-Eh.. Yo.. no..- la voz de Cloe parecía haberse pixelado. Su corazón latía con tanta velocidad que temía no contar con la capacidad de articular sus palabras.
-No se preocupe, en serio. No voy a delatarla.- le dijo Franz arrepintiéndose al instante. ¿Qué estaba haciendo? Tenía la oportunidad de decirle cuanto había pensado en ella, de pedirle disculpas, de confesarle lo equivocado que había estado y solo podía decir tonterías con esa actitud arrogante que ya no le gustaba.
Cloe por fin logró recuperarse. ¿Acaso no la recordaba?, pensó entre temerosa e indignada.
-Las sesiones no comienzan hasta mañana, estaba probando la luz.- le dijo entrecerrando los ojos en busca de algún indicio que revelara que estaba equivocada. Necesitaba saber que sabía quien era.
-No estoy aquí para reprenderla, señorita. - respondió Franz sin dejar de mirarla a los ojos, pero rengañándose a sí mismo por su actitud infantil.
-¿Y qué hace aquí? - le preguntó ella intentando sonar desafiante y alzando un poco su mentón.
No podía creer su suerte, tenía el trabajo que tanto había estado esperando y en el mismísimo primer día volvía a encontrar al dueño de sus sueños de los últimos tres años, que para derrumbarlos sin advertencia previa, no la recordaba.
-Vivo acá.- le respondió él disfrutando de aquella mirada desafiante más de lo que debía. No podía dejar de observarla y recordar la noche que habían pasado juntos. Esos ojos vencidos por el placer, sus gemidos, sus susurros, sus abrazos, su ternura posterior.
Cloe sacudió su cabeza, en verdad no podía creerlo. ¿De todos los lugares del mundo, debía trabajar en el mismo lugar que ella?, pensó con indignación.
-Bueno, espero no molestarlo en el futuro, solo viviré aquí un par de semanas. - le respondió volviendo sus ojos a su cámara para apagarla. No tenía nada que hacer allí con él. El hecho que no la recordara comenzaba a dolerle y mucho.
Entonces Franz sonrió y Cloe no pudo aguantarlo. Los recuerdos regresaron como un alud devastador. Sus labios, sus dientes apoderándose de sus terminaciones nerviosas con una sutileza irresistible, sus suspiros, sus palabras en ese acento tan especial.
Eliminó un corto suspiro y dio un paso para retirarse.
-Espera.- le dijo Franza aventurándose a tomarla del brazo, para descubrir lo peligroso que eso podía resultar. Si verla era abrumador, tocarla cruzaba un límite difícil de respetar.
-¿En serio no sabes quién soy? - le preguntó clavando sus ojos celestes en los de ella con un dejo de súplica.
Cloe se demoró unos segundos. ¿Qué debía hacer? ¿La estaba provocando? Si sabía quien era ¿por qué la obligaba a ella a revelarlo? Sus miradas parecían conectadas intentando decir todo lo que sus palabras no lograban y aquellos dedos alrededor de su brazo no colaboraban.
Entonces vio una escueta sonrisa de lado que le recordó el final de aquella maravillosa noche y decidió que no deseaba callar.
-Por supuesto que se quien sos.- le dijo, por fin, en un tono más alto, logrando por fin articular con dicción.
-Sos Frank, el imbécil que me acusó de algo que todavía intento entender, me gritó, me despreció y me hizo sentir la peor mujer del mundo hace tres años. - continuó y al ver la sorpresa en los ojos de Franz, se soltó de su mano y apoyó la palma de su mano sobre su pecho, que continuaba siendo tan firme como lo recordaba.
-Pero no tengo tiempo de ningun juego, lamentablemente voy a trabajar en el mismo lugar que vos por un mes y lo que es aún más lamentable, necesito este trabajo, así que si es que hay alguna parte de tu corazón que no sea hiriente y arrogante te pido que me dejes hacerlo en paz.- sentenció dándole un suave golpecito a la zona en la que presuntamente se encontraba aquel órgano que a juzgar por su comportamiento parecía no poseer.
Franz perdió su capacidad de reaccionar, verla tan enojada, sólo le recordó lo tonto había sido y su arrepentimiento no podía ser mayor. Sintió que había perdido su oportunidad, sintió que definitivamente la había perdido y eso lo devastó.
-Yo no…- comenzó a decirle pero ella no quiso escucharlo.
Se separó a gran velocidad y partió con premura sin volver la vista atrás
ESTÁS LEYENDO
Una foto real
RomanceCloe es una talentosa y comprometida fotógrafa y sin embargo aún trabaja como mesera en el café de su tía. En la noche de su cumpleaños número 24, motivaba por sus amigas decide olvidar sus rígidas reglas y dejarse llevar por primera vez en su vida...