Los museos

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-Hermosa, como siempre -concedió.

Mantuve una mano en el bolsillo con el cuchillo y la mirada firme al frente.

Que tendrán los museos que me traen experiencias inolvidables.

-Di lo que quieres -reafirmé mi voz, no lo miré, verlo me traía recuerdos tan dolorosos y aun a pesar del tiempo, inmanejables.

-Torturarte.

Tomé el valor para verlo; su expresión no era divertida, no había nada de gozo en su mirada, era una mezcla entre dolor e ira.

-Tienes una linda familia, sería una lástima que tuvieran un accidente -. Dispuso.

-No tienes por qué meterlos en esto -tragué grueso- ¿Me querías a mí? ¿No? Pues aquí estoy.

-Sígueme -. Ordenó señalándome el camino delante de él.

Seguí tras de él hasta que se detuvo. Lo miré en busca de una respuesta.

-Entre el cielo y el infierno -mencionó como amenaza entregándome un sobre.

-¿Otro sobre? Deberías dejar de gastar en ellos -. Espeté irritada.

No tardé en abrirlo, tenía fotos de mi familia y yo; eran fotos de diferentes años.

-¿De qué te sirve todo eso? -. Pregunté.

-Me complace verte sufrir -. Su rostro estaba contraído.

-Mentira -descifré tal como había aprendido-, no lo disfrutas -traté de analizar, no obstante, mi miedo dejó mi mente en blanco- no entiendo por qué lo haces -. Finalicé en voz baja.

No se veía divertido, ni feliz de hacer lo que estaba haciendo, esa indecisión en sus ojos y la forma en la que menciona con cuidado cada palabra, no le sale natural, es como si todo fuera parte de algo mayor.

-Nos volveremos a ver -. Comentó perdiéndose entre la gente.

Estaba extremadamente perdida, sentí un escalofrío recorrer mi cuello y todo lo que lograba ver eran colores pálidos, me detuve a respirar sabiendo que era producto de una crisis de pánico; esto no era bueno, me sentía agobiada, asfixiada por tantos pensamientos, esa sensación de ahogo aun cuando estás en tierra firme, era simplemente desesperante... logré avanzar unos pasos, caminaba con mucha cautela y con muchos miedos en mi cabeza, ¿Llegaría a casa? ¿Me desmayaría? No me aferré a ellos, solo los dejé ir como lo que son, pensamientos sin valor. Cuando estuve más aliviada me detuve para apreciar el anochecer, los lindos colores en tonos pasteles y una franja roja rebelde, sentí la brisa recorrer mi rostro, el cual estaba ligeramente sudado a causa de los nervios. Era tan fresco y reparador. Entre tantas cosas algo más vino a mi mente.

- ¡LA TAREA! -. Eso fue suficiente para distraerme.

Corrí a la carretera para poder parar un taxi y llegar a casa lo antes posible.

- Добрый день -. Saludé al chofer y el copiloto, de inmediato le di mi dirección e hice énfasis en que tenía que llegar rápido.

-¿Le molesta que llevemos a la señorita primero? -. Consultó el señor al otro pasajero.

-No, para nada -. Contestó una voz gruesa, giró desde su asiento para verme con una sonrisa-, llevemos a la señorita primero.

Estaba tan distraída que tardé un poco en reconocer su voz.

-Alan -. Sonreí.

 Era un chico que había conocido en la cafetería en la que trabajaba.

Por curiosidad en el trayecto a casa revisé mi Instagram, fue una pésima idea, lo primero que me encontré fue una imagen de Polaris, mi hermoso hogar convertido en un centro turístico. Me dolía ver mi hogar convertido en eso, mi historia y la de mis padres envuelta en tantas versiones; ellos no tenían derecho, pero yo no tenía ni tengo el poder suficiente para detener una obra que genera tanto dinero diario. La imagen iba acompañada de muchos comentarios del tipo: «¿Dónde está la princesa? ¿Escondiéndose? Arseni y Sarka jamás lo permitirían» había muchos comentarios de ese tipo, ¿Lo peor? Todo era verdad, mis padres biológicos no hubieran permitido que nuestro hogar fuera convertido en... en eso, muchos decían que no merecía ser la hija de Sarka, comenzaba a creerlo, ella no escaparía, ella enfrentaría todo, ojalá tuviera su fuerza, lastimosamente, somos diferentes.

- Win, deberíamos bajarnos -. El comentario de Alan me regresó a la realidad.

Había mucho tráfico, una cola de carros enorme estaba detrás y delante de nosotros, opté por hacerle caso, juntos nos fuimos a mi casa, estábamos por llegar a mi edificio cuando nuevamente vi su rostro; lleva una de sus manos en su bolsillo y la otra sosteniendo una correa que detenía al perro de mi vecina, me detuve en seco, Alan me miraba sin entender mi reacción, mi vecina se acercó a él, lo saludo con un beso en la mejilla, como si fuesen abuela y nieto.

-Gracias a usted, señora Sokolov -. Se despidió de ella con una sonrisa y caminó en mi dirección, en el pequeño trayecto de camino que nos separaba no dejó de mirarme, como diciéndome: «¿Lo ves? Tengo mucho poder sobre ti» «Ellos confían en mí»

-Win -. Saludó mi vecina, me las arreglé para no ser grosera y saludarla con la mano.

-¿Todo bien? -. Preguntó aun sosteniendo la regadera de sus plantas.

No aguanté más y salí corriendo.

-¿Win? -. Escuché a lo lejos.

Corrí como nunca y me metí a un callejón, me senté en el suelo abrazando mis rodillas, pensaba a tanta velocidad que no era capaz de saber qué estaba pasándome; escuché como alguien se acercaba a mí.

-¿Win? -. Escuché la voz de Alan.

No respondí, solo levanté la cabeza para ver su rostro preocupado, él comenzó a buscar algo en su bolsillo hasta que pareció encontrarlo. Sacó de su bolsillo una pequeña bolsa transparente que dejaba ver su blanco contenido, miré a sus ojos y pareció arrepentirse.

-Lo siento, es solo que no sé qué hacer, esto puede relajarte.

No era la primera vez que consumía, pero había prometido no volver a hacerlo, nunca, no obstante, mi cuerpo reflejaba mi ansiedad en temblores molestos.

-No debería, Alan -confesé con la voz quebrada.

Él se acercó, sentándose a mi lado.

-No tienes que hacerlo aquí -mencionó-, de hecho ni siquiera tienes que hacerlo.

Se levantó quedando frente a mí.

-No debí ofrecer...

-Déjamelo -. Me escuché decir, a pesar de todos los recuerdos que una simple sustancia me traía.

Alan me acompañó a casa, con una palmadita en la espalda, me deseo ánimos, sin importarme mucho me encerré en mi habitación.

Después de la tormenta-2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora