Pretérito.
¡Hoy es mi cumpleaños!
Cumplo quince años.
Mi madre me ha prometido dar un recorrido por el pueblo, por lo que ansiosa, como mis uñas aguardando el momento.
-¡Eider, ven aquí te daré tu regalo!- Grita mi madre desde la cocina.
Emocionada corro junto a ella, pero luego freno y camino mostrandome desinteresada.
-Mira, es regalo de tu padre -Señala la caja sobre la mesa -se encuentra trabajando con tu hermano, por lo que me dijeron que te los entregue.
Me pasa la pequeña caja envuelta, la tomo.
-Un vestido.... otra vez.
Debía de haberlo supuesto, papá siempre me regala vestidos.
-¿No te gusta?
-Si, si, si.... me encanta- sonrío forzosamente.
-Esta es de tu hermano.
Tomo la caja y la zarandeo un poco.
De él nunca viene nada bueno. Nunca.
La abro dudosa viendo que dentro de la caja hay nuevamente una pequeña cajita.
Ruedo los ojos.
-¡Es una estúpida caja mamá! Mira- tomo la cajita y mamá lo mira curiosa, la abro mostrándole que se encuentra vacío- ¿Ves? No tiene- Me detengo y observo mi mano al notar unas patas largas y peludas.
Al instante suelto un grito tan fuerte, que hace que mi madre ponga sus manos sobre sus orejas, sacudo mi mano una y otra vez, llorando asqueada por tocar una araña.
Mamá saca su zapato y la aplasta.
-Te prometo que cuando llegue tu padre hablaré seriamente con él.
-¡Mentirosa! ¡Si te estás riendo!
Mama trata de disimular su sonrisa y rápidamente agarra una caja.
-Mira, mira, esta es la mía ¡ábrela!
Sorbo un poco mi nariz y agarro la caja desenvolviendola.
Mis ojos brillan de la emoción y abrazo a mi madre.
-¡Gracias!
Tiro mis zapatos ya viejos al suelo y me coloco el que mi madre me regaló, de color blanco muy lindas y completamente cerradas.
-Sabes Eider, últimamente un hombre ronda por los alrededores de tu casa, me es un poco raro, ya que nunca antes lo había visto por aquí- Comenta Rin, nos encontramos sentadas en el patio de mi casa comiendo sandías, por ser mi cumpleaños, su madre la permitió visitarme.
ESTÁS LEYENDO
El Pecado De Ser Mujer
Saggistica"Quiero casarme con el hombre que amo". Pensaba desde pequeña, sabiendo los límites que tendría, aún así, decidí no rendirme. "Quiero casarme con Rafael". Pensaba luego al ser mayor y darme cuenta de que nunca podría casarme con el hombre que amara...