El dolor de un hasta pronto

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Todo estaba arreglado, había sido mi idea, lo planeamos por meses, no puede salir mal...

Nada va a salir mal.

Karl me había ayudado en todo, íbamos a estar bien.

-A sus puestos -Dieron la orden de inicio.

Las tropas se desplegaron, habían pasado los veinte minutos que teníamos que manejar para llegar.

-¿Aún no llegamos?

-Deberíamos haberlo hecho, pero no hay nada

-Ni nadie -la observación que hizo Rina, nos dejó a todos mirando por la ventana

-¿Las demás unidades, me escuchan?

No hubo respuesta. La tensión se había disparado.

-¿Dónde estamos?

-10 A norte -comentó Malcon, nuestro conductor.

El silencio que se extendió no me gustó.

-Esas no son nuestras coordenadas.

Malcon miró por el espejo delantero del auto, era una de esas miradas de alguien que ya no podía perder nada más.

-Lo sé.

Lo último que escuché fue su voz entrecortada, a Rina abriendo fuego y de un momento a otro nos sacudió un golpe fuerte, apenas pude abrir los ojos, me reincorporé lo mejor que pude, estaba un poco herida y muy mareada por el golpe, Malcon había estrellado el auto contra un árbol, el impacto provocó que saliéramos disparados; él seguía en el auto, pues era el único que llevaba cinturón de seguridad, ya no tenía signos vitales.

-Rina -su cuerpo estaba a varios metros del choque.

Tenía algunos golpes y apenas respiraba. Por más que intenté no reaccionaba, por lo que opté por colocarla en un lugar seguro, de los 6 que íbamos en el auto, solo había encontrado a la mitad y por desgracia no seguían con vida.

Abrigué a Rina todo lo que pude, su radio no funcionaba y el mío no lo respondía nadie, no tenía coordenadas, pistas, no tenía idea de en donde estaba, pero tenía algo claro: esto no estaba bien.

Ajusté mi chaleco y me coloqué la mochila, movilicé a Rina y a mis compañeros al lugar más seguro que encontré, no podía quedarme con ellos o moriríamos todos, tenía que seguir, volvería por ellos en cuanto averiguara lo que estaba pasando.

Tenía la maldita sensación de estar siendo observada, aquí solo había árboles y nieve, amarré una soga a un tronco el cual tiré detrás de mí y amarré a mi cintura para borrar mis huellas en la nieve, no fue muy factible, pues al escuchar cualquier ruido reaccionaba y el peso en mi cintura me dificultaba moverme.

Ya había caminado unos veinte minutos en los que no divisaba ninguna salida, me detuve a tomar agua para poder pensar en algo, pero tal como el lugar, mi cabeza estaba vacía.

Fue un microsegundo en el que escuché que alguien quitaba el seguro a su arma, pero no disparó, justo allí entendí por qué fui la única que quedó consciente del accidente o por qué Malcon había hablado conmigo antes de partir.

-¿Estás bien? -pregunté al verlo afligido.

-Quizás deberíamos aplazar la misión ¿No crees?

Fue la última pregunta que me había hecho, sin mencionar esas miradas de arrepentimiento que llevaba semanas dedicándome, ni una sola vez me miró a los ojos y la primera vez que lo hizo fue segundos antes de estrellar el auto.

Nos había traicionado. Ellos sabían toda la misión.

Casi entro en pánico, ya no creía que estaba siendo observada, estaba completamente segura; la cuestión era ¿Desde cuándo? ¿Por qué no me habían disparado ya?

Después de la tormenta-2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora