La embajada parecía vacía. Cloe se anunció con el guardia de seguridad y este no pareció sorprenderse con su presencia.
-Disculpe ¿Dónde es el evento? - le preguntó algo confundida. El lugar estaba demasiado silencioso y comenzó a pensar que a lo mejor se había confundido de día.
-Pase señorita creo que la están esperando, lo que pasa es que es feriado en Luxemburgo, por eso no hay empleados.- le dijo el hombre y ella creyó ver una ligera sonrisa que prefirió no indagar.
Estaba allí para hacer su trabajo y regresar a su casa a descansar. Hacía demasiado calor y sus pies comenzaban a hincharse, se habla puesto un vestido de algodón corto, cuyo escote notaba algo más ajustado a causa del involuntario crecimiento de sus pechos. Llevaba el cabello recogido en una colita alta y sus anteojos de marco oscuro.
Recorrió el pasillo que le había indicado el hombre de la puerta y comenzó a oír música de violines. Creyó reconocer la canción, pero prefirió no recordar aquel concierto. Al final de su recorrido unas grandes puertas de madera se encontraban entreabiertas, algo temerosa se aventuró a abrirlas y entonces la música se oyó más fuerte.
Entró a un salón bellísimo, cuyo techo mostraba un vitral inmenso que dejaba pasar pasar a claridad del día, un entrepiso en el que se encontraban los mùsicos rodeaba el lugar, con una baranda de exquisita arquitectura y en el centro, sobre aquel piso reluciente encontró varias fotografías de gran tamaño que parecían estar suspendidas en el aire. A excepción de aquellos músicos, el lugar parecía estar vacío.
Curiosa por ver aquellos cuadros caminó entre un incipiente humo blanco que comenzaba a teñir el suelo y al verlas un grito ahogado quiso escapar de su garganta. Intentó cubrirse la boca pero una emoción incontrolable la asaltó repentinamente.
¿Qué estaba pasando? Cada cuadro mostraba una fotografía de ella bailando con Franz en la última noche que habían compartido. Eran fotos hermosas que habían capturado sus miradas, las de ese día en el que intentaba mostrarse enfadada pero no podían ocultar su devoción.
Recorrió atenta cada cuadro y el último terminó de confirmarle que no era una casualidad.
Al final del salón, de un tamaño algo mayor se encontraba la fotografía que Franz les había sacado en su propia habitación. Tenía una definición exquisita y los colores más bellos que hubiera visto. Ella tenía los ojos cerrados pero él la miraba como si fuera todo lo que quisiera ver por el resto de su vida.
No pudo evitar sonreír y una vez más sus ojos se empañaron.
-Si esa no es una foto real, ¿no sé cuál lo sería?.- dijo la voz de Franz y ella ya no supo ni su nombre.
¿Qué estaba haciendo allí? ¿Qué significaban aquellas fotos? ¿Acaso había mandado a cerrar la embajada para verla? Giró sobre sus pies y al verlo no pudo evitar sonreír.
Sus recuerdos no le hacían justicia, lo vio aún más hermoso. Llevaba unos jeans demasiado casuales para su habitual vestimenta y una remera negra demasiado simple. No dejaba de sonreír y la miraba como en aquella fotografía.
Entonces Cloe recordó su embarazo e instintivamente colocó sus manos sobre su vestido como si pudiera ocultarlo.
-Se supone que tengo un largo discurso, pero con sólo verte acabo de olvidarlo. ¡Estás tan hermosa!- le dijo él acercándose para tomar sus manos y tocar aquel vientre con dulzura.
-¿Qué estás haciendo acá?- le preguntó ella con un hilo de voz intentando contener su emoción.
-Tengo demasiados motivos para confirmarte que tu nota estaba equivocada.- le dijo alzando una de sus manos a sus mejillas para rozarla, como si quisiera comprobar que en verdad estaba allí junto a él.
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Una foto real
RomanceCloe es una talentosa y comprometida fotógrafa y sin embargo aún trabaja como mesera en el café de su tía. En la noche de su cumpleaños número 24, motivaba por sus amigas decide olvidar sus rígidas reglas y dejarse llevar por primera vez en su vida...