Capítulo 19

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Gemma Miller.


Cuando desperté sentí una respiración en mi nuca que me provocó una sonrisa. Una mano estaba apoyada en mi hombro y giré despacio para quedar de cara a Asher. Acaricié su cabello castaño y me acerque para besar su frente

—Chiquito de tía

Me levanté y rodeé la cama de almohadas. Tamara ya no estaba dormida, así que fuí a la cocina y la encontré charlando con Kara

—Buenos días. —las saludé yendo directo al refri para tomar la leche. —¿Qué hacen?

—El desayuno, ¿Asher sigue durmiendo? —me preguntó mi hermana.

—Si.

Kara me señaló las donas encima de la mesa.

—¿Qué tal la charla de anoche?

Yo las miré y no pude evitar sonreír.

—Bien, como las de todas las noches. —respondí.

—Han pasado dos semanas desde la muerte de Álvaro y sé que es poco, pero... Creo que ya es tiempo de que le digas lo que sientes.

—No, aún no.

—Oh, vamos Gemma.

Estás dos últimas semanas he pasado las noches charlando con Arian en la puerta de mi edificio o en su auto. También cenamos juntos y él parecía feliz, cosa que en serio me alegraba. Él supo muchas cosas de mí y yo de él.

A él le gustaba la pizza con piña y yo la odiaba.

A él no le gusta el chocolate y yo lo amo.

A él le gustan las películas de terror y a mí no.

A él le gusta usar calcetines blancos sin importarle que se ensucien y a mí no.

A ambos nos gusta el invierno.

Cuando era pequeño su sueño era crear una pequeña ciudad solo para perros y otra para gatos. Amé eso.

Le gustaría casarse antes de cumplir 31.

Y muchas cosas más.

Cada noche que entraba a mi departamento, esperaba con ansias la siguiente solo para verlo, pero aún seguía sin tener el valor de decirle lo que sentía. Ni siquiera nos hemos besado. Pasábamos tanto tiempo hablando, riendo y comiendo dulces que ni siquiera sabíamos que existían.

Sus besos siempre iban directo a mi frente y aunque las ganas de besarlo eran muchas, no lo hacía. El tiempo que estamos pasando juntos es increíble y quería guardar esas noches en mi memoria para siempre.

Eso nada lo va a borrar.

—Se lo diré cuando crea que es el momento, pero ahora no lo es. —dije y salí de la cocina para ir a la sala. Encendí el televisor dejando el canal donde siempre construían cosas.

Hoy era Sábado y también había quedado de venir a verme y pasar horas dentro de su auto charlando de algo random. Sonreí al pensar en verlo de nuevo.

El sonido de mi teléfono hizo que dejara la leche sobre la mesita y lo tomé. En la pantalla pintaba el nombre "mamá" así que respondí.

—Hola, mamá.

Ella soltó un grito.

—¿Por qué no me habías respondido el teléfono? ¡Llevas tres días sin hablar conmigo! —me regañó.

—Tengo tarea mamá, lo lamento ¿Cómo estás?

—Bien, bien cielo. ¿Estás ocupada?

—No, ¿Qué pasa?

Aquella Noche ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora