Juego de dos

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°Había pasado un mes desde esa conversación, mis encuentros con Volk habían sido esporádicos porque yo lo quería así, a él no parecía importarle; me sentía mucho mejor de ánimos, el hecho de tener cero contacto con Niko me había ayudado bastante, el proceso de sanar siempre es diferente para cada persona, lo importante era que estaba por buen camino, además no había dejado mis actividades y mi trabajo me mantenía muy ocupada.

- ¿Es tu chico? -le pregunté a Alisa.

-Aún no lo saben, pienso presentárselos un día de estos -mencionó tomando su café.

Al parecer Karl y Alisa habían logrado relaciones estables, me alegraba por ellos.

- ¿Aún son celosos? -cuestioné casi riendo.

-Son de lo peor -se quejó poniendo los ojos en blanco-, pero no sé qué haría sin ellos.

De pronto me interesé por ellos.

-¿Qué ha pasado este último tiempo? -la amabilidad de mi voz nos sorprendió.

-¿Quieres ir al centro comercial a criticar gente conmigo?

Me conocía.

-No voy a decirte que no.

Hacía mucho tiempo no hacía este tipo de cosas, fuimos al salón de belleza, nos arreglamos el cabello, las uñas y en fin, todas las vanidades posibles; fuimos de compras hasta detenernos en un café. Nos pusimos al día en todo hasta en el más mínimo detalle.

-No puede ser... -estaba sorprendida de la cantidad de chismes que me había perdido.

Habíamos coincidido en muchas cosas.

-¿De qué color tienes las bragas hoy? -pregunté, habíamos hablado de tanto que no se me ocurrió más.

Ambas reímos.

-Azules.

Abrí mucho los ojos con una sonrisa.

-¡Yo también!

Nos pusimos a dar saltitos como dos niñas pequeñas.

-Señoritas -un guardia de seguridad nos habló- sucede que ya cerramos.

Miramos la hora y en efecto era tarde. Mientras Alisa manejaba iba hablando.

-Creo que me has dado el valor de presentarle a los chicos a mi novio.

Tomó su teléfono y llamó a todos los que tenía que llamar.

-He estado evitando a Volk y me llevas a verlo -Bufé.

-¿Volvimos a los juegos de escape? -sonrió dando la vuelta.

-Si no lo conociera, diría que está intentando acercarse a mí, pero vamos, es Volk.

Su hermana sonrió.

-La última vez que hablamos le dije que no sentía nada por él -levanté la mano derecha- lo cual sigue siendo verdad.

-No tengo que advertirles nada ¿Verdad?

-Si te confieso algo, a veces quiero jugar con él, sabes a qué me refiero -ella podía ponerse en mi lugar.

-Háblenlo y diviértanse.

Fue lo último que dijo antes de llegar a su casa. La puerta estaba abierta, por lo que fue más fácil meter todas las cosas que habíamos comprado.

Los señores Smirnov y Volk ya estaban allí.

-¿Todo bien? -consultó en primera instancia.

-No es nada malo, hermano, pero es muy importante para mí.

Después de la tormenta-2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora