17

148 15 0
                                    

El beso fue intenso desde el inicio. Ambos lo deseaban desde hacía tanto tiempo que no quisieron guardarse ni una gota de entrega. 

Recorrieron sus bocas mientras sus manos trazaban el contorno de sus cuerpos sin descanso. Franz descubrió con gozo que Cloe no llevaba más que una camiseta de fino algodón debajo de aquel enorme sweater y no dudó en adentrarse con sus manos para volver a hacerse de aquellos pechos turgentes. Oyó un gemido escapar de sus bocas cuando los presionaba con más firmeza y su erección creció en concordancia con el placer que sentía. Se acercó aún más pegando sus cuerpos con devoción. Cloe sintió la presión en su bajo vientre y un calor insistente comenzó a abordarla. Franz la tocaba con una mezcla perfecta de sutileza y desesperación. No abandonaba el beso, pero de vez en cuando se separaba para oír sus suspiros y mirarla a los ojos como si quisiera confirmar que era real. 

Quería poseerla allí mismo, arrancarle su ropa y alzarla en sus brazos. Quería su cuello, su redondeada cola y su vientre. Quería sus gemidos, sus movimientos y sus besos por todo su cuerpo. Quería oírla gritar su nombre, ¡cuánto deseaba que fuera el real! Quería llevarla a la cima lo más lento posible, para luego embestirla con ritmo acelerado hasta fundirse con ella. Quería volver a poseer esa mirada de éxtasis de la sabía que podía ser responsable. Quería verla gozar y entregarse a su placer. Quería derramar sus más oscuros deseos para teñir esa irresistible inocencia. Quería dejarse llevar por el camino que sólo ella sabía recorrer. Quería volver a sentirse como aquella noche. 

Quería, pero sabía que allí no debía. 

Entonces se separó lentamente. 

Primero sus labios, luego sus manos, que reprocharon ofendidas y finalmente su cuerpo. 

Cloe abrió sus ojos y antes de que la decepción los alcanzara Franz se apresuró a hablar. 

-Decime que sentiste lo mismo que yo.- le suplicó con su respiración aún agitada. 

Cloe asintió con su cabeza y bajó la mirada como si estuviera avergonzada de confesarlo. 

-¿Entonces tu respuesta es un sí? - le preguntó expectante.

Cloe volvió a mirarlo. Hizo una larga pausa, que pareció detener el corazón de Franz por un instante y finalmente, juntando valor respondió. 

-Puede ser. Sólo que…- le dijo aún con la piel en llamas. 

-¿Qué? - le preguntó Franz impaciente. 

-Nada… Es que tengo algunas condiciones. - le dijo recuperando su actitud de mujer segura de sí misma. 

-Soy todo oídos.- le respondió Franz con una hermosa sonrisa auténtica guardando las distancias para no volver a caer en la tentación. 

-Acepto tu sexo sin compromiso siempre que no involucre a terceros.- le dijo tomando distancia también para recuperar su compostura. 

-Me parece perfecto.- le respondió Franz asintiendo con su cabeza. Llevaba tiempo solo, había intentando olvidarla con diferentes mujeres, pero siempre resultaba peor de lo que imaginaba, por lo que había desistido en sus intentos y se había concentrado en encontrarla. 

-Nadie debe saberlo. Ni siquiera mis amigos o tus amigos.- le indicó Cloe, comenzando a sentir que aquello podía ser peligroso. 

-Ok.- le respondió Franz pensando que en su caso sólo contaba con un amigo. 

-No podemos vernos durante las horas de trabajo.- agregó ella con un dejo de amenaza en su mirada. 

-Entiendo. - respondió él cada vez más divertido con aquel juego en que se había involucrado. 

-¿Algo más, señorita Cloe? - le preguntó intentando detener el irrefrenable deseo de volver a besarla. 

Cloe sacó su celular y luego de escribir algo se lo ofreció.

-Anotá tu teléfono. - le dijo y Franz sonrió al ver el modo en el que lo había nombrado. 

-¿”Sin fotos”? - le preguntó Franz alzando sus cejas mientras sonreía. 

-Es sólo un recordatorio. - le respondió ella volviendo a tomar su celular y comenzando a caminar de regreso a su habitación. 

Franz la observó dar los primeros pasos sin poder borrar la sonrisa de su rostro. Había vuelto a él. Había aceptado sus disculpas y había aceptado volver a besarlo. Estaba feliz. 

Entonces ella giró y alzó un poco su brazo. 

-Y Frank. Una cosa más.- le dijo logrando llamar su atención.

-No te vayas a enamorar de mi…- le dijo con una sonrisa a modo de broma y sin esperar respuesta apresuró su paso de regreso. 

Entonces Franz se quedó mirando el espacio que había dejado vació y su sonrisa se congeló. Por primera vez en su vida creyó que, a lo mejor, ya era tarde para eso. 

Una foto realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora