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Amaya y Pedro continuaban hablando ininterrumpidamente y Cloe no lograba concentrarse. Su mente la llevaba una y otra vez a la noche anterior. Rememoraba aquel beso como si debiera convencerse que había sido cierto. Y por otro lado se reprendía a sí misma por haber cedido tan rápido. 

Al final sólo sabía que no era casado, pero no había llegado a escuchar por qué se había enojado tanto con aquella foto o por qué no la había vuelto a buscar durante tres años y mucho menos que hubiese pasado si su trabajo no los hubiera vuelto a juntar. 

-Hey, Clo. ¡Qué estás en la luna, cariño! - le dijo Amaya golpeando su brazo con su puño.

-Eh, no, yo…- respondió Cloe intentando concentrarse.

-Vos no escuchaste nada. ¡Qué con Ama nos toca conocer al guaperas del príncipe! Tú diviértete con la estirada de Irina que a esa nos la bebimos ayer.- le dijo Pedro haciendo un gesto de desagrado. 

Cloe sonrió. 

-Bueno, que sea un príncipe no lo hace especial. - les respondió mientras chequeaba su cámara.

-Ah, no, no, que este no es UN príncipe, querida, es EL príncipe. ¿Acaso nunca has visto sus fotos? - le preguntó Pedro buscando su teléfono para googlearlo ahí mismo. 

-No, y no me interesa. ¿No habíamos dicho que basta de hombres, basta de distracciones que nos sacan de nuestro foco? - le dijo Cloe moviendo su cabeza con exageración. 

Pedro miró la pantalla de su teléfono y suspiró.

-¡Pero que hermosa distracción! - respondió apoyando el celular sobre su pecho y mirando al cielo. 

Amaya y Cloe no pudieron evitar emitir una carcajada. Pedro era tan transparente como ocurrente. Entonces oyeron a Herr Bauman carraspear detrás de ellos e intentaron recuperar la compostura. 

-Vamos Pepi, que si nos sigues haciendo reír así a lo mejor te pierdes el encuentro con tu príncipe. - lo reprendió Cloe en voz baja. 

Pedro juntó sus dedos y los deslizó sobre sus labios como si los estuviera sellando.

-Eso no, ni loco me lo pierdo.- le respondió en un susurro todavía más divertido que su anterior performance. 

Cloe contuvo la risa y alzó su mano. 

-Mejor me voy yendo antes de que vuelvan a retarnos.- le dijo y tomando su cámara comenzó a caminar hacia el auto que la estaba esperando para llevarla hasta el acto benéfico al que asistiría Irina. 

Una vez más Pedro le había insistido en vestir una falda, suelta esta vez, pero demasiado corta. Cuando estaba por subir al auto un viento descarado se encargó de alzarla y tuvo que apresurarse a cubrirse con sus manos.

-¿Por qué te hago caso, Pepi? - dijo en voz baja y mirando a los lados se alegró de que nadie la hubiera visto. 

Llegó poco después de una hora a un edificio antiguo que oficiaba como hospital durante la segunda guerra mundial. Era la inauguración de un museo que se encargaría de recordar aquellos tristes días y la labor de los miembros de aquel reino durante esa época..

Sus manos no daban a basto para comenzar a disparar su cámara, todo era tan fascinante como brioso. La mezcla entre los escombros y la restauración era casi perfecta. Transmitía belleza y tristeza a la vez. Como un retrato de alguien atractivo con lágrimas en sus ojos. 

-Es hermoso, ¿verdad? - dijo una voz femenina con el mismo acento que llevaba escuchando hace días. 

Cloe giró sobre sí misma y al ver a la princesa Irina hizo la reverencia que ya le comenzaba a salirle mejor. 

Una foto realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora