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“El cazador es ciego, pero cuidado, es más astuto de lo que crees”.











Cuando llegué a mi casa me dediqué a descansar lo necesario, dejando de lado mi labio que estaba muy levemente hinchado.

Me sentía extraño y débil. No sabía cuánta sangre tomó YoonGi o si fue el dolor y el miedo los que me dejaron cansado, pero había tomado una parte de mi vida que pensé en la aterradora idea de que jugara conmigo a un sucio juego donde yo era su presa y al final me mataba de la manera más siniestra posible.

Fui a por una ducha sintiendo como mi cuerpo me delataba por si sólo que quería descansar. Cerrar los ojos y dormir en el baño no era tan mala idea, pero las mantas de mi cama me recibirían con calor y eso estaba mucho mejor. Me sequé y tomé mi pijama saliendo tranquilo hacia la cama. En cuanto me fijé en la hora, la sensación tan familiar apareció que no me sorprendió ver otra vez la sombra que se paseaba por mi habitación. Esta vez estaba cerca de la ventana, como si hubiera entrando por ella y estuviera esperando mi presencia. No me moví, mi mente hizo todo el trabajo para que yo no cometiera ninguna tontería. Me quedé tan quieto que todo pasó en segundos. La sombra comenzó a temblar y rápidamente se materializó en una persona. Mi susto fue tan grande que me tiré al piso retrocediendo hasta que mi espalda tocó la puerta de mi habitación.

Esa persona era Min YoonGi.

–¡¿Cómo, cómo... demonios?! –tartamudeé lleno de pavor.

YoonGi se mofó de mi reacción como si fuera lo más natural del mundo que una sombra se convirtiera en un humano.

–Te falta mucho por ver –caminó hacia mi cama y se sentó en ella.

–¿Así que tú eras la sombra que entraba a estas horas de la madrugada a mi habitación? –asintió sin más. Raramente me enojaba pero esto ya estaba pasando los límites–. ¡Eres un acosador! Por tu culpa no pude dormir ningún día.

–Ahora que lo sabes, vendré seguido.

–¡Estás loco! Sabes que no vivo solo, ¿verdad?

Realmente mi madre trabajaba tanto que casi todo el día no la veía. Hoy era de esos días donde llegaba hasta mañana siguiente y temía por mi seguridad estando a solas con el vampiro que cambió mi rutina. En mis manos estaba todo lo posible para que se fuera, dejarlo aquí era como servirme ante él en bandeja de plata.

–Eso a mí no me importa. No siento a otra persona en la casa, JiMin.

“¿Sentir la presencia de otras personas?”. Pensé.

–Me estoy volviendo loco –dije farfullando mientras me paraba del piso. Poner una distancia considerable con él era lo mejor que podía hacer–. ¿Qué haces aquí?

Se paró de la cama y me preparé para su ataque pero simplemente empezó a caminar por la habitación como si nunca hubiera estado aquí. No me había fijado que la oscuridad lo hacía ver espectacular. Era extravagante y extraño a la vez. Pareciera que YoonGi fue hecho para lo oscuro, encajaba perfecto que fuera un vampiro; como si naciera para ser eso. Me le quedé viendo por tanto tiempo que nuestras miradas se encontraron en cuanto volteó hacia mí. Esta vez no le quité los ojos de encima. Me armé de valor para su siguiente movimiento.

–Estoy aquí por razones muy obvias. En la universidad pasó algo que me dejó insatisfecho –dijo tomando entre sus manos un collar que había dejado en la cómoda. Era un regalo de uno de mis amigos a quien le había perdido el rastro por lo que la carga sentimental era fuerte–. Bonito collar.

No entendía mi sonrojo ante aquello, tal vez era la manera de sus halagos los que me hacían sentir vulnerable, pero pronto me bajé de las nubes cuando recordé su respuesta.

B I T E  ||YoonMin|| +18 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora