Siempre será mi decisión

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Inhalé con calma el polvo blanco sobre mi mano, estornudé un par de veces por la molestia del polvo, no lo había hecho en mucho tiempo, casi había olvidado el desagradable olor, era un tipo de olor comparado con el vinagre, más, se podía pasar. No conté el tiempo cuando comencé a sentirme extremadamente relajada, mi cuerpo pesaba un poco, lo que me provocaba acostarme; no pensaba en muchas cosas, pensé que en mi mente daría vueltas mi decisión, pero no fue así, me sentía intensamente bien.

 Cerré la puerta de mi habitación y desde allí les mentí a mis padres diciéndoles que estaba trabajando en algo importante, aunque arrastré mis palabras porque me costaba hablar, no se dieron cuenta de nada. Bailé y canté bajito hasta que en algún momento me quedé dormida; desperté con un poco de dolor de cabeza, alguien tocó a la puerta de mi habitación.

-Win, es tarde -. Gritó mamá.

- ¡Ya voy! -revisé mi reloj y efectivamente era tarde, lo peor era que justo hoy teníamos una práctica.

Torpemente, me levanté de mi cama sosteniendo mi cabeza, me detuve al ver la bolsita con polvo blanco sobre la mesa de noche. -mi decisión- repetí, la tomé y la escondí bajo llave. Me arreglé a una velocidad que me sorprendió, me despedí de mis padres como siempre, sintiéndome rara al saber que lo que hice estuvo mal. Llegué corriendo a mi facultad, para mi buena suerte el profesor no llegó a dar clases. Esperé con paciencia la siguiente clase, nuestro profesor de criminalística nos dio la mejor noticia del mundo, algunos de nosotros habían sido escogidos para realizar las prácticas en la SIANA.

A pesar de que ya había realizado ciertos trabajos con ellos, siempre era un placer volver a allí. Al ser una agencia de seguridad importante teníamos que cumplir con ciertos requisitos, nada de celulares, cámaras o algún objeto que documente lo que sucede ahí adentro, nunca quitarnos nuestros carnés de -Selecto - y por último no tocar nada. Nos adentramos a las instalaciones luego de una exhausta revisión. El interior era color blanco, pero no daba la sensación de un hospital, estaba bien iluminado, como decoraciones tenían sus logros, las fotos de muchos casos que habían resuelto. Medallas, placas, trofeos, el interior era muy elegante y la sensación era de misterio.

-¿Cómo es trabajar con ellos? -me preguntó Marlene, emocionada.

-Emocionante -le contesté con toda sinceridad.

-Ustedes están más cerca, de conseguir un puesto aquí -animó uno de mis profesores.

-Ni lo diga -miró de reojo a uno de los agentes que pasaba- sería una bendición -sonrió con picardía.

Rodeé los ojos.

-Wins... -dejé de escuchar a Marlene cuando reconocí un rostro, más bien dos; todos los recuerdos pasaron por mi mente y las sensaciones no tardaron; ambos estaban por pasar delante de mí hasta que levantaron la mirada de golpe y los ojos de ambos cayeron sobre mí. Ellos parecieron pasmados por unos segundos.

-Winnie... -mencionó rompiendo el silencio.

-Karl y Alisa -pronuncié con muchos sentimientos ocultos.

Ambos me dedicaron una sonrisa cálida.

-El destino nos vuelve a encontrar -Alisa había cambiado un poco en estos años, su cabello seguía negro, pero la raíz de su cabello en un rojizo natural, estaba un poco más largo que la última vez, ambos crecieron en estatura y Karl ahora tenía las raíces del mismo color que el de su hermana.

-Así parece -me limité a contestar.

Alisa me abrazó, y Karl seguido de ella.

El olor de ambos... esa sensación de calidez, de amistad, me habían hecho falta todo este tiempo.

-Me alegro de verlos -confesé.

-Nosotros a ti -sonrió.

Miré sus muñecas con los tatuajes y una sensación agridulce me recorrió.

-Tenemos que seguir -.me advirtió Marlene.

Ninguno de los tres supo cómo despedirse, por lo que simplemente seguí mi camino.

-¿Estás bien?

No lo sé.

Comencé a caminar más rápido para dejarla atrás y evitar preguntas. Desde el inicio del recorrido hasta el final mi mente repetía una y otra vez esos pocos minutos, Intenté relajarme, pero mi mente daba un millón de vueltas, fuera de la SIANA traté de buscar cualquier cosa para distraerme y vaya que lo encontré, mi mente se centró en un chico de espaldas a mí.

-¿Volk?

El chico se giró y me hizo ver que por un momento había perdido la razón.

-Lo-lo siento -me apresuré a decirle, avergonzada- discúlpame en serio.

El chico me miró de arriba abajo -No hay problema -contestó después de tomar su café e irse.

Me tiré en una de las sillas de la cafetería, ¿Qué me pasa? Restregué mis manos sobre mi rostro como si eso pudiera hacer que todos los problemas se fueran; Me sentía tan estresada que experimenté la necesidad de inhalar el polvo nuevamente -siempre será mi decisión-. Repetí mentalmente. 

¿Me estaba volviendo loca? O ¿Qué me pasaba? Volk fue un tema difícil para mí, pero era algo que fui superando, temía que esto me pasara cuando su muerte era reciente, de hecho, pasó hace tiempo, solo había ocurrido una vez, pero ¿cuatro años después? ¿Por qué? Jamás iba a negar que en mis noches más duras siempre recurría a él, a sus recuerdos; A veces me sentía culpable por recurrir a él y no a mi novio, pero eso ya había pasado, ya no me atormentaba su muerte, un día la vengaría y todos estaríamos en paz. 

Me dolía saber que él no estaría conmigo, pero acepté su final, era posible estar alucinando, tal vez el hecho de volver a encontrarme con Alisa y Karl había complicado las cosas.

Lo cierto era que ahora que me encontré con los chicos, las cosas cambiaban, estaba feliz de volver a coincidir con ellos, no obstante, también aterrada, por sus rostros, al verme supe al instante que ellos no lo habían planeado, sus rostros inmóviles iguales de sorprendidos que yo. Quería acercarme más, volver a ser los de antes, pero tenía miedo a que nos destruyéramos mutuamente.

Salimos de clase y como era costumbre, Niko estaba allí, esperándome con paciencia y emoción, sus ojos castaños me miraban con una ternura que me derretía el corazón, lo saludé con un beso en los labios.

-¿Quieres ir a comer algo? -preguntó sin desviar la mirada de mis ojos.

Por su puesto acepté la propuesta, llegamos a la hermosa cafetería, la cual estaba muy bien decorada con plantas y flores de distinto color; Niko comenzó a contarme algo sobre sus compañeros de clase, me costaba concentrarme en sus palabras, me limitaba a asentir y preguntar de vez en cuando, mi mente seguía en las prácticas, específicamente en Karl y Alisa. Examiné el tatuaje de mi muñeca, ¿por qué no podía sentirme feliz? Mi salud estaba mucho mejor, tenía un novio que, si bien no era perfecto, se preocupaba por mí; mi familia estaba trabajando y estaban conmigo, mis chicos habían regresado y teníamos la oportunidad de volver a tener una amistad, yo tenía un trabajo de medio tiempo para ayudar con los gastos, estaba estudiando lo que quería, habían pasado cosas malas y con eso me refiero a la hermosa dedicatoria de Keer, pero no todo fue malo.

-¿Win? ¿Estás aquí amor? - Niko me examinaba con la mirada.

-Sí, es solo que han pasado cosas últimamente.

Sentía la inmensa necesidad de contarle todo, pero algo me detenía, no sabía que era, sin embargo, presentía que, si se lo decía, tendría consecuencias.

Después de la tormenta-2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora