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“... Pídeme que me vaya y yo te haré caso. Pero no me pidas olvidarte que ahí sí te fallaré”.





Pensé: “JiMin, tranquilo, tu mente sólo está jugando contigo. Interpretaste mal ese mensaje. Confía en YoonGi, tú se lo dijiste”.

Y no había duda, esa madrugada regresó como había prometido.

Cuando me fundí en su abrazo para recibirme, mis fosas nasales sólo olieron el aroma de lavanda y cigarros en la ropa y su cabello mismo, y cuando lo besé no había sabor alguno de alcohol, lo que para mí fue un momento de calma pero en mi mente se despertaban otras cuestiones. Todas ellas iban al mismo lugar, como si fuera un camino lleno de oscuridad donde el final había una puerta roja con un letrero corroído que decía “estás pensando en cosas que no son”. Con el sólo hecho de pensar que YoonGi estaba haciendo algo malo, era motivo suficiente para decirme que no estaba confiando tanto en él como a mí me gustaría.

Entonces sentí que le estaba fallando de la peor manera al no tener comunicación, y contrario a lo que esperaba, no pude hacer otra cosa más que callarme. Tal vez era la promesa de no volver a discutir con él, tal vez debí haber actuado diferente en aquel entonces y mostrarme más estoico y decirle que también estaba haciendo mal por no dejarme dudar.

Y aquí entraba una de las dudas que tanto tenía. Si él decía que no quería tener más problemas conmigo, ¿entonces de qué errores vamos a aprender como pareja si no sabemos cómo actuar a la hora de un desacuerdo? ¿Y cuál sería nuestro límite con permitir y no permitir? ¿Estábamos limitando nuestras capacidades o sólo era una guerra de egos para saber quien tenía la razón en todo esto?

Tuve suficiente cuando volví a mirar el celular de YoonGi en la cómoda inquietandome de una manera insoportable las manos para querer tomarlo y volver a releer los mensajes, pero eso ya sería mucho abuso de mi parte.

¿Hasta qué punto la confianza es ciega? No tenía ni la conciencia tan presente cuando YoonGi me llamaba desde el baño mientras se quitaba la camisa y la dejaba en la canasta de ropa sucia. Sólo parpadeé mientras estaba en la cama sentado y mirando mis manos jugar.

“Le estoy fallando...”

–Perdón, ¿qué decías? –pregunté de vuelta.

Tan pronto hablé, el pelinegro se asomó por el borde de la puerta del baño y me miró.

–Que si vamos con ropa de pareja al bar donde nos citó Ezekiel. Oh bueno, al menos ir combinados –dijo encogiendose de hombros.

No supe qué decir, estaba tan absorto en mi mente que había olvidado en qué situación estaba.

–Sí, ropa de pareja... Es... Es buena idea, sí –dije sin mirarlo.

Eso era lo que tanto odiaba de mí, el hecho de no poder controlar lo que pasa con mi mente y que eso se vea reflejado en mi cuerpo. Las mentiras se me daban bien cuando guardaba silencio, pero era mi corazón diciéndome que no todo estaba marchando bien conmigo mismo. Me sentí aún peor cuando no escuché a YoonGi decir nada, sólo un extenso silencio abrumador que me hizo casi perder la paciencia.

En ello le oigo acercarse y sentarse a un lado de mí en la cama. Se siente tan lejano y tan cerca a la vez. Y me pregunté porqué acaso no me abrazaba.

–Cariño, dime qué es lo que pasa ahora. ¿Ocurrió algo malo mientras no estaba? –inquirió.

El nudo en mi garganta no tardó en formarse, pero me controlé lo mejor que pude. Esta noche no quería discusiones, no quería enfrentarme a nada por lo cual tenga que arrepentirme en el futuro, pero sobre todo, no deseaba hacerle daño a YoonGi, en ninguna de las maneras si esta vez yo era el mismo villano.

B I T E  ||YoonMin|| +18 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora