Capítulo 26

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Actual.

-Señora, señora, levantese por favor.

Me remueven en la cama y gimo del dolor.

-Señora.

-¿Qué? ¿Quién?

-El señor ordena que se levante a comer, hoy no está de muy buen humor- Habla la mujer que ahora observandola mejor es la esclava del Palacio.

-Dile que... que... ya me levanto- Hablo resignada, cuando la mujer está por retirarse la detengo- No, no, espera ¿Puedes ayudarme a cambiarme?

La mujer rápidamente se acerca a mi ayudándome a devestirme, mirando con pena mi brazo.

-¿Aún no se acostumbra a vivir aquí?- Pregunta ella y yo observo el techo de la habitación.

-Realmente estas tres semanas son un infierno para mi, extraño a mi padre y mi hermano- Susurro entristecida- Pero supongo que me iré acostumbrando, aunque aún me cuesta el hacerlo teniendo sólo una mano.

-Ánimo señora, de seguro la relación con el señor mejorará, el te quiere ¿No?

¿Me quiere?

En estas dos semanas en que convivo con él no me ha vuelto a tocar, obviamente eso significa que aún sigo siendo virgen. Se mantiene distante conmigo, haciéndome dudar en cuál será su próximo movimiento.

Además, aún sigo afectada luego del suceso.

-Supongo que si...

Somos interrumpidas al escuchar la puerta ser abierta apareciendo Neón.

-Largo- Dice él y la mujer rápidamente se aleja de mi e inclina su cabeza para luego retirarse.

-Cambiate, no me gusta ese vestido- Habla Neón acercándose al armario y sacando un vestido de color amarillo tirandomela por el rostro.

Dificultosamente comienzo a vestirme bajo su atenta mirada, lucho un poco para meter el vestido por completo a mi cuerpo, dificultandome de gran manera al pasarla por mis brazos.

-¿Ya te haz cambiado la venda del brazo?

Yo asiento con la cabeza, mintiendo, no queriendo que Neón toque mi cuerpo.

-Bien, ahora quiero que te peines y pongas tu mejor cara- Dice acostandose en la cama mirándome- Saldremos.

Busco el cepillo para cabello y me coloco frente al espejo comenzando a arreglarme.

-¿A dónde vamos?

-Al concejo.

-¿Y dónde es?

-Al otro lado de la ciudad, iremos en auto.

-¿En auto?- Pregunto sorprendida.

-¿Es que nunca haz subido en una?- Yo niego con la cabeza- Tus padres te mantenían viviendo en un círculo de ignorancia.

Sonrío triste.

Es cierto, siempre fueron muy sobreprotectores conmigo, en especial mamá.

Observo triste mi rostro, es imposible poner una mejor expresión, mis ojeras son evidentes e incluso estoy mucho más flaca, el estrés en mi hace que no pueda estar tranquila, mucho mas, al tener los ojos de Neón todo el tiempo en mi.

-Termine- Digo susurrante y Neón se levanta tomándome de la mano izquierda, comenzando a caminar fuera de la habitación.

Salimos del Palacio y yo aún miro impresionada el hermoso jardín, realmente nunca he visto esto más que en la televisión, jamás pensé que llegaria a pisar este lugar.

Neón se detiene y yo trato de soltarme de su agarre mostrando un evidente rechazo hacia su toque más él me lo impide.

Vemos llegar un auto de color negro muy bonito estacionandose cerca nuestro, con una cara de estúpida, me quedo observando tratando de tocarla con la mano derecha más me detengo al darme cuenta de que ya no la tengo para hacerlo.

Realmente tengo mucha vergüenza en salir de esta manera, no quiero que nadie observe mi cuerpo, no quiero que nadie vea mi brazo.

Desde que estoy así, me es inevitable no sentir una repulsión  por mi misma al ver que soy inútil en muchas cosas, y ver la espada de Neón en cada momento no ayuda en nada para superar este trauma.

-Ya sube- Dice Neón aburrido abriendo la puerta trasera, subo y me acomodo en los asientos sin dejar de mirar todo impresionada, Neón se coloca al lado mío y da la dirección al chofer.

Veo todo con ojos brillosos la ciudad, es enorme en comparación con mi pueblo, aunque el disturbio aquí es notable.

Observo a Neón concentrado con un aparato en su mano.

-¿Eso es un celular?- Pregunto sorprendida.

-Si- Responde sin prestarme atención.

Me acerco un poco a él y veo que se encuentra escribiendo.

-Es la primera vez que lo veo, siempre lo he visto en la tele- Digo acercandome aún más.

-¿Es que meteras tu cabeza en ella?- Dice poniendo su mano en mi rostro y alejandome- No leas mis mensajes.

-¿Yo no tendré uno?- Pregunto ilusionada.

-No.

-¿Por qué?

-Las mujeres lo tienen prohibido.

Frunzo el ceño y lo miro de mala manera.

-¿Eres el señor ahora no? Cambia la ley.

Neón comienza a reír cerrando los ojos.

-No seas estúpida amor, no lo haré por un capricho tuyo.

-Entonces prestame la tuya.

-No.

-¡Entonces legalizalo!

-¡Cállate!- Dice gritando- Eres exasperante mujer.

Suspiro de frustración y me mantengo mirando la ventana sin volver a mirarlo, luego de varios minutos de silencio, llegamos a un gran edificio de arquitectura muy tradicional, con estatuas de hombres a su alrededor, una en especial llama mi atención, un hombre parado junto con una mujer arrodillada ante él, la única estatua de una mujer.

Al verlo eso hace que mi mal humor se agrande y aguante las inmensas ganas de romper la estatua.

Veo a Neón abrir la puerta y bajarse para luego pasarme su mano para yo tomarla y bajarme.

-En todo momento mantente detrás mío, no mires a nadie a los ojos y mantén la cabeza gacha- Habla antes de comenzar a caminar.

Al procesar toda su palabra me doy cuenta de que Neón me ha traído en el peor lugar posible para una mujer.

Comenzamos a caminar, tomándome muy en serio sus palabras prácticamente me apego a su espalda, a nuestro alrededor se encuentran únicamente hombres de gran porte, al adentrarnos es mucho peor para mis nervios, todos se quedan mirándonos y Neón se lo toma como algo normal.

Entramos en un gran salón con llenos de asientos de forros de color rojo, la mayoria ya ocupados por varios hombres, bajamos las escaleras y Neón se dirige a una en especial que está en medio del salón.

-Te sentaras a mi lado y ni si te ocurra mirar al hombre que se sienta a tu lado- Habla y yo asiento.

En todo momento me mantengo mirando al frente, donde se encuentra un gran escenario, pero al sentir a alguien sentarse al lado mío, me es inevitable no girar la cabeza y observar.

Sorprendida, abro la boca al ver al hombre de los tatuajes.

Él me sonríe, no se si tomarlo como un saludo o burla, olvidandome de las palabras de Neón, abro la boca para saludarlo pero al instante callo al sentir un fuerte apretón en mi mano.

-Vuelves a mirarlo y te juro que te castigare enfrente de todos- Murmura en mi oído Neón y yo trago saliva.

Tengo el presentimiento de que nada bueno ocurrirá.

El Pecado De Ser MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora