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Las pesadillas sólo son demonios intentando asustarnos pero, ¿quién dice que no son verdaderos?”.






Había muchas posibilidades, pero esta me sorprendía tanto. El pensar en el susodicho me hacía sentir lástima. Quise preguntar quién era, pero viéndolos desde mi posición, había un cuerpo que parecía no tener ni una pizca de vida; como si un aura gris lo envolviera. Desde mi lugar, notaba como su mirada ausente no se despejaba del suelo, como si le fuera a dar las respuestas a las preguntas que tal vez se hacía cada mañana que abría los ojos y no encontraba a un lado a su amado.

NamJoon era lo que representaba un cascarón sin vida.

–Él aún no acepta que HoSeok... ya no está. Tratamos de darle consuelo y animarlo a que siga adelante, pero tememos que llegué un punto donde él ya no pueda seguir más –suspiró dando otro trago a su bebida–. Nos alegramos de que haya venido a la fiesta que organizó Jin.

–¿Es cumpleaños de Jin? –estuve a punto de ir hacia él para darle un abrazo, pero algo en el semblante de YoonGi me hizo cambiar de opinión.

–No. Hoy HoSeok hubiera cumplido su vigésima quinta primavera... Si es que un vampiro puede seguir cumpliendo años

Fue una pelea de sentimientos fuertes que se debatía en albergar mi corazón, que la tristeza salió ganando. Ahora que meditaba acerca de ello, YoonGi tenía la mirada perdida en otro lugar desde ayer. Pensé que fue nuestro mal encuentro, pero resultó ser otra cosa más poderosa. Me sentí fatal el haberlo comprendido hasta ahora.

–Que gran detalle de parte de tus amigos, YoonGi. Es muy bueno lo que hacen –hablar de una situación así me cargaba de inquietud.

–Lo sé.

Sentirse extraño se quedaba corto a lo que realmente sentía, hubiera sido mejor usar la frase “desencajar en una despedida”, pero que YoonGi me haya compartido algo delicado decía mucho de él. Desearía tener amigos así como los del pelinegro.

La fiesta siguió en el mismo rumbo. Unos cuantos gritos y abucheos por la sala, varios grupos dispersados por toda la extensión de la casa hablando y cotilleando entre mismos. Hubo personas que desconocía que intentaron conocerme y que al final entendí que estaban ebrios; cosa que no me importaba puesto que mañana me olvidarían. La parte más difícil fueron los coqueteos de YoonGi cuando nos alejamos a un rincón de la casa cerca de un ventanal con unas cortinas obscuras que llegaban a raz del piso. Como no había tanta iluminación, agradecía que nadie nos viera, temí mucho porque había personas hablando en la misma habitación continúa a la sala. Los únicos que sí lo hicieron fueron los amigos de YoonGi quienes se asomaban por el borde de la entrada y salían corriendo como quien encuentra a alguien haciendo una travesura. Me reí para mis adentros. Cada ciertos tres segundos YoonGi me susurraba al oído cosas debidamente a su sed de sangre, no tenía que ser un adivino para saber lo que quería. Tan sólo bastaba como uno de sus colmillos acariciaba el lóbulo de mi oreja y una parte de mi cuello. Lo oí tragar saliva constantemente. Se le estaba haciendo agua la boca de tan sólo imaginar mi sangre. Mis emociones estaban al borde de la locura.

Me fijé en el reloj de pared que se hallaba arriba de un televisor de plasma y me di cuenta que ya eran las 3:00 de la mañana. Aparté a YoonGi antes de que lamiera mi cuello a su antojo.

–Tengo que irme. Es muy tarde.

Miró hacia el mismo reloj y bufó fastidiado que los planes se le vinieran abajo. Era una cuartada perfecta para irme a casa y no salir mordido.

–Vamos, quédate un poco más –suplicó con ojos brillantes y llenos de hambre.

–No, me tengo que ir. Mi madre me dijo que no quería que llegara tarde y además mañana, digo, en un par de horas es día de escuela.

B I T E  ||YoonMin|| +18 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora