Descifrar lo que sentían

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El sonido de mi arma resonó por todo el comedor, había disparado. No amanecí de buen humor y eso lo pagó el empleado. Max solo alzó la mirada un segundo y volvió a centrarse; de inmediato los sirvientes lo socorrieron. Max se levantó de la mesa y yo fui a cambiarme. Había escuchado que uno de los helicópteros aterrizó, Max debía estar reunido con su gente, así que yo asumía el cargo de guardia.

- ¿Por qué no estás en la reunión? -pregunté apuntándole.

Noté que el chico se tensaba, me había escuchado, pero no quería darse la vuelta. Odiaba que desafiaran mi autoridad.

-Tienes tres segundos para darme la cara antes de que dispare -le advertí.

El chico suspiró y lo hizo, di un paso atrás y tuve que apoyarme de la pared para no perder el equilibrio, bajé el arma por instinto.

-Niko.

Fue tan de pronto que me quedé varios segundos sin decir nada, tratando de entender como había llegado hasta aquí y porque veía en su rostro tranquilidad, la fugaz idea de un rescate pasó por mi cabeza, sin embargo, entendí con esa mirada que no estaba aquí para ayudarme. No iba a comerme la cabeza pensando o suponiendo, él tendría que rendirme muchas cuentas si quería seguir viviendo.

-Entra -le ordené volviendo a mi postura.

-A Max no va a gustarle.

Me pareció que su voz había cambiado un poco.

-Dije que entres.

No quiso hacerlo por las buenas, por lo que no tuve otra que llamar a mi gente para que lo hicieran sentarse.

-Quiero una explicación, precisa y buena, porque si no me convences voy a matarte.

Debió ver en mis ojos que no estaba bromeando, que ya no era la chica que conoció, porque noté como se tensaba.

-No sé por donde empezar... -por primera vez lo escuché a punto de llorar y eso debió conmoverme, pero no.

¿Por qué Max no me había dicho nada? ¿Qué crueldad me contaría ahora? Deseaba que me convenciera porque estaba a una orden de que alguien más apretara el gatillo.

- ¿Podríamos hablarlo a solas?

-Llévenlo al jardín.

Una vez allí, me aseguré de que lo revisaran, estaba limpio, sin armas. Él sabía defenderse en una pelea cuerpo a cuerpo, pero mi arma estaba a nada de su estómago y los francotiradores le apuntaban desde la ventana.

-La vida de mi hermano comprometió totalmente la mía, él estaba en drogas, mafias, pandillas...

-Tú no tienes hermanos -le recordé.

Medité en mi interior unos segundos.

-Toda la vida que me mostraste era una mentira.

Él asintió.

-Max perdonaría la vida de mi familia si hacía lo que me pedía, me lo pidió a mí porque estaba estudiando y no tenía antecedentes criminales, era perfecto para entrar en la Siana.

-La Siana investiga la vida completa de todos, es imposible que no hayan dado con Max -Mascullé.

-El coronel Brandon es aliado de Max, cada paso estaba planeado cuatro años antes. Lo siento -admitió con la voz entre cortada- tenía que salvarlos.

Eso explicaba su repentino cambio en nuestra relación, la inexplicable partida ahora tenía más sentido.

-¿Me quisiste alguna vez? -era la pregunta más real que le había hecho.

-Siempre como una persona admirable, sé que no va a servirte de nada, pero disfruté cada momento a tu lado y me martirizaba a mí mismo por hacer lo que estaba haciendo, por dañar a una persona inocente.

-Eso no responde a mi pregunta.

-Nunca me enamoré de ti, lo hubiese hecho, estoy seguro, pero eres consciente de lo que hacemos por sobrevivir.

Esa era la respuesta que quería; jamás estuvo enamorado de mí, cada risa, cada momento, fue una mentira. Una vil, despiadada y cruel mentira.

-Esta es la última vez que veré a Max y también a ti... De verdad lo siento, si te consuela viviré con la desgracia de haber sido un maldito toda mi vida, lo siento mucho Winslet.

Se le escaparon varias lágrimas, yo solo podía pensar en que Max había roto su promesa de no hacerme daño.

Un rato después, las mujeres y hombres que acompañaban a Max salieron de la reunión.

-Qué el destino esté de tu lado -me deseó con una sonrisa triste en sus labios.

-Qué la vida te haga pagar todo lo que me querías hacer sufrir. Buena suerte, chico.

Cuando todos se fueron, llegó el momento de enfrentar a Max.

- ¿Me quieres? -cuestioné.

-Eres mi favorita, cariño.

Ah, sí, Max tenía a otras mujeres, pero vivía conmigo, había dejado claro muchas veces que yo era su capricho favorito.

-Si yo te doy estabilidad, un hogar, un lugar a donde deseas volver siempre ¿No puedes darme eso a mí?

- ¿De qué hablas, cariño?

-Nikolay.

-¿Hablaste con él?

-Lo amenacé de muerte, pero fue él quien me condenó a mí ¿Cómo puedo seguir esforzándome en esta relación si tú solo me mientes?

-Wins...

-Vete, hoy duermes en el sofá.

Tuvimos una discusión más fuerte, pero había logrado que me dejara sola, me tiré en la cama cansada sin poder dormir. Después pensé en como dormiría en un sofá con una mansión de más de seis cuartos, pues bien, cerré todos y cada uno de ellos y luego me tiré en la cama a meditar.

¿Perdonar? Era algo socialmente exigido, casi una obligación, nadie era perfecto y todos teníamos derecho a tener segundas oportunidades, pero se había vuelto tan persistente, tan constante y permanente que la palabra perdón era complicada de mencionar -está bien, lo siento - ¿En realidad lo sentían? ¿Qué sentían exactamente? ¡¿Qué mierda sentían?!

Después de la tormenta-2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora