Derecho a perder el control

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Me senté a su lado.

-Lo siento -comencé.

-¿Por qué? Winslet, llevamos una relación de tres años, ¿en todo este tiempo no pudiste decírmelo?

-Es más complicado que eso Niko...

-No, no lo era, dijiste que habían tenido algo, pero ¿Estar casados? -estaba frustrado, pasando las manos por su cara repetidas veces.

-Cometí un error y no espero que me perdones ahora...

- ¿Ahora? -bufó- estás casada con otro hombre ¿Tú crees que va a haber un después?

-Déjame explicarte... por favor.

-No hay mucho que explicar, Winslet. Y me duele, porque te amo, pero nada me asegura que no has estado con él, nada me asegura que me quieras.

-No digas eso -le pedí- el matrimonio fue solo un papel, no nos queremos, nunca lo hicimos.

Él no dijo nada.

-Niko, solo escúchame.

Se levantó bruscamente.

-No quiero escuchar más mentiras -tragó grueso- lamento que las cosas terminen así. No quiero verte ni saber de ti ¿Está bien?

Estaba por irse, pero lo tomé de la mano.

-Lo siento, voy a respetar tu decisión, pero prométeme que me vas a dejar explicarte después.

Había visto en sus ojos algo de arrepentimiento, había sido mi error, no el suyo.

-No voy a prometerte nada.

Terminé sola en el parque, con el corazón roto y la culpa de haber dañado a la persona que amaba. Fui a casa, me encerré en mi habitación, quise llamarlo, hablar con él, que me diera la oportunidad de explicarle, sabía que no me quería escuchar, lo entendía, pero pensé que por todo el tiempo que vivimos merecía ser escuchada tan solo una vez.

Al día siguiente no tuve ganas de nada que no fuera llorar, no salí de casa, apenas comí, me sentía fatal, cada recuerdo de lo que habíamos vivido dolía más, incluso los momentos lindos me provocaban lágrimas, en la noche una llamada de Alisa me indicó que tendría que ir al trabajo por obligación.

Me entusiasmé con la idea de ver a Niko, no me arreglé, me coloqué el uniforme y fui a la reunión.

-¿Todo bien? -preguntó una compañera.

Asentí.

Estaba atenta a la puerta, en cualquier momento entraría Niko, pensé que quizás tendría una oportunidad.

-Buenos días, empecemos por los informes...

No presté atención a nada, estaba con la mirada fija en la puerta, él jamás llegaba tarde, tampoco faltaría, sabía separar lo personal de lo profesional.

-¿El agente Orloba donde está? Necesito entregarle estos documentos -una de sus compañeras abrió la puerta.

-Eso era otro tema de la reunión -aclaró el capitán- el agente Orloba ya no trabajará con nosotros, fue transferido a una unidad especial en Suiza.

¿Se... se había marchado? ¿C-cuando?

- ¿Cuándo pasó? -solté la pregunta.

El capitán lo pensó.

-Creo que hace dos días, nos informaron ayer.

Se había ido, entendía que estuviera enojado ¿Pero cambiarse de división? ¿Irse a Suiza? Salí de la sala, me encerré en el baño a llorar. No pude más y lo llamé, necesitaba una explicación. Para mi sorpresa contestó al tercer llamado.

Se me había nublado la mente, no sabía qué decirle, no pensé que contestaría.

-Fue mi decisión... -creo que él tampoco sabía cómo afrontarme- No voy a explicarte nada, pero sí puedo darte un consejo y es que olvides lo que vivimos.

-¿J-jamás va-s a esc-ucharme?

-Podría hacerlo, pero no serviría de nada.

-Niko...

-No voy a volver, Winslet. Voy a comenzar de nuevo -pausó un momento- gracias por todo -finalizó la llamada.

Se sintió como un cuchillo entrando directo al corazón, me dolió más que a pesar de mis errores, él seguía siendo un caballero. Abracé con fuerza el celular, como si las fotos pudieran traer de vuelta los buenos momentos, mi dolor se convirtió en rabia hacia la persona que sin importar el tiempo seguía causándome estragos.

Me detuve frente a su oficina, no me importó el acceso restringido ni las consecuencias, por un minuto dejé que toda mi frustración saliera, después de todo lo que había soportado por parte de Volk yo tenía derecho a perder el control.

No me contuve, cerré con seguro la puerta y comencé tirando los pocos cuadros que adornaban el lugar, él solo levantó la mirada, ahí estaba la maldita mirada aburrida

-¿No te cansas? -le grité tomando las cosas de su escritorio y rompiéndolas- Eres un puto idiota, toda tu vida -una lámpara al suelo- jodiendo a los demás -me metí con su tablero de información, seguramente le había costado trabajo.

-¡Quiero que sientas lo que estoy sintiendo, lo que es perder algo! -las lágrimas casi me nublaban la vista, pero no me detuve.

-Tenías que darme el maldito divorcio, ¡era todo lo que tenías que hacer!

Golpeé, tiré, grité, lloré. Aparté a patadas el escritorio, para colocarme frente a él, quien seguía sentado observándome sin ningún sentimiento, tomé su rostro con ambas manos, estaba cansada. De todo.

-Déjame, por favor, déjame, ya me jodiste lo suficiente, Volk -lo dije cerca de su rostro para asegurarme de que me escuchaba- Niko se fue por tu estúpido matrimonio... ¿Qué más quieres de mí? Qué...

Me dejé caer en el suelo, para llorar a un más fuerte, comenzaba a tener un fuerte dolor de cabeza y un ataque de pánico, tenía miedo de no controlar las ganas de consumir, de recaer otra vez, todo vino de golpe.

-Respira, es un ataque de pánico por tu miedo a las emociones fuertes, todo está bien -intervino- respira, escúchame, respira conmigo, quítate las manos de la cabeza y mírame, eso es...

Respiré por un buen rato hasta sentirme mejor, el señor amabilidad me tiró una botella de agua y unas toallitas. Él comenzó a ordenar un poco del desastre que había ocasionado, cuando terminó se sentó en el suelo recostado a la pared frente a mí, manteniendo su distancia.

-No es mi culpa que no confiara en ti -se defendió.

-Si no hubiéramos estado casados...

-Si no hubiera sido el matrimonio, habría sido otra cosa, no te engañes, princesa.

Intenté defenderme, pero intervino.

-Deberías descansar, vete a casa, tomate el tiempo que necesites para sanar y sigue con tu patética vida.

-Eso haré -mencioné entre dientes tirándole la poca agua que me quedaba en la botella

Parecía estar enfadado, a decir verdad, no me importaba, por lo menos lo haría sentir frío, algo es algo. 

Después de la tormenta-2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora