Caminar descalzo sobre la hierba era algo que disfrutaba tanto que intentaba hacerlo siempre que podía. Esta vez sostenía las manos de su pequeña hija que llevaba unos días insistiendo en dejar de gatear.
Franz alzó su vista para ver a su hijo mayor pateando una pelota con su camiseta preferida, esa celeste y blanca con el número 10 de Messi que le había regalado su madre para el último cumpleaños.
-¡Papi, vení vos que Pedro es malísimo!- gritó el niño con indignación pisando la pelota y colocando sus brazos en la cintura como si en verdad estuviera muy enojado.
Franz se rió y alzó su mano para pedirle unos minutos. Disfrutaba el tiempo junto a sus hijos, amaba jugar con ellos y acompañarlos en sus actividades de la manera más normal posible. Así como el casi no había podido.
-¡Estoy dejando mi vida en cada penalty y Franz junior me dice malísimo! Ya vas a ver, el próximo te lo atajo.- dijo Pedro con su clásico tono dramático mientras se agachaba de manera graciosa y levantaba sus manos provistas de guantes profesionales de color rosa chicle.
Franz volvió a reír, cómo se divertía en aquella casa del sur de Francia que contaba con sus enormes jardines y la vista de campiña a su merced.
-Dale un respiro al pobre de Pedro, hijo. - le pidió mientras tomaba a su hija en brazos y se acercaba a la casa donde la mesa estaba casi lista.
Vio que Amaya llegaba de la mano de Ray y levantó su mano para saludarlos.
-¡Hola familia!- saludó la española mientras dejaba su cartera sobre una de las sillas y estiraba sus brazos con gracia para que los pequeños se apresuraran a abrazarla. Amaba a esos niños y no perdía oportunidad de visitarlos y mimarlos.
-Venga Franz Junior, no deje a su tía sin su abrazo.- le dijo recibiendolo con sus brazos abiertos.
-Gracias, Ama, me has salvado del último penalty.- le dijo Pedro derrumbándose sobre una silla para comenzar a abanicarse de forma exagerada con una servilleta.
Entonces Cloe apreció de la mano su hija Anja. La pequeña de seis años era muy parecida a su padre, tenía el cabello rubio largo y los ojos claros, era alta y parecía elegante, pero sus ojos rasgados y su histrionismo la hacían verse igual a su madre. Era simpática y graciosa, siempre intentaba conocer las necesidades de cada uno de los que conocía y no dudaba en ayudar a todo el que podía.
Franz, Anya y la pequeña Liesel adoraban a sus padres. Vivían juntos en el sur de Francia, Cloe trabajaba organizando exposiciones y muestras de famosos fotógrafos en las que a veces participaba y Franz por su parte acompañaba a sus hijos siempre que podía, visitaban a su familia en el castillo y ayudaba a su hermano, el nuevo soberano de aquel pequeño pero exigente reino.
-¿Ya le contaste la noticia?- preguntó Cloe mirando a aquellas personas que amaba con su alma.
Amaya la miró y casi la aniquila con su mirada.
-Vale, creí que tendría un almuerzo tranquilo pero veo que ya no hay forma de evitarlo. Bien, Pepi, no hagas un escándalo pero Ray y yo vamos a casarnos.- dijo con falsa superioridad como si en verdad estuviera dando los datos de clima. Llevaba 10 años negándole a Ray su propuesta, creía que no era necesario oficializarlo, lo amaba y eso era suficiente, pero entonces una nueva noticia cambió su parecer. Aunque habían decidido no ser padres, a veces la vida nos ofrece sorpresas que terminan demostrándonos que nuestras ideas son solo ideas que nos roban la posibilidad de encontrar la felicidad incluso en aquello que no conocemos. Fue así que una tragedia dolorosa, les presentó la oportunidad de engrandecer su amor. La prima de Ray enfermó y siendo madre soltera su pequeña hija de apenas 2 años sólo contaba con ellos. Con solo ver aquellos ojos perdidos Amaya supo que no quería verla sufrir y fue entonces que junto con Ray tomaron la decisión de adoptarla y para darle una familia fue Amaya quien sorprendiendolo le propuso matrimonio de la manera mas romantica que su estilo le permitió.
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Una foto real
RomanceCloe es una talentosa y comprometida fotógrafa y sin embargo aún trabaja como mesera en el café de su tía. En la noche de su cumpleaños número 24, motivaba por sus amigas decide olvidar sus rígidas reglas y dejarse llevar por primera vez en su vida...