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Meto en mi boca el bizcocho al mismo tiempo en que tomo la taza de café y termino de la misma dejando caer pequeñas gotas sobre mi mentón, el huevo hervido es lo siguiente, la tomo y la dirijo a mi boca que hasta del desespero, incluso muerdo mis dedos.

Neón se encuentra del otro lado de la mesa mirandome inexpresivo, su codo apoyado sobre ella mientras su mano reposaba sobre su mejilla, en todo momento se mantuvo en silencio, evito conectar miradas con él ya que aún no me acostumbro a su presencia, por lo que fingo a que él no se encuentra aquí.

No me había dado cuenta y una cáscara del huevo también lo había tragado, comienzo a toser y golpeo mi pecho en un puño, agarro el vaso llena de agua y la trago.
Una vez satisfecha, me recuesto por completo sobre la silla.

-Ven aquí.

Estaba demasiado llena como para levantarme y caminar, quería hundirme en mi silla, pero la mirada impaciente de Neón me advertía que lo hiciera.

Me pongo de pie y sacudo mi vestido, llego hasta Neón y él me toma del brazo obligándome a sentarme sobre sus piernas. Con su mano derecha, recuesta mi mejilla sobre su cuello.

-¿Estuvo bien? -Se refería al desayuno.

-Si.

Acaricia mi espalda y tiemblo bajo su toque. Miro a través de la ventana y noto gran movimiento de soldados, a su vez armaban una pequeña plataforma de madera y montaban una ¿horca? Arqueo mis cejas intrigada y Neón lo nota.

-Hoy tenemos un espectáculo. -Besa mi frente por leve segundos, me levanta de sus piernas y se pone de pie, me mira de arriba para abajo y hace un asentimiento -Estás acorde.

Me autoevaluo, me había bañado y unas criadas recogieron mi cabello en un rodete, tenía puesto un vestido de color negro la cual llegaba hasta mis pies, no era mi elección, tenía que hacerlo, son órdenes de él.

Escucho la campana de la iglesia sonar, Neón coloca una mano sobre su cuello y la mueve, tronandolas, él también estaba vestido de negro, una remera de mangas largas y un pantalón a su medida, el cabello la tenía algo despeinado, pero era el toque perfecto para un hombre de gran tamaño como él.

Coloca una mano sobre mi espalda y me empuja.

-Yo caminaré adelante, estarás detrás mío en todo momento, no mires para arriba, ni a tu derecha o izquierda, solo mira abajo ¿Entiendes? -Asiento -No hables si ni te doy la palabra, no llores ni te quejes, ya no te tendré paciencia.

Nos miramos unos segundos, hasta que él desvía la mirada y comienza a caminar, siguiéndolo yo.

Salimos del palacio y una gran cantidad de personas se encuentran reunidas, al ver a Neón, sueltan pequeños gritos parecidas a ¿fervor, enojo o entusiasmo? No podía distinguirlas, pero debido al gran barullo, me era casi imposible concentrar mi mirada en el suelo, por lo que, desobedeciendo a Neón -y con recelo a que lo moleste -estiro mi brazo y tomo su mano tratando de agarrar confianza, él se detiene y mi frente choca sobre su espalda, retiro rápidamente mi mano pero él la vuelve a tomar y la presiona, retoma su camino por lo que, creyendo que es un sí de su parte, también continúo.

Llegamos al pequeño escenario, no quería subir junto a él pero me obliga a hacerlo, veo el lazo de la horca rozar sobre mi brazo y me apego aún más a Neón. Vuelvo a romper otra de sus órdenes y hablo.

-¿Tú me ahorcaras? -Digo con voz temblorosa y sacudo su brazo -¿Por qué? ¿Es por eso que hiciste que comiera tanto, para darme unos minutos de felicidad?

-Cállate -Me corta en voz baja.

Se acercan dos guardias a él, suelto su mano y rodeo su cintura con mis brazos, escondiendo mi rostro sobre su abdomen.

-Señor, aguardamos órdenes. -Neón no habla durante varios segundos, tampoco siento sus brazos rodear mi cuerpo, por lo que supongo que las tiene alzada.

-Trealo.

Ambos se marchan presurosos y oigo que obligan a un hombre a subirse al escenario, aquel hombre suelta varias maldiciones luchando por soltarse y reconozco su voz.
Es el padre de Milos.

-¡Maldito seas Neón! -Escupe a nuestros pies, giro mi cuello tratando de mirar pero Neón coloca una mano sobre mi cabeza, haciendo que la mantenga gacha -¡Y tú, eres una mujer enferma! ¿Así pagarás al padre de tu esposo?

-Ejecutenlo.

Escucho que lucha, incluso es necesario que más guardias lo contengan, gimo por debajo con temor, pues aunque Neón tenga su brazo sobre mi cabeza puedo ver por el rabillo del ojo que colocan la soga alrededor de su cuello.

Elevan su cuerpo al aire y la soga presiona su cuello.

Tapo mi oído izquierdo, los quejidos lastimosos de aquel nombrado suegro se escuchan de forma calamitosa, los minutos pasan y pasan, hasta que ya no se lo escucha.

-Tiren su cuerpo y dejen que los animales lo devoren, todo aquel que trate de rescatar y enterrarlo será ejecutado.

Comienzan a bajar su cuerpo, mientras Neón da palmadas sobre mi cabeza y me habla.

-He aquí tu resarcimiento. -Veo que ocho mujeres también son obligadas a subir, todas con la panza ligeramente abultadas.

Me suelto de él, conocía a todas ellas, son las mismas que se mofaban de mí.
Eran las amantes de Milos.

-¿Y ellas qué falta han hecho?

-Quizás nada, pero juré que todas sus generaciones venideras morirán, eso incluye a las que darán frutos. -Alza el brazo -¿Por qué las ves con lástima? Sabían que eras su esposa, no te tuvieron compasión al fornicar con él.

Una de ellas se tira ante los pies de Neón, yo retrocedo.

-Ten misericordia, mi señor ¿Qué culpa recae en su servidora? Fue él quién buscó deleites fuera de su morada. -Me mira, a pesar de la situación, me es inevitable mirarla con antipatía, aguanté burlas en silencio, incluso la indiferencia de Milos -Juro que seré su servidora más fiel.

Neón sonríe, luego me mira -¿Crees que merezca tu perdón?

-Ellas no tienen la culpa -Suelto queriéndome desligar de la disputa.

-Bien, ella será la primera en morir.

Las ocho mujeres empiezan a gritar con aflicción, les doy la espalda y agacho la cabeza.

El Pecado De Ser MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora