Capítulo 5

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La dejó de mirar en el momento en que ella comenzó a removerse en el asiento. Supo que si lo cachaba mirándola, probablemente le pegaría un golpe y probablemente él no sabría explicarle por qué razón no podía dejar de verla. Ella aún tenía su saco sobre su cuerpo, cubriendo sus hombros y pecho

Se había estacionado frente a un 7-Eleven, ya que ella se había dormido y no había alcanzado a decirle dónde vivía y Kara se había marchado con su amigo Isaac, así que no le quedó de otra que esperar a que despertara y así llevarla hasta su casa

La observó abrir poco a poco los ojos soltando un largo bostezo

—Buenos días. —murmuró él y ella se volteó con la mejilla apoyada en el asiento, mirándolo. —Salimos del bar a las cuatro, te dormiste antes de darme tu dirección

Gemma formó una mueca.

—Ya veo. ¿Qué hora es?

—Casi las siete.

Ella soltó un suspiro.

—Tengo que ir a casa, darme un baño y después ir a casa de mi madre. —dijo buscando su teléfono.

Arian se dió cuenta de lo que buscaba y se lo tendió.

—Me lo diste anoche, por cierto, tu padre te llamo.

—¿Respondiste?

—No.

Ella asintió y le echó una mirada a las dos llamadas que provenian Washington.

—Iré a Washington el miércoles y como mi padre vive allá, seguro que quiere asegurarse de que no me falte nada. —comentó.

Él asintió.

—¿Quieres un café? —le preguntó. —Hay que aprovechar que estamos en un Eleven.

—Leche, solo eso.

Él sonrió.

—Leche, de acuerdo. ¿Algo más?

Ella asintió. Sacó de adentro de su escote un billete de 20 dólares y se lo tendió.

—Traeme un Shampoo de coco.

—¿Shampoo?

—Si, de esos que usas para lavar tu cabello y que huela bien...¿No los conoces?

Arian entrecerró los ojos y abrió la puerta.

—Que graciosa.

Salió del auto y entró en la tienda. Nunca, nunca había conocido a una chica que por la mañana le pidiera leche y un Shampoo, era algo raro, pero también algo que le provocaba una sonrisa extraña en el rostro.

Fue directo al pasillo de aseo personal y leyó detenidamente cada Shampoo hasta que encontró el de coco. Fue hasta las heladeras, tomó leche y un café para él.

Al pagar no utilizó el billete que ella le había dado, si no que él pagó todo. Guardó el billete dentro de la bolsa en la que iba el Shampoo saliendo con la leche y el café en la otra mano.

Al entrar de nuevo en el auto, ella se había quitado los tacones y los arrojó a la parte trasera del auto.

—Aquí tienes.

—Gracias.

Él le dió un largo trago a su café y la miró beber del cartón de leche.

Era hermosa, Gemma era más que hermosa. ¿Cómo era posible que en 24 horas ella lo haya besado dos veces? Y esas dos veces él lo disfrutó. Esa chica sabía cómo dar un beso. Le llamaba la atención ese cabello verde hasta sus hombros, sus uñas pintadas de negro, ese lunar en su labio inferior, sus ojos color miel y la forma en que se le formaban esos hoyuelos en sus mejillas cuando sonreía.

Aquella Noche ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora