B I T E ||YoonMin|| +18 [EDITANDO]

+25+

“Todo aquel que sea consciente de sus errores, se reconciliará con su alma por más fuerte que haya sido el daño”.

El sol de esa tarde quemaba ligeramente la piel. Había muy pocas nubes en el firmamento, pero eso no lo hacía menos agradable. Así me sentía justo con mis dos mejores amigos. Tranquilo. Sereno. Como si todo lo que he vivido estos últimos meses jamás hayan ocurrido. Como si nunca estuviera al acecho de la muerte y del peligro. Casi como si se sintiera que alguien que estaba siguiéndote lo haya dejado de hacer por situaciones desconocidas, dejándote libre y en paz.

No me había dado cuenta de la falta de diversión con kwang y JiYong esa tarde mientras estábamos en la piscina del patio trasero de la casa de la madre de Kwang. Un par de bebidas y snacks nos hacían la tarde amena mientras conversábamos de cualquier tema, también nos reíamos de los chistes malísimos de JiYong y hacíamos burla de los sentimientos de Kwang por aquella chica que lo traía como su perro faldero.

–Hablando enserio, JiMin. ¿Cómo te diste cuenta que estabas enamorado de Min?

Tras la pregunta que me hizo Kwang, venían un sin fin de pasajes agradables y algunos pocos sombríos con respecto a mi relación reciente con YoonGi. Él era como la brisa suave y fresca que anhelabas cuando hacía calor, como el momento más feliz de tu vida, como tu libro favorito o como la canción que más te gustaba importándote poco cuánto la repitieras. Y hablar de su físico sería un tema interminable, pues cada parte de su ser me tenía vuelto loco. Sentía como si el arte fuera poca cosa comparada con él. No exageraba cuando decía que lo amaba tanto, y moría por decírselo de frente y no medio dormido como aquella noche donde hicimos el amor. Esperaba que él sintiera lo mismo que yo, pero eso distaba mucho de mis dudas. La forma en la que me mira, en como me toca, su forma de hablarme, su protección, sí, no cabía duda alguna que le pertenecía en cuerpo y alma; para YoonGi era igual.

Suspiré sonrojado manteniendo el suspenso, pero las miradas ansiosas de mis amigos me hicieron responder desde lo más profundo de mi corazón.

–Cuando él se convirtió en mi centro de absolutamente todo –respondí saliendo de la piscina.

Ambos comenzaron a reírse y burlarse amistosamente de mí. Me lanzaron agua cuando ya tenía una toalla para secar mi cabello y mi cuerpo.

–¡JiMinnie, eres tan cursi! –comentó Kwang alegre.

–¡Y muy adorable! ¡Mira su cara! –gritó JiYong apuntándome.

Quería culpar al frío, pero no lo hacía, así que no me quedó de otra más que cubrir mi rostro con la toalla e ignorar sus bromas. Decidimos terminar esa tarde de amigos y vernos en la universidad para un par de juegos de básquetbol con otros de nuestro equipo.

Mientras iba en el autobús, miré mis redes sociales, y aún seguía la solicitud de amistad de TaeHyung. Me mordí el labio internamente pensando en aceptarlo o rechazarlo. Había pasado de eso, pero era como una espinita molesta que se encajaba en tu piel y por más que quisieras sacarla, no podías. De nuevo, lo ignoré y marqué el número de YoonGi para saber si todo estaba bien. Pero como siempre, no contestó. Era consciente de que yo al menos no era la clase de novio que insistiera, pues para mí era mejor que todo se diera en el momento y sabía a la perfección que tarde o temprano sabría de él. Lo único que sentía era preocupación, pero a estás instancias ya era normal.

Espero que estés bien.
Te extraño y me haces mucha falta.
Estaré esperándote, mi cielo.

Ya era demasiado tarde para borrar aquel apodo amoroso, sonreí bobamente mirando mi celular y me reí sin pensarlo. Miré a todos los pasajeros para saber si alguien me había escuchado, pero solo había una pequeña niña mirándome sonriente. Mi cara hirvió de la vergüenza a pesar de que fuera una niña. Debía de ser menos expresivo con mis emociones en público. Me levanté de mi asiento y bajé del camión para caminar las pocas cuadras a mi casa. Cuando giré mi rostro hacia el autobús mientras se marchaba, la niña se despidió de mí con su manita notandose unos lindos hoyuelos en sus mejillas y unos ojos que me parecían muy conocidos, pero de haberlo hecho habría actuado diferente. Inevitablemente, eso me hizo despedirme de ella, levanté la mano y lo hice.