios, para luego mirarlo a los ojos y hablar.—No te vas a librar de mi tan fácil.

Soltó una carcajada.—Como si lo quisiera hacer.—se acercó a mi, para rozar nuestros labios.—Eres lo que le da sentido a mi miserable vida, como voy a querer deshacerme de ti.—con cada palabra nuestros labios se acercaron cada vez más. Hasta llegar a un punto de no retornó—Te amo.—me miró fijamente, con un brillo en sus ojos.

—Te amo.—al decirle eso con el mismo amor que el por fin unió nuestros labios.

De verdad amaba a este hombre.

◇Mi Reina◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora