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“La felicidad es acogedora y brillosa. Pero para las mentes retorcidas es dolorosa y opaca”.






JungKook pov.

–Perdón... Lo siento... Ah, perdón.

Esquivé a todos los que se atravesaban en mi camino intentando no tropezarme con algunas maletas que llevaban las personas. Me gané algunas miradas despectivas mientras me abría paso entre los pasajeros del aeropuerto. Fui acelerando el paso cuando me di cuenta que mi padre y mi hermano ya estaban en las puertas de embarque dejando el avión. El oxígeno escaso en mi pulmones me hizo detenerme para recargarme en mis rodillas y tragar todo el oxígeno posible. El globo de helio que iba atado a mi mano y el peluche seguían atrayendo más miradas curiosas, pero poco me importó. Suspiré derrotado. Mi sorpresa se había ido a la basura.

Me armé con mucho entusiasmo y fui a su encuentro cuando los vi a lo lejos recogiendo las maletas. Cuando estuve lo suficientemente cerca, mi hermano menor sonrió tan grande que su rostro serio de hace segundos se esfumó en un pestañear. Corrió tanto como pudo y saltó para que yo lo atrapase entre mis brazos, y cuando lo sostuve, le di vueltas mientras escuchaba su risita risueña, aquello me contagió de alegría.

Al bajarlo le sacudí los cabellos castaños y le di el oso de peluche.

–Esto es para ti, hermanito –dije sonriente.

–¡Wow! Gracias Kookie –dice dulcemente Apretó el oso contra su pecho y se lo mostró a nuestro padre que ya estaba con nosotros–. ¡Mira papá, Kookie me regaló un oso!

Mi padre le palmeó el hombro y después fue a abrazarme. Sentí la dicha de tener de vuelta a mi familia reunida después de tanto tiempo. Al separarme le di el globo al menor.

–Lo concientes demasiado –dijo mi padre.

–Hago mi papel de buen hermano –me encogí de hombros. Alegre, los miré con añoranza, casi queriendo llorar al menos para quitar la presión de mi pecho que se contuvo hace un unos meses cuando me despedí de ellos. Sonriente y con mi corazón cálido, los abracé a los dos en un abrazo muy grande y apretado–. Bienvenidos, familia.

Mi padre se rió gratamente y mi hermano se quejó por el contacto. De nuevo vi esas sonrisas iguales a la mía darme la compañía que tanto iba a necesitar durante su estancia.

–Yo también te extrañé mucho, hijo. Pero es hora de irnos, tengo muchísima hambre y Jaebum ha estado muy impaciente desde que nos subimos al avión –dice apurado pero amable, toma su maleta mientras yo tomó la del menor.

–¿Por qué Bummie? –inquirí.

Mi hermano hace una morisqueta y yo le devuelvo otra, pero rápido se entretiene con el globo de helio.

–Porque no ha parado de decirme que quiere que vayamos a los Go-kart que hay aquí en Corea. Ya sabes, la última vez que fuimos le prometimos llevarlo cuando volviéramos –dice mi padre y Jaebum le sonríe travieso.

–Bueno, tendrá que esperar a que comamos y ya después que se instalen vamos –digo.

No hablamos más hasta que cruzamos la salida del aeropuerto y pedimos un taxi para ir a mi departamento. Anteriormente, mi padre modestamente quiso hospedarse en un hotel, pero le dije que no había problema alguno en que se quedara en mi departamento. Incluso tuvimos una discusión que pasó a ser muy incómoda cuando hizo alusión a las visitas que llevaba a mis aposentos, pero sólo le rebati que nadie iba a interrumpir su estadía en mi nuevo hogar.

Mientras íbamos en el taxi y con mi hermano recostando su cabeza en mis piernas en lo que yo pasaba mi mano por sus ebras —en pocos minutos Jaebum se quedó profundamente dormido— y miraba por la ventana a la ciudad calmada, con un cielo nublado pero sin llover. Además sentía mucho frío desde que desperté esa mañana, no se iba por más que usara algo muy cálido. Tal vez y pronto enfermaría.

B I T E  ||YoonMin|| +18 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora