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Abro los ojos sintiendo mis párpados pesados, el lugar donde me encuentro está sumido en la oscuridad tanto así que no puedo ver mis dedos de los pies, no sé si me han mantenido aquí encerrada por más de un día pues me había quedado dormida varias veces pero al menos los mismos hombres que me mantienen encerrada ya atendieron mis heridas, mis costillas y abdomen se encuentran vendados.

El lugar que es algo parecido a un habitáculo no tiene nada, ningún mueble, solo el pequeño colchón la cual yo me encuentro acostada, era asfixiante y mi barriga empezaba a doler porque quería orinar y no quería hacerlo en el suelo.

Me levanto y arrastrando mi cuerpo por la pared tratando de ubicar la puerta, llego hasta ella golpeándolo con la mano hecha en puño. -Quiero orinar -Suelto al hombre que me observa del otro lado de la puerta. -Ya no aguanto.

No me hace caso, doblo las piernas aguantando no soltar aquel líquido que me insitaba en salir -Quiero ir a un baño -Vuelvo a hablar.

-No está permi -Por fin contesta pero es interrumpido. -Dame la llave.

-Si, comandante.

Doy pasos atrás alejándome, solo hay silencio hasta que oigo la puerta ser abierta y una luz casi cegadora molesta mi vista.
De ahí por lo poco que puedo ver, está parado un hombre con bastante musculatura, en su rostro una barba abundante de color blanca.
No lo conozco.

Él me toma del brazo y me saca a estirones, conozco el recorrido del palacio por lo que sabía que nos dirigíamos al baño, no hablo ni él tampoco, su mano presiona con bastante fuerza sobre mi piel, de vez en cuando, miro su espalda y siento temor de su autoridad.

Me empuja dentro del baño y me suelta para luego cerrar la puerta, lo miro aguardando a que él se marche, señalo con mis ojos que lo haga y él ladea la cabeza.

-¿Te da pudor orinar en mi presencia pero no coger con aquel inútil y llevar a su hijo?

Lo entendí, no se moverá y yo ya no aguantaría un segundo más.

Alzo rápidamente mi vestido y me siento en el retrete sin poder mirar a aquel hombre, suelto un largo suspiro de alivio y acaricio mi barriga, estaba apunto de explotar.
Me pasa el papel y sabía que lo hacía con la finalidad de avergonzarme aún más.

-La caballerosidad ante todo -murmuro irónica en voz baja.

Me levanto y él vuelve a abrir la puerta.

-Irás junto a él.

-¿A quién? -Consulto.

-Neón.

No disimulo mi rostro de espanto, él lo nota pero me ignora mientras camina, lo sigo pegada a su espalda, mirando a mi alrededor, el palacio estaba en ruinas, todos los muebles echados a perder, sangre por los suelos, el ambiente es de penumbras, nos cruzamos con varios soldados, la cual lo saludan a él con respeto, yo podría haberlo faltado ya que lo miraba a los ojos, pero no decía nada.

Se detiene frente a una puerta, lo toca y escuchamos la voz de Neón ordenando pasar.

-Adelante -Aquel hombre de barbas blancas habla y hace un ademán con sus manos en señal de burla, luego da media vuelta y me deja sola.

Refunfuño y con poca valentía, empujo la puerta adentandrome para estar en presencia de aquel hombre que ha marcado mi pasado.

Lo veo sentado de espaldas, tenía una camisa negra y los brazos recostados sobre sus piernas cubierta con un pantalón blanco. Manchado de sangre. Y no estábamos solo nosotros, también estaba Milos.

Desnudo, tirado boca abajo en el suelo. Me acerco cautelosa a Milos, interrogando a Neón.

-¿Qué le hiciste? -Neón tira un cuchillo al suelo, haciendo que me sobresalte y me detenga.

-¿Estas orgullosa del esposo que tienes?

-¡¿Y qué querías que hiciera?! -Grito ya no aguantando las lágrimas -¡Estaba sola con una hija, no tenía ayuda ni ingresos para alimentarme!

-Hubieras esperado a que yo volviera -Responde alzando la voz con enojo -Mira cómo te tenía. -Se levanta y colocándose frente mío, toca mi pecho con un dedo, como si quisiera apuñalarme -Si estás orgullosa por lo que has vivido con él, ve olvidandolo todo, conmigo no estarás con caprichos.

-¿Vivir en caprichos? ¿Piensas que él me ha dado en consentir?

-¿Entonces eres una puta? ¡Estás embarazada de él!

-¡Él es mi esposo, eso no es ser puta!

-Y lo dices con orgullo -Toma mi rostro con una mano y la presiona zarandeandome -Abortaras, no permitiré sangre sucia dentro de ti.

Me suelta acercándose a Milos, vuelve a tomar el cuchillo del suelo y tomándolo del cabello, levanta su cabeza, él estaba inconsciente.

-Detente Neón, ya no más -Suplico.

Presiona el cuchillo sobre su rostro y tiras de líneas rojas se marcan, entonces, tomo el brazo de Neón y lo atraigo a mí, acerco mi rostro a él y lo beso, intentando que suelte a Milos, hasta que lo logro.
Neón me corresponde y toma mi rostro con ambas manos, me besa con vehemencia, tanto así, que no logro aguantar su excesiva fuerza por lo que no puedo evitar retroceder hacia la pared, Neón previendo a que choque con brutalidad, coloca una mano sobre ella.

-Quiero cogerte -Habla entre suspiros para luego volver a besarme, con dificultad le respondo -No, en serio, estoy muy mal, mis heridas volverán a sangrar.

Rezonga ante mi respuesta, se notaba hastiado, pero yo no tenía suficiente fuerza para aguantar su cuerpo. De forma lenta, caigo al suelo, dejándome descansar sentada, Neón me observa desde su altura.

-Deja a Milos, por favor, ya no continúes, si lo que quieres es que me separe de él, aquí me tienes.

-Abortaras.

-Lo haré, no me negaré.

-Te mantendré encerrada hasta que yo diga basta, si es con cadenas, lo haré.

-No me negaré.

-Vete, vuelve por tu camino -Ordena.

-Bien.

Me levanto sacudiendo mi vestido, insegura por lo que haré, coloco una mano en su rostro y lo beso pero ésta vez, él no me corresponde. Solo quería incitar a que no vuelva a tocar a Milos y si él, aún continúa sintiendo aquel amor que en algún momento juro tenerlo, podría hacerlo.

Lo suelto y camino alejandome de él.

-Te extrañé -Escucho su voz baja.
Me detengo unos segundos, pero sin saber qué responder, continúo mi marcha.

El Pecado De Ser MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora