Epílogo

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Epílogo

Gemma Miller

Tiempo después.

—¿Ya está grabando? —le pregunté a mi padre antes de subir las escaleras de mi casa

—Si, ya. —respondió.

—Espera, la vela está apagada. —dijo Lina acercándose con el mechero. —Listo

Subí los escalones hasta la habitación correspondiente y empujé la puerta con la punta del pie. El cuarto estaba oscuro. La esposa de mi padre se encargó de abrir las cortinas dejándome ver el pequeño cuerpo sobre la cama en forma de un coche

—Feliz cumpleaños a tí... cumpleaños feliz...—canté dejando el pastel a un lado para ponerme de cuclillas al lado de la cama. —Mi amor...Feliz cumpleaños.

Sus ojos verdes me miraron y se removió bajo las sábanas un momento antes de incorporarse.

—Tengo seis. —dijo con la suave voz que tiene. —Ya soy grande.

—Si, tanto que mañana mismo te pones a buscar empleo. — le dijo su abuelo revolviendole el cabello castaño.

—¡No quiero un empleo, Abuelo! —se quejó.

—Entonces no crezcas.

Nos echamos a reír y yo le coloqué el pequeño pastel frente a él.

—Pide un deseo. —le pedí dándole un beso en la frente. —Si no lo pides con los ojos cerrados no se hará realidad.

Cerró los ojos y sopló la vela provocando que Lina y mi padre aplaudieran.

—Te amo, mami.

—Y yo a ti bebé.— lo cargué en brazos negandome a soltarlo. —Tu abuela Lina te ayudará a cambiarte mientras yo preparo tu regalo ¿Okey?

—¡Siii!

Salí con el pastel de la habitación y mi padre me siguió. Bajamos las escaleras y lo dejé sobre la mesa quitándole la vela.

—¿Estás segura? —me preguntó a mi espalda.

—Si, papá. —suspiré negándome a dejar salir las lágrimas. No me puedo derrumbar. —Tiene que saber sobre su padre, el lugar donde descansa.

—De acuerdo.

Me pasé las manos por el cabello y fuí por las llaves de mi auto. Tuve que enseñarme a conducir ya que con Jayden en mi vida, tenía que llevarlo al colegio, después ir a mi trabajo y volver a casa.

—¡Estoy listo, mamá! —escuché su vocecita a mi espalda.

—Bien, vamos. —lo tomé de la mano. —Despídete.

—Adios abuelos. — les lanzó un beso antes de salir de casa.

Lo subí a la camioneta y abroché su cinturón antes de subir yo. Le gustaba mucho dibujar en la tableta y eso era lo que hacía en cualquier recorrido que teníamos.

Le eché una mirada por el espejo retrovisor antes de arrancar.

Después de la muerte de Arian mi mundo se derrumbó. No podía respirar sin que me doliera el pecho, no quería comer, no quería ver a nadie, no podía con nada de lo que me pusieran enfrente. Pasé dos semanas encerrada en el departamento hasta que un día Isaac tiró la puerta abajo sacándome casi en un estado de desnutrición.

Me llevó al hospital y fue cuando me dieron la noticia de que estaba embarazada de siete semanas. No sé cómo es que el embarazo siguió si lo único que hacía era llorar, beber agua y dormir, pero lo hizo.

Y aunque suene poco creíble, Jayden me salvó la vida mucho antes de que naciera.

Porque en cuanto me enteré, un poco del dolor que sentía se marchó. No me había dejado sola, me había dejado una parte de él dentro de mí. Un bebé que ambos hicimos con amor, un hijo que habíamos planeado, nuestro hijo.

Pasé el embarazo rodeada de todos. Kara y Isaac se quedaban en el departamento las noches que Tamara no podía, mi madre también se quedaba conmigo y mi padre viajaba cada fin de semana a Chicago para verme.

Cuando Jayden nació, me mudé a Washington. Mi suegra fue la afortunada de ponerle el nombre. Él también la había salvado a ella, ya que la tristeza de haber perdido a su esposo y a su hijo la dejó en el suelo. Henry lo adora y es que mi bebé se parece demasiado a su padre.

Sacó sus ojos. Esos ojos que me enamoraron y que recuerdo cada que cierro los míos diciéndome Te amo todas las noches.

Le dí todo mi amor, toda mi protección y se la seguiré dando hasta el último de mis días. Dicen que un hijo te cambia la vida y si, cuando realmente se quiere, lo hace. Jayden me la cambió a mi salvandome del abismo que la muerte de su padre me dejó.

¿Soy feliz? Si, lo soy porque cada que abrazo a mi hijo lo siento también a él. Al hombre que me demostró que el amor es real, que abrir mi corazón estaba bien.

Al hombre que sigo extrañando, pero que también siento cerca mío a cada paso que doy.

Estacioné la camioneta en el lugar indicado y me giré para verlo.

—¿Llegamos? —me preguntó.

—Si, llegamos.

Lo bajé tomando su mano para caminar con él por el camino de pinos altos cubiertos de nieve.

No volví a poner un pie en Chicago después del nacimiento de mi hijo.  Todo en esa ciudad me recordaba a él, así que le pedí a Zack y con el permiso de la familia de Arian que trasladarán sus restos hacia un cementerio en Washington.

Dónde se suponía que empezaríamos una vida juntos.

No sé negaron. Venía aquí cada cumpleaños, cada aniversario, cada ocasión especial, pero nunca había traído a Jayden, quien sabía que su padre estaba en el cielo, pero no sabía el lugar donde descansaba.

Nos detuvimos delante de la tumba dónde se leía.

Arian Jayden Wilson

Amigo, Esposo e hijo
Siempre en nuestro corazón.

Me senté frente a ella y le hice una señal a Jayden para que se sentará en mi regazo.

—Papá está en el cielo, pero este pequeño lugar es para cuando te sientas triste y quieres hablar con él o cuando solo quieras contarle algo. Te sentirás más cerca de él. —acaricié su mejilla. —Pero recuerda que papá siempre estará en tu corazón, como...

—Como el mejor piloto de carreras de la historia.

—Exacto.

Lo abracé durante un buen rato mirando la nieve caer y por un momento sentí que él estaba ahí. Abrazándonos a ambos y susurrando en nuestro oído que ha estado a nuestra lado siempre.

—Vamos, el resto de la familia viene para acá. —me puse de pie.

—¿Vienen Asher y Claudia?

—Si, tus primos también vienen.

Celebró y se adelantó en el camino.

—Te amo como el primer día, Arian Wilson. —dejé un beso sobre la lápida. —Y te seguiré amando.

—¡Mamá, vamos!

—Ya voy.

Caminé de nuevo a la camioneta y antes de dejar el cementerio atrás, besé el anillo que me colocó aquel día y recordando Aquella Noche en que me cambió la vida para siempre.

Todo comenzó Aquella Noche.














Fin.


















Aquella Noche ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora