KIMA
Nos encontrábamos buscando un auto, o más bien yo me encontraba buscando un auto por que Chishiya iba detrás mio, viendo en mi dirección.
—Oye me vas a ayudar ¿o que?—a lo lejos vi un auto que seria útil, en este lugar, así que sin esperar respuesta de su parte comencé a trotar en esa dirección.
—Al parecer ya no necesitas mi ayuda.—lo mire mal, para poner mis ojos en el carro que tenia frente a mi. En definitiva, si era uno de los antiguos.
—El señorito, ¿me podría traer el diesel?—hable sarcástica. El soltó una risa, para luego acercarse.
[...]
Toque el claxon del carro, para que salieran los chicos con Chota.
A los minutos ya se encontraban dentro del auto, Chishiya manejaba y yo iba de copiloto, en los asientos traseros se sentaron los chicos.
Todo el camino hacia la playa, fue entre bromas y chistes malos de parte de Karube, Chishiya se mantuvo serio todo el camino, aunque de vez en cuando me apretaba el muslo, o simplemente lo sobaba, parecía que lo hacia inconscientemente.
—Y el lugar.
¿Es seguro?—Chota que todavía estaba recuperándose de su ataque de risa recientemente, preguntó, haciendo que todos callarnos. Yo miré a Chishiya, el seguía con la vista fija en el camino. Lo bueno es que ya estábamos cerca.—Te soy sincera, no lo es, todo en ese lugar es muy inestable. Esta dividido por dos bandos, están los militares y los seguidores de el sombrerero, el cual es el jefe.—hice comillas con mis dedos en la última palabra.—Los militares, son los que manejan las armas, también se encargan de eliminar a los traidores.—ellos me miraron algo asustados, bueno Arisu y Chota, Karube solo estaba serio.—Y los seguidores del sombrerero, solo se divierten y ganan cartas para el.
—Okey, esto es muy extraño, si los militares, tienen tanto poder en ese lugar, como dices, ¿por que no han tomado el lugar?—esa pregunta ya la esperaba.
—Pues, hermano mio eso es fácil, el líder de los militares, Aguni, y el número uno o sea el sombrerero, son como mejores amigos, por eso Aguni mantiene la paz para el sombrerero.—el asintio.
—Wow, ese lugar es una locura.
—Si lo dices solo con lo que les estoy contando, imaginen cuando lo vean en persona.—cuando termine de decir eso, se logro ver el gran hotel con las luces encendidas.—Hablando de la casa de los locos, este es el lugar.
Ellos miraron con sorpresa, se me había olvidado comentarles que había luz en el lugar.—Ah, y algo más, existen tres reglas en la playa, la primera es que siempre deben estar en trajes de baño, según el sombrerero así no se pueden ocultar armas, la segunda es que todas las cartas que obtengan son de la playa, o sea del sombrerero, y por último pero no menos importante, muerte a los traidores.
Vi por el espejo del auto como los tres abrieron los ojos sorprendidos. Chishiya a mi lado soltó una risa burlona, para adentrarse al lugar, y frenar en la entrada de el mismo.
El bajo del auto, y yo lo seguí, se coloco a mi lado para luego agarrar mi mano. Escuché como los chicos salían del vehículo, para seguirnos, nosotros nos adentramos al lujoso hotel, caminando por los pasillos en dirección a la sala de juntas, en el camino nos encontramos a Kuina, la cual se acercó a mi, para darme un pequeño abrazo y al ver mi mano sujeta a la de Chishiya, me dijo que tenía que contarle que había pasado, yo le dije que luego la buscaba, pata contarle todo.
Seguimos caminado tropezando con gente borracha, drogada o hasta teniendo sexo, hasta que llegamos a el pasillo donde se encontraba la sala de reuniones, ese siempre se encontraba vacío, ya que los militares lo cuidaban por órdenes de Aguni.
—Bueno chicos.—volteé en su dirección para hablarles.—Allí dentro se encuentra el sombrerero, van a hablar con el y les va a decir cuales son las reglas y otras cosas más.
—Okey.—los tres habían hablado al mismo tiempo.
Los mire una última vez, para tomar la mano fe Chishiya, la cual había soltado, al haber echo eso, empuje la gran puerta y me adentre junto con los otros.
—Oh, pero mira que sorpresa, si son los reyes de diamantes.—el sombrerero mostró una gran sonrisa. Mire al rededor y me encontré a Aguni y al pesado de Nigari.
—Hola, sombrerero.—le di una sonrisa.
—Ya te había extrañado, linda.—el intento acercarse a mi pero Chishiya me colocó detrás de él, para que el sombrerero no se me acercará.—Okey, ya entendí, sin abrazos.—el retrocedió los pasos que había avanzado.
Mire a Aguni el cual me estaba mirando, entendí la señal y salí de la espalda de Chishiya para ir en su dirección.
Él y yo habíamos tenido una conexión, desde que nos habíamos visto, le tenía mucho aprecio, y por lo que veo el a mi.
Su voz se escucho por toda la sala.—Te extrañe, pequeña.—el abrió sus brazos y yo salte a ellos, me sentía como en casa, con el sentía una paz distinta, a cuando abrazaba a Chishiya, los abrazos de Aguni eran paternales, me hacían sentir segura. Los de Chishiya me hacían sentir segura, protegida y amada. La cosa era que amaba los abrazos de los dos.
—Yo también te extrañe, grandulon.—el soltó una risa para ponerme en el suelo. Cuando estuve en el suelo, camine hacia Chishiya de nuevo, al estar a su lado, miré al sombrero, se veía sorprendido, bueno más bien todos en la sala lo estaban, hasta Chishiya lo estaba solo que el lo disimulaba más.
—Bueno ¿y no me vas a abrazar a mi?—el idiota de Nigari, como siempre.
—Ni lo sueñes, idiota.
—Bueno, no vayan a pelear.—el sombrerero hablo antes que el imbecil de Nigari saltará a matarme y yo hiciera lo mismo con el.—Veo que traes compañía.—por primera vez desde que entramos a la saña, miró a los chicos.—¿A que debo esto?
—Ellos se quieren unir a la playa.—me estaba dando la vuelta para salir.—Ah, y antes de que se me olvide.—Metí mi mano en el top deportivo, y saque la carta del siete de corazones.—Ten.—se la tendí. Tome la mano de mi novio para salir del lugar escuchando, como el sombrerero reía y me alagaba una y otra vez.

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◇Mi Reina◇
Fiksi PenggemarEl amor no era bien recibido en borderland, pero a ellos no les importo mucho, por que siempre que estaban juntos sabían que nada malo le iba a pasar al otro. Espero y mi historia sea de su agrado, denle una oportunidad les juro que no se van a arre...