17.

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Habíamos llegado a la playa luego de el juego.

Estábamos de camino a la sala de juntas, para entregarle la carta al sombrero.

—Buenas, buenas.—Kima estaba de muy buen humor, y lo demostró con el saludo que le dio a los ejecutivos al entrar. Al perecer estaban teniendo una reunión. Mire a todos en la habitación, para encontrarme en una esquina a Arisu.

—Oh, ya llegaron los estábamos esperando.—el sombrerero le una gran sonrisa a mi novia, lo que hizo que apretara más fuerte el agarre en nuestras manos, ella estaba un poco más adelante que yo, daba la impresión de que me estaba jalando para todos lados.—Vengan, tomen asiento, necesito que estén en la reunión.

Nosotros simplemente, tomamos asiento, como era de esperarse estábamos sentados uno al lado del otro.

En el momento que habíamos tomado asiento el sombrerero comenzó hablar. Yo simplemente miraba como Kima estaba jugando con mi mano entre las suyas, midiendolas y dándose cuenta que la mía era mucho más grande, solté una pequeña risa.

—¿Que pasa Chishiya, hay algo que quieras decirnos?—mira en dirección al sombrero.

—No es nada, disculpa por interrumpir.—todos en la habitación menos Kima estaban sorprendidos, y no era extraño, la verdad es que nunca me habían visto u oído reírme de verdad. Mire nuevamente la unión en nuestras manos, sintiendo la mirada de todos en nosotros dos.

Luego de un tiempo dejaron de vernos.—...Como en el juego de corazones que jugo Kima, junto con su hermano.—levante la mirada, y Kima hizo lo mismo.

—Dime Kima, ¿tienes algún consejo para mi?

—No, ninguno, solo se que alguien con poco intelecto no podría pasar un juego de corazones.—contesto sería.—Y viendo que en esta sala hay pocas personas que tienen algo de inteligencia, lo más seguro es que en el tan deseado diez de corazones se maten entre ustedes.

Lo había dicho con tanta calma, que parecia que los demás no sabían si enojarse o no.

—¿Insinúas que somos, estúpidos?—ese había sido el número dos.

—Oh, no para nada, en ningún momento dije eso.—se toco el pecho, simulando estar ofendida, el tono sarcástico lo diferenciaba cualquiera de aquí a Colombia.

El tema murió, cuando el sombrerero empezó hablar de otras cosas.

—...Eso es todo, pueden retirarse.—todos nos levantamos de las sillas después de que el sombrerero dijera que iba a jugar esa misma noche. Vi unas miradas entre Aguni y Nigari, era obvio que planeaban algo.—Menos tu Arisu, tengo que hablar contigo.

El se quedó en la sala miéntras los demás salíamos.

—Hermosa, vamos a la habitación, quiero descansar un poco.

—Estoy completamente de acuerdo contigo.—me dio una sonrisa, para luego hacer una mueca de dolor.

—¿Que pasa?¿Estas bien?—pare de caminar para ponerme enfrente de ella.

—Es que en la caja no nos permitían tocar nada, pero nunca lo dijeron, así que yo me acerque a tocar una de las paredes, y me paso corriente.—me mostró la palma de su mano la cual se encontraba, roja.

—¿Por que no me lo habías dicho?—tome su mano entre las mías.—Vamos rápido a la habitación.

[...]

Cuando llegamos a nuestra habitación, busque en uno de los cajones las pomadas que habíamos tomado de una farmacia.

—Ven, dame la mano.—coloco su mano en la mía  la cual se encontraba estirada para que la pusiera allí.

◇Mi Reina◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora