Capítulo 23

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Es la peor noche de mi vida.

¿Pero saben qué es lo peor?

Que justo esta noche, antes de consumar completamente el matrimonio en la cama, llegó mi ciclo menstrual.

Y sumandole a eso es que no sé  cómo decírselo a Neón.

Él se encuentra bebiendo con un grupo de hombres y yo al lado suyo sentada sin saber qué hacer.
Mis manos comienzan a temblar al sentir el agobiante dolor causado por la menstruación.

Y puedo sentir como la sangre apeligra en traspasar mi vestido.
Estoy incómoda, tan malditamente incómoda, que no se qué hacer para salir de esta situación.

Agarro la manga del traje de Neón y lo estiro llamando así su atención.

Él me mira fulminante.

-¿Qué?

-¿Puedo ir al baño?- Pregunto en un susurro.

-Está al segundo piso, a la mano izquierda- Habla tajante- ¿Quieres que te acompañe?

Niego y él me mira dudoso.

-Solo quiero verme en el espejo- Murmuro levantándome y alejandome.

Camino separando un poco más de lo normal las piernas al sentirme mojada y sucia, tratando de pasar desapercibida entre toda la gente.

Coloco mis manos bajo mi vientre sintiendo el fuerte dolor en ella, no tengo nada de qué ponerme ni tampoco nada de qué tomar ¿Ahora qué haré? No podré volver así a la fiesta.

Comienzo a subir las escaleras, esforzandome el doble al sentir el horrible dolor, siempre he tenido este problema, cada vez que el período llega, es de fundamental obligación no moverme de mi cama por un día entero. Mi padre y hermano siempre fueron comprensibles conmigo en este aspecto, saben lo fatal que me siento.

Y sumándose otro más, el estrés acumulado empeora todo, mi cuerpo se siente pesado y mis pechos me duelen horriblemente.

Al subir por completo las escaleras, me dirijo rápidamente al baño, al tomar la manija de la puerta, alguien más la toma por mi abriendola desde adentro, causandome un susto y que inevitablemente choque fuertemente mi cuerpo con la persona.

Cojo un poco de aire con la boca al sentir un profundo dolor en la parte baja de mi estómago y veo la sangre caer al piso.

Mierda, mierda, mierda.

Cierro los ojos sintiéndome completamente avergonzada, ninguno de los dos nos movemos, sé que ha visto la sangre, sé que se ha dado cuenta de lo ocurrido.

Quiero desaparecer.

Abro un ojo y alzo la cabeza observando a la persona, miro sorprendida al reconocer al hombre de tatuajes.

Abro la boca, él me mira de manera muy seria, sin demostrar absoluta emoción.

-Lo siento- Digo bajito, disculpandome. No por el choque, sino por lo que acababa de ver- Lo siento tanto.

Él asiente lentamente con la cabeza, apartandose de la puerta y manteniéndose inmutable sin dejar de observarme. Apresurada me adentro al baño cerrando bruscamente la puerta.

Coloco mis manos sobre mi rostro y grito de la frustración.

¡Es la peor noche de mi puta vida!

Comienzo a llorar frustrada despojandome del vestido y tirandola al suelo con rabia, agarro mi ropa interior y la rompo tirandola al suelo.

Me miro al espejo y noto mi rostro pálido, la lavo y luego me siento al suelo llorando en silencio, observo a mi alrededor.

Cabeceo contra la pared apretando mis manos en mi abdomen tratando de apaciguar el dolor.

Que se joda el imbécil de Neón.

No saldré de este baño hasta que me muera.

Escucho la puerta ser tocada suavemente.

-Está ocupado- Hablo de mal humor.

Vuelven a tocarla con más insistencia.

-¡Está ocupado, carajo!- Grito ya sin contenerme.

Puedo ver la manija ser movida y la persona entra, escuchando la puerta ser llaveada.

El hombre de tatuajes.

-¿Por qué entraste?- Murmuro cerrando los ojos sintiéndome avergonzada. Estoy sentada en el suelo, desnuda, desaliñada y llorando.

¿Qué más puede ocurrirme?

Mantengo los ojos cerrados sin importarme ya mi estado ¿Qué más da ahora?

Escucho sus pasos acercándose y luego lo siento agacharse a mi altura. Abro los ojos al sentir mi mano ser tomada por él y colocada una toalla higiénica.

Lo miro sorprendida.

-Pero... ¿Cómo?

-Pude notar que no estabas preparada y simplemente pedí a una de las sirvientas del Palacio una- Dice tranquilo- ¿Estas bien?

Comienzo a reírme de mi misma, sintiéndome estúpida pero a la vez agradecida, si esto no es obra de Dios no sé que mas pueda ser.

-Estoy malditamente mal- Murmuro con una sonrisa, la primera de la noche- Pero esta noche has sido mi luz, al menos me haz hecho sonreír.

El hombre trata de hablar pero es interrumpido por unos toques furiosos en la puerta.

-Eider, ¡Sal de ahí carajo!- Grita Neón.

El Pecado De Ser MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora